Graham salió de su departamento con una maleta de ropa, así como cosas de aseo personales. Le sorprendió que el Alto Consejo asignara a alguien para mantener su departamento, ellos nunca supieron lo que le pasó. Tomó un taxi y se dirigió a casa de Violet, pasaría por ella para regresar a casa. A diferencia de él, ella tenía una compañera de departamento. La mujer solo apiló sus cosas en un garaje, de modo que recuperar lo que fue suyo fue sencillo.
—Recuerdo que unos meses antes de que Ángel llevara a Gabriel a la Casa Roja —explicó ella—, estuve en este apartamento… Bueno, ¿sabes que Ángel y yo llevábamos una amistad muy estrecha? Hubo cosas que solamente hacía conmigo, hasta que llegó Gabriel. Después de eso por más que yo le buscara siempre me mandaba al carajo… Bueno, eso lo hacía muy a menudo.
—Sí, sé lo que es eso… Me pasó igual con Gabriel —respondió Graham con una sonrisa, tomando la mano de Violet, ella lo miró algo sorprendida.
Ella no había decidido ser una Tormenta Negra, Ty la había robado y sometido a su voluntad. Después de un tiempo, quizá algunos años, simplemente ya no se fue, de modo que juró lealtad.
—¿Puedo preguntarte algo del pasado?
—Es de lo único que podemos hablar, así que pregunta —le indicó Graham.
—¿Por qué me salvaste? No es que me moleste… Pero yo soy una Tormenta.
—Sabíamos eso, siempre. Pero nunca hiciste nada por dañarnos, te hiciste amiga de Gabriel y, pese a lo contrario de su naturaleza, la cuidaste y apoyaste. Además, quizá no eres parte de mi familia, pero sí de la de Ángel, y alguna vez fue de la mía… Bueno, contando el hecho de que es mi padre… Por lo tanto, debía salvarte —respondió Graham acercándose un poco a ella.
—Nunca he entendido esa parte… Tú eres su hijo y tiene la misma edad.
—¿Hace cuánto eres Tormenta?
—Dos generaciones.
—Bien, una vez que uno de nosotros nace dentro de una familia, Tormenta o Espada, la siguiente generación las edades no cambian, solo nuestro físico hasta nuestra muerte. Ángel tiene el doble de edad física, en apariencia es de mi edad, es un proceso complejo, pero te acostumbras, como a todo en la vida.
Los dos se quedaron meditando en las palabras de Graham.
—¿Ahora qué ocurrirá? —interrogó Violet sonriendo.
—Las cosas van a ponerse feas, una vez que el Alto Consejo se entere de nosotros, no dudarán en buscar venganza… Eso desatará una pelea que los nueve hijos han estado esperando por siglos… Violet, tienes que tomar la decisión. Ángel habla de recuperar tu alma y la de él, pero tú no dices si estás de acuerdo.
—Sí estoy de acuerdo, no tengo una familia que me respalde.
—Si haces esto… Serás parte de mi familia.
—Entonces es algo que tengo que meditar —le aclaró con una sonrisa.
—Ok, ok, como usted diga, mi señora —respondió Graham besando los nudillos de su mano.
El avión tocó tierra casi al anochecer, ellos estaban agotados por el viaje. Les había sorprendido la llamada del hospital psiquiátrico, Gabriel había escapado hace seis meses y apenas se contactaban con ellos. Por suerte el nuevo director Arturo Primus les había llamado para avisarles. No es que ellos quisieran regresar a Gabriel a ese feo lugar, era que podían encontrarla los Tormenta Negra y su vida estaba en riesgo.
De hecho, no habían hablado con Astrid en todo este tiempo, Anthon había sido advertido por el Alto Consejo, de hacerlo los separarían. Ni siquiera pudieron invitar a su hermana a la boda, eso era lo que más le había dolido a Maevel. Sabían que ella seguía en la casa familiar, solo esperaban no estuviese molesta por la lejanía.
Subieron su equipaje al taxi y lo abordaron, este los llevaría a casa. El anochecer se avecinaba, la tarde era cálida, el cielo estaba completamente libre de nubes.
—Todo fue tan extraño.
—¿Qué fue extraño, amor? —interrogó Anthon tomando la mano de Maevel.
—Gabriel mata a su madre, la internamos, Joachim desaparece y Ángel muere… Sobre todo esta parte, perseguirla por siglos y dejarla ir solo porque se le cruzaron los cables.
—¿Esto es nuevo? Nunca me lo habías mencionado.
—No, lo pienso desde ese día.
—El Alto Consejo lo confirmó, era Ángel.
—El Alto Consejo no actúa muy honestamente en lo que a nuestra familia se refiere, simplemente recuerda las mentiras que le dijimos a Dos. “Astrid dejó la casa y tenemos que ir a recuperar nuestros documentos, muchos datan de siglos antes de que caigan en manos equivocadas”. Cuando preguntó si el Alto Consejo sabía, tú simplemente dijiste: “¿Por qué crees que haré ese viaje? Ellos me envían”.
Las mejillas de Anthon se tiñeron de rojo, no era alguien que mintiera, pero últimamente lo había hecho y mucho.
—Ellos solo quieren lo mejor…
—No, ellos quieren tener el control, ellos solo quieren no perder el poder. Son iguales a los Tormenta, ambos Clanes deberían desaparecer, la humanidad no los necesita.
—Maevel.
—No, amor, sabes bien que digo la verdad… Solo ve lo que le hicieron a nuestra familia ¿Por qué demonios no nos apoyaron? Ángel habría sido liberado y Gabriel nunca habría caído en ese lugar.
Las palabras de Maevel hicieron mella en él, Anthon siempre había sido fiel al Alto Consejo, hacía las misiones sin preguntar. Los respetaba por sobre todas las cosas, y creía en ellos ciegamente. Pero, tenía que concederle razón a Maevel, el Alto Consejo no había actuado honestamente, ni amablemente para con su familia.
Ahora que lo pensaba, desde hace siglos les retiraron sus dones, solo tenían los básicos. Pero estos no servían para enfrentar a los Tormenta, de otro modo no se habrían acercado tanto a la familia. Además, si Maevel tenía razón, existía la posibilidad de que la muerte de Lysandra fuera ocasionada por uno de estos, y que el cuerpo de Ángel, que vieron en fotos, simplemente no fuera él.
Por lo pronto, lo único que le quedaba era apoyar a su esposa y a sus hermanas. De paso encontrar a Joachim y quizá lograr que el Alto Consejo restituya a su familia, eso los pondría de nuevo en el juego y podrían defender a los suyos sin temer.
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Editado: 16.11.2025