Ángel de sangre

Capítulo 27. Avenencia ficticia

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Avenencia ficticia

 

 

—Sabes que no te mataré si te acercas, ¿no?

Levi apartó las manos de la pared como si hubiera sido atrapado en una travesura. Ladeó la cabeza en busca de alguna señal de Nyx, posó la vista en los pequeños destellos que eran sus ojos. Sin estar interesado en obedecerla, se mantuvo inmóvil en la esquina más alejada de la celda.

—Ya lo hiciste —gruñó y devolvió la vista hacia las difusas marcas en el muro. Sabía, sin necesidad de verlas, que todo el lugar las tenía esparcidas como un continuo recordatorio para Yannik de sus tiempos hundido en una soledad interminable—. ¿Cómo se supone que saldremos? Lennix jamás olvida mantener a alguien vigilando. Los oigo todo el tiempo, sus burlas y sus promesas. Lo veneran como si fuera un dios, ¡¿acaso no lo entiendes?!

—Lo entiendo, no te preocupes. No podríamos salir aun si quisiéramos —admitió Nyx con parsimonia, sin apartar la mirada de la puerta de acero—. Creí que tus sentidos no eran tan agudos como cuando recién cambiaste. ¿Aún puedes hacerlo?

Levi sintió cómo sus orejas enrojecían al verse en una situación como aquella. Nunca habló sobre eso con nadie porque no lo veía necesario y el hacerlo frente a alguien que solo conocía desde hace unos meses, no hacía más que inquietarlo. Tuvo que recordarse a sí mismo la existencia de sentimientos desconocidos al poco tiempo de conocer a Aiken.

—Solo cuando estoy asustado.

—Pero es imposible, ellos descubrieron cómo bloquear…

La chica se quejó en voz baja por algún dolor que no afectó a Levi en el primer segundo. Algunos minutos después, una extraña pulsación se hizo presente en su cabeza y aunque no lo podía comparar con el suplicio de las intervenciones, sí lo obligó a mantenerse inmóvil. Creyó que la mejor opción era aceptarlo y de esa forma tal vez no lo afectaría con esa intensidad.

Estaba equivocado.

Pudieron haber pasado horas y Levi jamás se habría dado cuenta. Por su rostro ya corría un pequeño río de sangre y no era capaz de comprender el origen, pero el líquido ya comenzaba a estorbar su visión cuando las puertas se abrieron. Fueron atravesadas por soldados que los amenazaban con enormes armas automáticas, todos ellos eran liderados por un chico no mucho mayor que él mismo.

—No les hagan daño —anunció con el mismo tono de voz que le recordaba a Lennix, aunque había un brillo diferente en sus ojos—. Los dos son más valiosos que toda la colonia.

Levi se puso en pie con ayuda de las descuidadas paredes y sostuvo su mirada, sin estar seguro de que éste la percibiera. Se vio obligado a limpiar la suciedad en su rostro para analizar las cosas a su alrededor. Esta vez ya no permitiría que le hicieran daño sin antes presentar resistencia. No estallaría en llantos tan pronto lo apuntaran con la intención de matarlo.

Esta vez, era su turno de defenderse.

No le importó que pudiera arruinar aún más la situación, lo único en lo que pensaba era en la aplastante necesidad de escapar de ahí. Las alas se desplegaron en un susurro y cubrieron gran parte de la celda; sus ojos cambiaron de apariencia al sentir un extraño calor llenando su pecho.

—¡Levi, detente! —Fue rodeado por unos brazos que se parecían a los de Aiken, pero no podía dejarse engañar. Nyx sabía que verlo lo distraería lo suficiente como para tranquilizarse un poco. Volvió a su apariencia para susurrarle algo al oído—. Nos matarán a los dos si lo haces. Ese es Ysagi, el hijo de Lennix y es más prudente que su padre. Tú también deberías serlo.

Sin tener tiempo a reaccionar, uno de los guardias tomó a Nyx con violencia. Fue lanzada al suelo sin ninguna delicadeza y apuntaron a su frente para mantenerla quieta. Levi tardó unos segundos en volver a respirar con tranquilidad y concentrarse en lo que sucedía.

El recién llegado caminó hasta donde la mantenían arrodillada y ordenó que la soltaran. No parecía tener intenciones de causarle daño a ninguno de ellos pero tampoco los visitaba como un amigo.

—Deberías apreciar más tu vida, ¿no lo crees? —murmuró—. Después de todo, eres la última de tu pueblo.

Por primera vez, el híbrido presenció cómo la ira estallaba en los ojos de Nyx de la misma manera en que sucedió con Xero mucho tiempo atrás. Una extraña forma se reflejó en una de sus pupilas mientras que su otro ojo fue inundado por completo con una oscuridad asfixiante y su pupila se tornó de un violeta brillante.




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