Ángel de la Muerte.

Capítulo 1

Narra Maddy

El timbre resonó por toda la casa, me levanté del sillón y abrí la puerta, Clara me sonrió al otro lado y no dudó en envolverme en un abrazo, le correspondí el gesto hasta que ambas nos alejamos. Admiré su cabello rubio hasta la altura de su pecho, su piel de un espectacular color bronceado y una blusa que dejaba ver las marcas del sujetador de baño que había usado en la playa.

–Te extrañé tanto ¿Cómo has estado? ¡Mírate que hermosa estas!

Sonreí y la invité a entrar.

–Todos aquí también lo hicimos. –le dije – ¡Que precioso bronceado! ¿Cómo te fue en las vacaciones?

– ¡Excelente! Papá rentó un yate y pasamos las vacaciones de una isla a otra, fenomenalmente encantador

Apreté su mano levemente, ella dejó de sonreír y acarició mi mejilla.

– ¿Cómo te sientes?

Negué y me forcé a sonreír, las lágrimas nublaron mis ojos.

–Oh linda –me abrazó de nuevo, no la alejé, necesitaba su abrazo, todos los que me pudiera ofrecer. Clara sabía que Kale había sido muy importante en mi vida y me había marcado permanentemente, jamás seria la misma chica que había conocido antes de que él entrara en mi vida. – ¿Aún no te ha llamado?

Negué.

Clara solo sabía que Kale fue mi novio, le había mentido diciéndole que tenía que irse al otro lado del mundo con sus padres, que lo habían obligado a irse... no podía contarle que... había muerto, me destrozaría confesárselo a alguien más que no fuera a mí misma, lo haría más real.

–Sinceramente no creo que lo haga –me alejé y limpié las lágrimas.

–Él no quería dejarte, te ama.

Las lágrimas cayeron.

–Fue culpa de sus malditos padres ¿Acaso no contaban la opinión de él? Tenía su vida aquí ¡todo! ¿Cómo pudieron obligarlo a irse?

–Dejemos esto Clara, en serio.

Asintió.

–De acuerdo, entonces levántate que tenemos que reunirnos con los muchachos –palmeó mis manos.

– ¿Ya llegaron todos? –levanté mi ceja.

Ella asintió.

–Liam acaba de enviarme un mensaje.

– ¡Hola cariño!

Mamá bajó de las escaleras con Mike en sus brazos, mi hermano tenía solo unos meses de nacido, pero era grande y hermoso, cabello rubio y con unos alucinantes ojos verdes, algo que distinguía a la familia.

–Hola –saludó mi amiga poniéndose de pie al instante y esperó a que llegara a nuestro lado para darle un beso en la mejilla y otro a el pequeño Mike. –Hola precioso.

Me levanté y las dejé hablando solo para ir por mi bolso y bajar de nuevo.

– ¿Vas a salir?

Me detuve al inicio de las escaleras para ver por encima de mi hombro, papá estaba de pie en la puerta del baño con espuma en cara, iba a rasurarse.

–Clara y yo iremos con nuestros amigos, no regresaré tarde.

–Bien, pero dame un beso antes de irte.

Rodeé los ojos y saqué la lengua en desagrado.

–Vas a mancharme de eso –apunte la espuma.

Papá se rio.

– ¿No quieres a tu viejo?

Me reí.

–No eres viejo y te amo papá

–Bien, sigo esperando mi beso. –se acercó un poco.

Me incliné, besé su mejilla y me alejé mientras limpiaba mi boca.

–Qué asco –él se rio.

–Nos vemos en la cena.

–Claro, adiós. ¡Límpiate eso! –grité al bajar las escaleras.

Cuando bajé mamá estaba despidiéndose de Clara, pero la vi limpiarse una lágrima, me acerqué y toqué su hombro.

– ¿Estás bien?

–Si cariño, solo... me pongo sentimental a veces. –me abrazó y besé la cabeza de Mike y la de ella.

–Llámame si necesitas algo ¿Está bien? Regresaré temprano.

Mamá volvió a asentir y se dio la vuelta, Clara me tomó de la mano y me llevó hacia afuera.

– ¿Qué tenía? –pregunté deteniéndome.

–Hablamos en la camioneta, sube –me apresuró y eso hicimos.

Mis padres me dejaban usar la camioneta desde hace un año y medio, siempre y cuando les avisara que la tomaría y a donde iba.

–Vas a decirme ¿Por qué estaba llorando?

Bajó las ventanas delanteras y dejó que el aire caluroso entrara a la camioneta.

–Es por ti

– ¿Por mí? –encendí el auto y me dirigí a casa de Liam.

–Tu madre piensa que estas en una depresión o algo así –movió la mano para restarle importancia, pero no hacía contacto visual conmigo.

– ¿Depresión? –pregunté confundida, la miraba de reojo ya que conducía.

–Si Maddy, depresión, llorar, no comer, querer morir. Todo eso.

Fruncí el ceño.

–Si me alimento, no me quiero morir y desde luego no lloro.

Bien, en lo último mentía, si lloraba por las noches, ya no regularmente como hace unos meses, pero lo hacía.

–Sabes que mientes...

–No lo hago.

–Estas moviendo tus piernas.

Frené de golpe que Clara apenas alcanzó a sujetarse.

– ¡Qué te pasa! -gritó terriblemente asustada.

– ¿Quién te dijo eso?

– ¡Cielos si vas a actuar como desquiciada mejor regresamos! –miró al frente.

La tomé del brazo y la obligué a mirarme.

– ¡Dime quien te dijo eso!

–Mad.

– ¡Dímelo!

– ¡Fue Kale! ¿De acuerdo? ¡Fue él!

La solté y tomé el volante con ambas manos.

–Nos vimos antes de que se fuera, se le salió decirme eso... yo creo que lo escuché mencionar algo sobre tus piernas, aunque estoy confundida en si temblaban cuando mentías o cuando tenías miedo...

Cerré los ojos con fuerza.

– ¿Está mal que lo haya dicho? –preguntó.

– ¿Cuándo fue la última vez que lo viste? –mi corazón se aceleró con tan solo recordarlo.

–Que importa, ya se fue, tú misma dijiste que no regresará, ni te ha llamado ¿por qué importa esto?

La miré y ella notó el dolor en mis ojos porque los suyos se nublaron al instante.

–Un día antes de que tú me dijeras que se fue, él... quería hablar sobre ti de algunas cosas conmigo y eso fue lo que hicimos




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