Graham se acercó a su novia; la había perdido de vista por un par de horas y eso había activado todas las alarmas de su cabeza. Pero no podía hacer nada, tenía que esperar.
—¿Por qué no te quitas la máscara? —interrogó Graham inocentemente a Gabriel.
—¿Olvidas el moretón de mi cara?
—Bueno, lo intenté —repuso Graham encogiéndose de hombros, tomando las manos de la joven.
La fiesta casi llegaba a su fin, la mayoría de los invitados ya se habían retirado; eran casi las 5:30 a.m. Algunos estaban despidiéndose y retirándose poco a poco.
—Me dio gusto venir —dijo Ángel a Astrid.
—¿Por qué?
—Porque me encontré con tu hermana —respondió él.
Pero Astrid no se atrevió a preguntar sobre lo que él estaba diciendo. Ángel le dio un beso en la mejilla a Astrid y fue a despedirse de Gabriel.
—Debo irme —le dijo acercándose a ella, que estaba parada en el comedor lejos de todos.
—Te pediría que te quedaras, pero… es mejor que no.
Finalmente, se quitó la máscara.
—¿Qué te detiene? —interrogó él quitándole la máscara de la mano.
—Mi corazón —respondió ella tomando la máscara de las manos de Ángel. De pronto, una mujer a la que ella no conocía se acercó a ellos.
—¿Nos vamos, corazón? —Preguntó la mujer rodeándolo por la cintura. Gabriel clavó su mirada en los ojos de él.
Sintió que algo se helaba en su corazón.
—Además, te están esperando.
El tono de voz le salió serio y un tanto molesto, comenzó a caminar hacia el recibidor. Él apartó un poco a la mujer y siguió a Gabriel, la tomó por el brazo y la hizo parar.
—Sigue tu camino… Yo seguiré el mío —le dijo ella sin volver a verlo—. Eso fue lo que hizo que me alejara de ti, o ¿ya lo olvidaste?
No sabía por qué estaba tan segura de ello, pero para ese punto no sabía de dónde provenían muchas cosas. Una lágrima rodó por su mejilla, zafó su mano de la de Ángel y reanudó su camino. Se paró detrás de Graham, quien al verla la abrazó. Ángel se quedó paralizado, no tenía idea de lo que Gabriel le había dicho, se giró a ver a la joven y le extendió su mano para que ella la tomara, y salió de la casa confuso y furioso. Gabriel solo lo seguía con la mirada.
Los invitados terminaron de irse a las 6:25 a.m., incluyendo a Graham, Yarot y Anthon. Cada una subió a su habitación. Astrid estaba tan emocionada que solo se quitó su vestido y se recostó, pero seguía pensando en Yarot; ella aún no tenía ganas de dormir.
Maevel no supo cómo subió las escaleras y cómo llegó hasta su habitación. Lo único que medio supo que hizo fue ponerse el pijama. Estaba tan cansada que no pudo hacer nada más, se metió en la cama y se quedó dormida.
Gabriel estaba parada frente al espejo despeinándose, ya se había puesto la pijama, recordó el beso que le dio a Ángel. Se paró frente al buró y rozó la rosa, se metió en la cama y se quedó dormida. Ese día durmieron plácidamente.
Graham caminaba de un lado al otro de la sala con el teléfono en la mano. Su departamento era muy grande y muy poco amueblado, pero cómodo. Yarot y Anthon estaban con él.
—¿Cómo que no? —gritaba Graham.
—¡Es que no es posible, ustedes deben cuidarla y hacerlo lo mejor posible! —respondió la mujer con la que estaba hablando, intentando tranquilizar a Graham.
—No Lysandra, él ya la encontró y nosotros solos no podremos contra él.
—Graham, tú eres el mejor y eres igual de fuerte que él, solo debes confiar en ti —la voz de ella era tranquila y en tono de consuelo—. ¿Estás seguro de que era él?
—Sí… Era él —respondió tranquilizándose por la fuerza.
—¿Gabriel ya sabe algo de esto?
—No, ella no sabe nada aún.
—Entonces debes enfrentarlo, antes de que le haga daño.
—Me temo que si lo enfrento, moriré —respondió Graham casi sin querer hacerlo.
—Mira, déjame hablar con el Alto Consejo, para ver qué me dicen respecto a esto, pero no te prometo nada. Lo más seguro es que… Los Espada Rota no quieran intervenir en esto o que no puedan, y ya sabemos por qué.
Graham estaba más allá de la furia, y el miedo.
—¿Cómo que haber qué se puede hacer?
—Trata de tranquilizarte, tienes que ser paciente, las cosas no son tan fáciles.
—¿Entonces dime cómo son? —pidió él en un grito ahogado.
—Pues ya sabes que los Espada no intervendrán —le dijo Lysandra gritando.
—¡No intervendrán! Entonces váyanse al infierno —gritó y colgó aventando el teléfono al sofá—. ¡Maldición!
Le dio un puñetazo a la pared. Anthon se puso de pie y se acercó a él.
—Tranquilo, Graham —dijo Anthon colocando su mano en la espalda de Graham.
—Nos dejaron solos, totalmente solos —la voz le salió quebrada por la ira.
—Todo saldrá bien —repuso Yarot observando a su amigo de toda la vida.
—Se la llevará —gritó Graham—, y solo podremos observar —concluyó llevándose la mano derecha a los ojos, para evitar que se le derramaran las lágrimas.
—Pero podremos pelear contra él, no se te olvide que somos una fuerza de ataque triple —recordó Anthon.
—No Anthon, bien sabes que no solo es fuerte, además él siempre ha estado en combate y nosotros no, ese es el problema —Explicó Graham tranquilizándose un poco, agradeciendo el apoyo de sus hermanos.
A ellos los habían alejado de “los problemas” cuando les dieron la misión de cuidar de las chicas. No es algo que lamentaran en realidad, pero la práctica se había perdido.
—¿Le temes? —interrogó Yarot recargado en la chimenea.
—Sabes que no, Yarot… Pero le temo a Gabriel, es por ella que no me quiero arriesgar, no quiero perderla —respondió Graham en un suspiro.
—Entonces, ¿por qué no hablamos con ella?
—¿Qué demonios le dirías? —interrogó Graham desesperado.
—Creo que la verdad —dijo Yarot en tono despreocupado, muy seguro de sí.
—¿La verdad? ¿Es que eres idiota o qué? ¿Cómo le dices a alguien que es la única persona o cosa que puede llegar al liderazgo de una casa de poder, coronarlo o destruirlo por completo? Explícame ¿cómo? Porque no entiendo lo que le dirías a Gabriel, cuando ni siquiera sabe quién es o lo que es —reprochó desesperado en un grito.
—Existe otra forma de detenerlo, pero no será para siempre y no te gustará… Pero —intervino Anthon con precaución.
—¿Cuál? —interrogaron Yarot y Graham al mismo tiempo, interrumpiéndolo.
—Matarla.
—¿Qué? —interrogó Graham totalmente histérico.
—Si ella muere, él se hará vulnerable y será más fácil atraparlo, así lo podremos retener mucho tiempo, el suficiente para que jamás la encuentre —les aclaró Anthon.
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Editado: 16.11.2025