Ángel de la muerte.

Capítulo 11: Creo que estoy ¿enamorado?

<<Los sentimientos son raros, a veces amas y en otras odias, pero de algo que estoy seguro que cuando llega el amor, te llega>>

—Azrael🌹

Maraton 1/3 

Capítulo 11: Creo que estoy ¿enamorado?

Amaia.

Gritó varias veces en la almohada, escucho como tocan mi puerta, levantó la cabeza y veo a mi mamá.

—¿Hija pasa algo? — pregunta, al ver como grito como loca.

—No pasa nada mamá, estoy emocionada porque mañana son los entrenamientos para el equipo.

Sonrió para que me crea, al ver que ya no digo nada y me veo más calmada, sale de mi cuarto.

Me siento y me veo en el espejo, la pienso a ella, hasta que la veo.

Sonríe de manera burlesca por lo que ha hecho.

—¡Eres una idiota! — chillo.

—¿Por qué dices eso de mí? — pone su mano de forma dramática en su pecho.

—Sabes muy bien lo que hiciste —la miro de manera amenazante.

—Besarlo no es malo.

Sonríe y se toca los labios.

Recuerdo la cara de Azrael, en como ella lo beso desprevenido.

—Por tu culpa me va a odiar.

—Nunca podría odiarte Amaia, eres una dramática.

—¡Dramática me llamas! Lo besaste desprevenido, hasta te mordiste el labio cuando lo terminaste de besar.

—Pero le gusto, para que siga el beso y después solo nos mire y no diga nada, es porque le gusto.

—No le gusto ¡quedo traumado!

—¿Traumado de que Amaia? Con solo ver su mirada supe que le gusto el beso.

La miro mal por lo que dice.

Recuerdo perfectamente el momento en que ella lo beso.

**

Gabriel nos había avisado que debía ir hacer algunas cosas, que iba a volver en la noche.

Nos despedimos de él, hasta que fuimos a la cocina, debía lavar los platos sucios, comenzamos a conversar con Azrael, hasta que ella se acercó mucho a el pobre.

—¿Qué haces Amaia? — se hacía cada vez atrás, ya que ella se acercaba como queriendo acecharlo.

—Nada.

Habla tan inocentemente que cualquiera que no la conozca, pensaría que es un ángel.

—Estas muy cerca —se escuchaba como estaba nervioso.

—¿Pasa algo Azrael? — le pregunto —¿Te pongo nervioso?

—No, solo que no debes hacer eso.

—¿Por qué?

—Por qué no me gusta.

Hasta que agarro sus mejillas y estampo sus labios en él.

El no hacía nada por unos minutos, era como si se hubiera impresionado por ese atrevimiento.

Grite en su mente por lo que hizo, ya que yo no sería capaza de hacer eso aun chico.

Me hizo callar, hasta que sentí como él seguía el beso que ella comenzó.

En como él puso sus manos en la cadera de ella, sus bocas sincronizadas.

Era como que él y ella ya se conocieran, pero ¿cómo?

No creo que el conozca a esa loca que vive en mi mente.

Y no solo eso, la cual reclama mi cuerpo y mi vida como que fuera suya.

Como que fuera mi dueña.

Muchas preguntas para mi pobre cerebro, hasta que ella se alejó, vi como los ojos de él estaban cerrados, hasta que mordió sus labios.

Abrió sus ojos, su mirada se la veía diferente, sus mejillas se tiñeron de color rosado, se lo veía muy tierno.

Sus ojos brillaban mucho, le dije que me quería ir.

Al fin me hizo caso.

Recogió el bolso, se fue sin más.

Lo dejo solo, y bueno el no hizo nada, se quedó parado en medio de todos esos platos que debía terminar de lavar.

Hasta que llegamos a casa, saludo a todos y nos encerramos en mi cuarto.

Se bañó, se relajó por minutos en mi cuarto, en mi cama, hasta que me volvió mi cuerpo.

Y bueno comencé a gritar en mi almohada.

*

Cada vez que recuerdo ese eso, me da unos escalofríos.

Ahora ¿Con que cara lo veré? — pienso.

—Con la misma de siempre —habla riéndose de mi desgracia.

—¡Cállate! — grito — Eres una desgraciada, haces caos y me dejas a mi resolverlos sola.

—Debes aprender a resolver los problemas sola Amaia —Lo dice tan cínicamente.

—¡Eres una maldita bruja!

Se ríe fuerte—No había escuchado ese nombre hace mucho tiempo, no eres la primera que me llama así, Amaia.

Iba a contestarla hasta que sentí fuertes mareos.

—¿Qué pasa? — pregunto.

—Amaia, coge con tus manos el collar — su voz se escucha desesperada —¡Hazlo!

Hago lo que me dijo, con mis manos recojo mi collar.

—Ahora masajéalo varias veces.

Hago caso a lo que me ordeno.

Masajeo varias veces el collar, hasta que siento que los mareos pasan.

—¿Qué paso? — le pregunto.

—Acuéstate — me ordena.

Realizo lo que me pidió, miro al frente mío, hasta que la veo.

Se la ve muy transparente.

—Debemos adelantar el plan.

—¿Qué plan? —pregunto confundida.

—En como yo puedo cobrar mi venganza.

—¿Sigues con eso? — pregunto.

—Si Amaia — camina alrededor de mi cama — Debo hacerlo, lo jure y debo cumplirlo.

—Puedes dejarlo a un lado — le digo — Continuar con la vida.

Me mira y niega.

—Debo enseñarte en cómo manejar tus poderes, para que te defiendas.

—¿Cómo? — la miro confundida.




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