Ángel de sangre

Capítulo 31. Reunión familiar

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Reunión familiar

 

 

Levi buscó la presencia del niño durante horas después de que Lennix se hubiera marchado. Bajo la atenta mirada de Nyx, escrutó la oscuridad sin conseguir nada. El chico había desaparecido sin dejar ningún rastro, ¿acaso lo había imaginado? No, toco sus hombros, eso era lo suficientemente real.

—¿Qué es lo que buscas, niño Arch?

Rodó los ojos ante el ridículo apodo que Nyx le otorgó desde el primer día. No había parado de mencionarlo aún si estaban a punto de morir. Observó el plato vacío frente a él, carente de cualquier comida. Acabó con la ración tan pronto como la tuvo en sus manos, aunque no fue suficiente para saciarlo. Aun no podía olvidar la mala costumbre que adquirió en el hogar de Aiken: ahí siempre comía lo que deseaba.

Consideró que contarle la verdad no era tan mala idea. Después de todo, estaba seguro de que comenzaba a enloquecer.

—A un niño —pronunció desinteresado—, como de catorce años. Creo que es un duṣṭa. Él me vio cuando estábamos con Lennix. ¿No es una locura?

—Era Minh —declaró la fémina sin ningún retraso—. Y no es una locura. Hay… había duṣṭa que podían hacer cosas más increíbles que él. Ahora los más fuertes están muertos.

Las puertas se abrieron sin previo aviso. Esta vez no entró Lennix ni Ysagi, solo hombres armados que levantaron a Levi por los brazos con brusquedad. Retuvieron sus brazos contra la espalda y lo esposaron sin ninguna clase de amabilidad. Nyx se puso de pie al comprender lo que sucedería con el híbrido.

—¡No pueden hacer eso!

Golpeó a uno de los guardias en el abdomen y apartó a otro de un empujón. Si al comienzo no la tomaban en serio, eso cambió cuando sujetó el cuello del que cargaba una pesada arma y lo giró hacia un lado sin ningún esfuerzo. Los agentes que restaban levantaron sus pistolas y apuntaron a Nyx con un dedo en el gatillo, listos para disparar ante la menor provocación.

Levi se mantuvo estático en todo momento, temeroso de lo que ocurriría si se unía a la mujer. En su cabeza surgía la una idea descabellada: que todo eso solo era una prueba. Sabía que Lennix era cínico y contaba con un cruel sentido del humor, por lo que tratar esas provocaciones como un juego no lo sorprendería.

Observó a Nyx con una mirada suplicante, con la esperanza de que no estropeara aún más la situación. Solo podrían salir de ahí si conseguían que los vigías bajaran la guardia.

Los centinelas comprendieron que la duṣṭa se había tranquilizado; guiaron a Levi hacia el exterior, recelosos de recibir otro ataque. Lo último que el híbrido pudo ver antes de que cerraran la puerta a sus espaldas, fueron las lágrimas de impotencia recorrer el rostro de Nyx.

Caminaron a través de pasillos que Levi ya había olvidado, pasillos que deseó no volver a transitar.

En menos de diez minutos, se encontraban frente a una puerta más grande que todas las que había contemplado en el enorme laboratorio. Esta era la única que no estaba hecha de metal. Las astillas de una madera antigua sobresalían a simple vista, peligrosas al mínimo roce como una advertencia para aquellos que se atrevieran a irrumpir.

En contraste con su apariencia, la manera de abrirla era bastante compleja. Uno de los guardias tuvo que tocarla y de ella se deslizó un pequeño panel de cristal. Se encargó de verificar su mano y la retina del ojo para poder atravesarla.

Levi se sentía irrealmente relajado. Aunque deseara poder escuchar lo que sucedía al otro lado, o los pensamientos de sus acompañantes, no podía cambiar ese sentimiento de paz que lo embargaba. Sabía que se enfrentaba a su destino y, tal y como Aiken le había enseñado, no existía forma humana de huir de él.

Si lo beneficiaría o le haría daño, no podía saberlo. Lo único que le quedaba, era mirarlo a la cara y aceptar lo que viniera. Si lo beneficiaría o le haría daño, no podía saberlo.

Respiró hondo al mismo tiempo que lo enviaron adentro de un golpe. Se resistió al miedo que sentía cada vez que estaba cerca de Lennix. No podía permitir que éste continuara manipulándolo a su antojo y tener las reacciones de un niño, era algo que el humano esperaba todo el tiempo.

—Tu pequeña amiga es toda una guerrera, ¿no? —Una sonrisa amarga se extendió en su rostro—. Escuché que redujo a tres de mis guardias a simples cobardes. ¿Dónde es que consiguió esas habilidades de lucha?

Se acercó hacia él en movimientos lentos y calculados; trataba de medir las respuestas de Levi sin conseguir lo que quería. Al final se rindió y volvió hacia su escritorio, en donde observó unas pantallas que parecían indicarle algo interesante. Su mirada conectó con la de Levi y reflejó el mismo brillo de satisfacción que mostraba la mayor parte del tiempo.




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