Maevel y Astrid habían salido más temprano ese día, dejaron a Gabriel durmiendo en la casa o eso creyeron ellas.
—Por lo menos le hubiéramos dicho a Gabriel—reprocho Maevel a Astrid en el automóvil.
—Estaba dormida, y no quise despertarla.
—¿Si se le ocurre ir a l museo? ¿Cómo crees que le va a hacer?
—Por favor Maev, está convaleciente y si se le ocurre salir, pues lo más seguro es que le pida ayuda a Graham, y… No creo que sea capaz —respondió Astrid meditando un poco en lo que Gabriel era o no capaz de hacer.
—Astrid se te olvida que es una niña muy terca.
—Pues para eso está su novio ¿Ok? No te preocupes, estará bien—replico quedándose en silencio por el resto del viaje.
Graham caminaba de lado a lado de su sala hablando por teléfono, seguía temiendo por la vida de Gabriel. Sabía que tenía que ponerle fin a esto, o se convertiría en una pelea eterna y tarde o temprano él sería uno de los que moriría y dudaba poder regresar a lado de su familia. El problema es que en cada ocasión las cosas se complicaban más, era más difícil alejarlo, era más letal, era más aguerrido. Como si cada muerte le diera más fuerza y. estaba seguro de que la siguiente vez… ellos perderían en grande.
—Por favor Joachim… Casi la matan—reprocho Graham en tono molesto.
—No puedo hacer nada, estoy atado de manos y lo sabes —respondió la voz detrás del auricular.
—Si me permitieran estar con ella podría protegerla todo el tiempo.
—Para poder estar con ella tendrías que decirle la verdad—reprocho Joachim asustado de lo que eso podría ocasionarle.
—¿No crees que sea momento de que ella sepa la verdad?
—No aun no, es a mí a quien le corresponde decirle —Aclaro tratando de tranquilizar a Graham.
—¿Cuándo será eso?
—No lo sé, pero soy yo quien tiene que decirle, nadie más puede explicarle los eventos en los que no han estado —explico con tranquilidad, pensando en las posibilidades futuras. –Solo mantente al margen.
—Siempre actúan igual, esperando a que el afectado se entere por sus propios medios —le reclamo Graham en un grito —Eso no es justo para ella.
—No me juzgues por la manera en la que procedo, no es fácil estar en mi lugar.
—No estoy juzgándote, sé que ella es tu esposa… Pero Gabriel es tu hija, y siempre la has dejado sola, no ha tenido tu apoyo jamás. Solo la dejas con extraños para que la cuiden, para que hagan lo que tú deberías hacer.
Sabía que estaba mal reclamarle a Joachim por ello, pero se le agotaba el tiempo y se terminaban sus opciones.
—Lo sé, pero no puedo romper mi promesa, y esa es la única forma de que Gabriel sea libre —respondió Joachim con nostalgia en su voz.
—¿Libre? Ella no es libre de ninguna manera, siempre es presa de él, de los suyos, y su familia escondida en las alcantarillas como unas ratas.
—No le dirás nada entendido y por ahora los Espada rota no intervendrán.
—Bien como quieras —grito Graham cortando comunicación y estrellando el teléfono en la pared.
Unos minutos después sonó su teléfono celular, cuando vio el número en la pantalla trato de tranquilizarse lo más posible. Si era necesario mataría a Ángel, y rastrearía su regreso, y lo eliminaría en cada ocasión… Aunque eso le costara todo.
—Hola corazón ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
—Bien me siento mejor, pero quiero pedirte un favor.
—Dime.
—¿Podrías venir por mí? Es que quiero ir a hacer unas diligencias, pero no quiero hacerlo sola.
—Pero aún no estás bien.
—Sí, pero me siento bien —respondió Gabriel para tratar de convencerlo —Hazlo por mí.
—¿Sabes que Maevel y Astrid van a matarme por esto?
—No te preocupes, si te dicen algo solo cúlpame a mí y yo diré que fue la culpa de los medicamentos.
—Está bien voy para allá —dijo Graham con una sonrisa en el rostro
—Gracias —respondió Gabriel cortando comunicación.
El día apenas comenzaba y las telarañas del destino estaban en movimiento, se confabulaban en favor de aquellos que sabían que hilos mover.
—¿Seguro vendrá hoy? —interrogo Violet serrando uno de los estantes de vitrina que contenian piezas en restauracion.
Se encontraba en el laboratorio de conservacion y restauracion de su clan, est trabajaba directamente con los museos de la ciudad y los museos privados.
—Violet ¿De quién crees que estás hablando?
—Ya lo sé, solo que creo que confías demasiado en ella. ¿No crees que podrías equivócate? —interrogo Violet con una sutil sonrisa.
—De todos ellos, sé que solo en ella puedo confiar ciegamente.
—¿Porque estas tan seguro de esa diferencia?
—Porque ella tiene preceptos diferentes a los de los demás —respondió Ángel recargándose en la pared, Violet se acercó a él colocando su mano en el pecho de él.
—¿Vas a ir a la reunión de hoy amor? —interrogo en tono seductor.
—Bien sabes que nunca falto a esas reuniones —contesto Ángel, Violet recargo su cuerpo en el de Ángel y con su mano recorrió el cuello del atrajo su cabeza y lo beso.
Ángel no opuso resistencia, Violet deslizó su otra mano por el estómago hasta el cuello tocando el escápelo que le dio Gabriel, por impulso tomo la mano de Violet alejándola de él.
—¿Qué pasa amor? —interrogo ella viéndolo a los ojos, realmente confundida.
—Nada —respondió muy serio bajando la mano de Violet —Preferiría que no volvieras a hacer eso.
—Jamás te había molestado que lo hiciera.
—Lo sé, pero no quiero que le llegue algún comentario que la aleje, está claro —Advirtió molesto.
—Si Ángel, está claro —respondió ella en tono sumiso —Debo irme al museo, tengo cosas que organizar —concluyo.
—Está bien, te veré luego.
—Esto apesta —pensó Violet dirigiéndose hacia la salida.
Gabriel Nielsen bajo las escaleras de su casa muy lentamente, llego hasta la sala, traía consigo su mochila, había desayunado solo un poco de cereal y yogurt. Dejo su mochila en el sofá, cuando sonó el timbre, por un momento penso que esa era una mala idea, pero no queria quedarse en casa y que esos sueños le asaltaran de nuevo.
#1261 en Fantasía
#720 en Personajes sobrenaturales
amor, tiempo y vida, traición cicatrices y triángulo amoroso
Editado: 16.11.2025