¡Ángel enséñame a volar!

Prólogo

20 septiembre de 2012

Tengo frio ¿así se siente cuando no tienes alma?, entonces ¿Por qué sigue doliendo? ¿Por qué siento que cada vez me hundo mas en la oscuridad? ¿todavía siento? ¿tengo esperanzas? ¿existe alguna salida? ¿puedo despertar de esta pesadilla tan larga? ¿este eterno anochecer?

Tengo frio, me abrazo a mí misma y pongo mis pies cerca de mi pecho, duele, duele mucho, no quiero esto, no quiero sentir, quiero dormir y no despertar, solo quiero verla, solo quiero verlos, aunque sea solo una vez más. tengo miedo, tengo tanto miedo, pero más me aterra quedarme aquí.  Abro los ojos y miro hacia el cielo oscuro donde se pueden apreciar las estrellas, tengo miedo, tanto miedo de que cuando deje este mundo no vaya hacia ellos. Las lágrimas recorren mis mejillas, quiero gritar, pero ya ni siquiera tengo voz.

Mi garganta duele, pero el vacío en mi corazón supera cualquier dolor que sienta ahora mismo.

Hay voces en mi cabeza diciéndome que termine con esto, con este sufrimiento, pero soy una cobarde porque a pesar de todo no me atrevo, tengo miedo de olvidar aquellos momentos que valieron la pena, olvidarlos a ellos, porque pese a todos esos recuerdos son los que me han mantenido a flote.

Tengo hambre, mi estómago duele y grita por algo de comer, pero no tengo fuerzas de levantarme del frio suelo y solo me abrazo a mí misma, me pregunto si algún día dejara de doler, si este vacío en mi pecho desaparecerá, si este frio algún día acabara, y si esta oscuridad me abandonara, son esas las cosas que temo que me acompañen hasta más allá de mi muerte.

No sé cuánto tiempo duro en esa posición, pero mi estómago gruñe y ya me duele demasiado, me levanto con mucho esfuerzo y me agarro de las paredes para no caer.

Tengo sed, quiero agua.

Quiero vivir, quiero morir.

Son los pensamientos que surgen a mi mente mientras mi visión se hace borrosa y caigo sobre mis rodillas, tomo una respiración profunda y lo intento de nuevo, Pero no sirve de nada, solo me quedo ahí, como una muñeca rota a la cual nadie quiere, nadie recuerda, soy como aquellos juguetes debajo de la cama que ya nadie los recuerda y esperan en la oscuridad esperando un poco de calor.

Odio todo esto, odio vivir, lo odio tanto, porque duele tanto respirar y todavía seguir sintiendo que te ahogas, duele tanto dormir porque solo te rodean pesadillas, odio tanto el amanecer porque aun siendo de día mi vida permanece oscura.

¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué nací? ¿Por qué viví? Acaso ¿esta vida todavía tiene sentido? ¿hay algo más por lo que deba pagar?

Esos son los pensamientos que siempre rodean mi mente, cierro mis ojos, me cuesta mantenerlos abiertos, mi cuerpo pesa, mi mente se hace difusa, solo espero no volver a despertar.

 

****

Abro los ojos y observo el oscuro cielo, al parecer mi momento todavía no ha llegado, pongo mis manos en el suelo e intento levantarme y por fin lo consigo, como todos los días desde que estoy aquí voy a ese lugar que logra calmarme y que me trae paz.

Cuando mis pies tocan la arena me siento en paz, es como si estuviera en casa, miro hacia el horizonte como la luna llena se refleja en el agua y camino hacia allá, cuando el agua alcanza mis pies, extiendo mis brazos y respiro hondo, llenando mis pulmones de un aire limpio y me siento llena de algo que no puedo descubrir, pero me hace sentir tan bien.

Y por primera vez después de tanto tiempo caminando hacia aquí, mis pies siguen avanzando, hundiéndose en esa gran agua salada y mi cuerpo se estremece debido a lo helada que esta, mis manos tocan el agua ¿Por qué a pesar de estar tan fría me parece tan agradable?, la mitad de mi cuerpo está hundido en el mar y mis pies siguen avanzando y solo puedo seguir avanzando mirando hacia el horizonte, mi pelo sucio vuela al compás del aire y algunos mechones vuelan hacia mi cara ¿así se siente la libertad?.

El agua llega hasta mi cuello y miro hacia el cielo, las estrellas hoy resplandecen más que nunca, tomo un vistazo de ese cielo tan hermoso por última vez antes de hundir mi cuerpo completamente en el agua, a pesar de que mis pulmones no están recibiendo oxigeno nunca me había sentido tan viva.

 Y así me quedo un buen rato, hasta que mis pulmones reclaman el oxígeno, aun así, mi cuerpo no responde y se queda ahí, siendo uno con el mar, dejando se llevar, dejándose olvidar. Siempre escuche que cuando estas a punto de morir vez tu vida pasar entre tus ojos y ver todo lo bueno y malo por lo que pasaste, pero ¿Por qué no veo eso? ¿Por qué no siento que muero? Sino, al contrario ¿siento que he vuelto a vivir?

Y con esa paz que siento me dejo llevar y nunca en toda mi vida me sentí tan viva.



#38039 en Novela romántica
#10020 en Joven Adulto

En el texto hay: angeles, romance, ficcion juvenil

Editado: 30.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.