Ángel de la Muerte.

Capítulo 8

La noche terminó de una manera excepcional. Todos nos habíamos divertido durante la noche, al cabo de las once tuvimos que irnos, en mi caso Aaron fue a dejarme a casa prometiendo que volvería mañana en la tarde después de una visita al hospital en el que su padre trabajaba, me dio un tierno y corto beso de despedida y se fue.

Ahora estaba recostada en mi cama, viendo el techo y preguntándome en cómo es que había podido divertirme tanto, realmente pensé que no disfrutaría esto, pero lo hice y eso me hizo feliz. El último baile al que había asistido había sido con... Kale, recordarlo me hizo levantarme de la cama y abrir el armario, su traje seguía colgado perfectamente detrás de mis vestidos y abrigos, escondido donde mi madre no pudiera decirme nada sobre él. Lo tomé en mis manos, olía a lavanda, un olor que me recordaría eternamente a él.

—Pero tengo que dejarte ir —murmuré y fui directo hacia el baño donde lo arrojé al bote de la basura, él me lo había pedido en mi sueño e iba a cumplirlo.

Cuando desperté respire profundamente (algo que no solía hacer) sintiendo un peso menos, como si la culpa finalmente me abandonara, Kale había sido y siempre será lo mejor que me pudo haber pasado y una de las cosas que tenía que entender era que él había tomado su decisión, ignorando mi opinión al respecto así que yo seguiría adelante, ahora me tocaba a mi elegir. Y elegía seguir sin él.

Tres golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

—Maddy, baja a desayunar —dijo mamá al otro lado.

—Ya voy —me levanté y salí, ella tenía a Mike en brazos y lo tomé para ayudarla.

—Pensé que seguías dormida —dijo mientras ambas bajamos las escaleras.

—Ya me había despertado antes de que me llamaras —entramos a la cocina y mamá se sentó acercando su silla a la mesa, hice lo mismo. —¿Dónde está papá?

—Acaba de irse, le llamaron para terminar un trabajo, ya sabes —dijo mamá ofreciéndome el cereal. —Por cierto ¿Te divertiste anoche? Tu padre y yo planeamos esperarte, pero cuando Mike se durmió caímos rendidos.

Me reí.

—Sí, nos divertimos mucho.

—Me alegra escuchar eso —sonrió.

Era un sábado normal, en pijama y desayunando mientras intentaba que Mike no se despertara, tratar de comer y estar tranquila sí que era un desafío. Cuando terminamos le ayude a lavar los platos, nos turnamos para cuidar a Mike mientras hacíamos el aseo de la casa, cuando mi hermano se despertó mamá le dio un baño y cuando estaba por entrar a mi habitación el timbre resonó y me apresure a atender.

—Hola Liam —sonreí, había olvidado que venía.

—Hola. —sonrió. —¿Puedo pasar?

—Adelante —dije haciéndome a un lado, su short corto y su camisa blanca me hicieron pensar que quizá acababa de hacer ejercicio o posiblemente había venido corriendo a casa. —Subamos ¡Mamá, Liam está aquí, haremos tarea en mi habitación! —grite al abrir la puerta.

— ¡Deja la puerta abierta! —gritó de vuelta y Liam levantó una de sus cejas divertido.

—¡Mamá! —rodé los ojos y entramos a la habitación, Liam se sentó en la cama y dejo su mochila en el suelo, tomé la mía y me senté frente a él cruzando las piernas, coloqué mi laptop encima y lo desbloqueo.

—Linda habitación—dijo observándola.

—Como el de toda chica ¿no? Rosa por aquí y por allá —dije sin mirarlo.

—Nunca había estado en la habitación de ninguna chica de hecho, solo en el de Scott y James —lo mire de reojo y se encogió de hombros —Ropa interior aquí y allá. Realmente no te gustaría...

Me reí.

Comenzamos a responder las preguntas que el profesor de Biología nos había encargado, escribí cada cosa en mi computadora al pendiente de toda buena información que Liam me decía, luego de una hora mamá trajo un refrigerio, preguntó cómo íbamos y luego fue de regreso a su habitación, cuando finalmente terminamos lo vi recostarse cruzando las manos detrás de su cuello mientras me miraba.

— ¿Qué? —pregunte divertida.

—Nada, solo estoy viéndote

— ¿Por qué?

Se incorporó.

— ¿Estas saliendo de nuevo con Aaron?

Vaya, fue directo.

—Nos viste... —susurré bajando la mirada.

—¿Eso quiere decir que sí? —insistió. — Porque necesito saberlo Mad, no puedo quedarme aquí de brazos cruzados esperando a que estés lista para una relación y luego te veo besándote en el estacionamiento con tu ex novio.

—Liam—dije cerrando la laptop y haciéndola a un lado. —Yo no sabía que tú querías...

—Ya lo sé—suspiró—lo siento.

Me pasé las manos por la cara intentando aclarar mi mente y procesando todo lo que había escuchado.

—Escucha, no tenía idea que te gustara, me apoyaste cuando tuve una crisis y estoy tan agradecida por eso, enserio...

—Pero... —me interrumpió.

—Pero eres mi amigo Liam, por el amor de dios te conozco desde que éramos niños.

Se levantó de la cama y comenzó a guardar sus cosas.

—Liam.

—No, Mad. Estuvo mal haberte dicho esto... no era el momento—tomó su mochila y la coloco sobre su hombro.

Me puse de pie enseguida y tomé su mano.

—Liam, escúchame, te quiero y eres uno de mis mejores amigos, no puedo explicarte lo de anoche, ni yo misma lo sé —me puse una de mis manos en el pecho para entendiera —solo ocurrió... entiéndelo, él fue mi ex novio, teníamos una conexión desde antes, simplemente pasó.

Él me vio a los ojos y de pronto me sentí tan pequeña a su lado, su mirada cambio de estar completamente seria a una más comprensible y protectora, una suave sonrisa apareció en su rostro.

—Si te hace daño, por mínimo que sea, solo dime ¿De acuerdo?

Lo abracé y sentí su barbilla en mi cabeza, sus brazos protectores me hicieron sentir segura, era como un hermano mayor.

—Gracias —dije saliendo junto con él y caminamos hacia las escaleras, justo antes de que llegáramos el timbre sonó y mamá se levantó del sofá para abrir la puerta.




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