Ángel de la muerte

36

Capítulo 36: Ángel y luciérnaga

 

 

Haniel

Por algún motivo que desconozco, líneas luminiscentes recorren mis manos al hacer contacto con las páginas viejas y dobladas; las cartas de Alex.

Mientras descanso sobre el suelo frío y mis alas me cubren, extiendo los escritos frente a mí y me decanto por el que provoca mayor refulgencia.

Mi pecho retumba con frenéticos latidos cuando las desdoblo con lentitud. Percibo la candidez de mi novia plagada en cada recoveco de éstas. Inspiro con profundidad para acoplar voluntad y cierro mis temores en un baúl recóndito de mi mente.

Centro mi atención en las últimas palabras que dejó en vida.

Mi ángel,

Esta noche quedará guardada siempre para mí.

Hoy volví a encontrarte; después de tantos años, regresaste a sostenerme como tantas veces lo hiciste cuando era sólo una niña. Secaste mis lágrimas y me hiciste memorar todos los momentos que tuvimos juntos...

Tengo la certeza de que cuando caiga, tendré un sostén que me ayude a regresar, que me abrace al volver, alguien que me mirará a los ojos y me dará un motivo para seguir en pie, una razón para vivir... aunque duela, aunque haya mucho sufrimiento.

Hoy quedará guardado para mí siempre... porque vi esperanza en ti.

Trago en seco y parpadeo constantes veces al evitar las gotas cristalinas que se acumulan en mis lagrimales.

Tomo otra de las páginas al azar, y suelto una exhalación entrecortada mientras contemplo la letra cursiva y desordenada que tenía ella.

Ángel,

Perdóname.

No tomé las mejores decisiones en el pasado, y hoy lastiman a las personas que más amo. Abrí puertas a un mundo que desconocía por egoísmo y nulas fuerzas, por cegarme y no ver a los demás, por sólo pensar en mi bienestar.

Cada día estoy más rota, a cada momento mi cuerpo es herido por los miedos y las inseguridades, por el vacío que ha dejado el abandono en mí. Sé que he podido tomar mejores caminos, que es mi culpa, que no tengo justificación...

Lo lamento, lamento ser una decepción.

Se fue con una idea errónea de sí misma; ella siempre fue un rayo que alumbraba las tormentas, un reflejo que iluminaba la oscuridad, un farol que encendía las ciudades... Alex fue y es mucho.

Haniel,

Sincerándome contigo, los celos llegan a mí por saber que estuviste enamorado de Vanessa.

Pero ¿sabes qué? Me siento feliz de que hayas conocido el amor conmigo, que lo hayas decidido tú, y no sólo el impulsivo corazón de un ser imperfecto. Quiero demostrarte en todas las letras cuán grande puede ser, pero debes saber que son inalcanzables e insuficientes.

Siento un cariño inmenso por los chicos, pero me desgastó el sostenerlos... Contigo, la carga se volvió ligera, mi interior descansó de todos los golpes que recibió y muchas heridas lograron cicatrizar.

Gracias por eso, gracias por estar conmigo.

Mis labios se curvan por inercia al sentir el abrazo cálido que es leer esto. Cada parte resguarda su esencia.

Me hace sentir más cerca de ella.

Hey,

Esta vez no tengo mucho que decir. Todo se ha quedado atorado en el millar de emociones que ha provocado nuestra primera cita. Me hiciste sonreír, me diste la confianza para mostrar la desnudez de mi alma y entregar una parte de mí en tus manos, a sabiendas de que tú jamás serías el causante de su dolor.

Mientras espero a que el sol salga en el amanecer, sonrío... lo hago por ti, lo hago por ellos, lo hago por... mí.

Sin darme cuenta, he tenido en mi vida la mayor riqueza que pueda existir; una familia.

El sentimiento es violento en mis adentros. Sin percatarme, ella siempre escribía para mí, para nosotros... ella sabía que todo iba a terminar de esta forma. No puedo estar más agradecido de que me permitió amarla; no se alejó, sólo me dejó elegir. Y yo elegí quedarme, mantenerme a su lado a pesar de todo.

Me siento dolido, porque aún esa parte dentro de sí relumbra, y la veo reflejada en la marca de su espíritu en mi piel.

Han,

En esta noche, hemos vuelto a salir. Me has confesado lo del sacrificio, y decidí fingir.

Muy dentro de mí estaba apagada una llama que me susurraba esa realidad, una en la que uno de nosotros tendría que morir.

Sólo quiero que sepas que no permitiré que ellos se entreguen, y mucho menos... tú. De nada sirve vivir, si los motivos para hacerlo se desvanecen.

Reprimo las emociones desabridas en mi interior. Sé lo que siente.

Ángel,

Estoy perdida. Los caminos se han nublado. No sé cómo ayudar a Karissa, no sé cómo aconsejar a Gabriel, no sé cómo orientar a Eder...




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