Angel Guardian

-Capítulo 17- Peligroso y tentador.

Primera corrección: || 27/ 08 / 2019 ||        

-Rex-

Así como las falsas sonrisas pueden evitar interrogatorios innecesarios, también suelen convertirnos en lobos solitarios. Las personas más cercanas a ti nunca preguntarán si estás bien, porque la expresión que llevas en el rostro será suficiente para eliminar cualquier sospecha de lo que en realidad existe en tu corazón.

Soy un tipo que prefiere contradecir al corazón y sonreír como si no hubiera un mañana, creo que es una de las cosas más difíciles y dolorosas que podemos asumir para proteger a los que en verdad amamos. No recuerdo haber soltado una sola queja frente a las personas que me importan, todo ha existido muy dentro de mi alma y sigue atrapado allí.

El problema de ser fuerte es que nadie te pregunta si estás bien. Ellos asumen que siempre estarás bien y esa es una gran responsabilidad que cargar. Ethan siempre ha sido muy impulsivo y expresivo, no importa cuánto lo niegue, le es complicado esconder lo que siente. Admiro eso de él, tiene el valor y la capacidad para pasar del mundo entero y decir "Me importa una mierda lo que pienses de mí, este soy yo y si no te gusta, allá tú".

Yo soy completamente contrario a él, siempre midiendo mis palabras y expresiones por miedo a errar y herir al expresar mi sentir con sinceridad.

Pero cuando encuentras a alguien que logra ver más allá de esa máscara, sientes como si esa persona se colara entre las grietas que luchaste por tapar. Cava profundo, abriéndose paso en tu corazón, llenándote de ese afecto y calor que rehusabas recibir por miedo a perder aquello poco después. Ella se coló muy dentro de mí, dejó una huella justo allí y no hubo modo de borrar la marca que fue grabada en mi alma con fuego. Odio tanto lo egoísta que puede llegar a ser la gente que se autodenomina "buena". En su ignorancia, insiste y aporrea la puerta que decidiste cerrar para proteger esa última parte que mantenías intacta. Y una vez que la abres y permites que entren, recibes lo que temías conocer y tu existencia se vuelve dependiente de esas nuevas sensaciones. Te aferras a lo que creíste genuino y especial, para luego perderlo en un parpadeo.

Las pocas personas que tocaron mi corazón, solo lo hicieron para atormentarme con su partida. Es por eso que odio a cualquiera que intente ser bueno conmigo, me produce asco su hipocresía. Si saben que no podrán cumplir sus promesas, es mejor no hacerlas en primer lugar. Si no se van a quedar entonces dejen de joderme con su cercanía. Estoy cansado de sentir como me es arrancada una parte del alma con cada partida.

— ¿Estás segura que podemos entrar por aquí? —pregunto confuso, me parecía una buena idea, pero aprecio más mis vaqueros negros de edición limitada.

— Es por aquí o por ningún lado, Dino —respondió ofuscada, era la cuarta vez que le pedía una mejor solución. Me parecía repulsivo entrar por el alcantarillado—. No seas miedica, eres uno de los que va delante en la cadena alimenticia, Rexy.

— No es cómico, este lugar huele peor que la mierda —bufo mientras tengo cuidado por donde piso, no quiero encontrar sorpresas desagradables.

— ¿Qué esperabas? —gira los ojos y se encoge de hombros moviendo la cabeza para el lado opuesto— es una alcantarilla, no un campo de flores.

La puta alcantarilla nos llevaría a una entrada que no había sido terminada de construir, nos conduciría al sótano dos del pub Duprae. ¡Vaya mierda! Debí imaginar que terminaría jodido al venir con Bunny, está zafada.

— Camina rápido, tenemos 55 segundos antes de ingresar —ordena como sargento, su voz es firme y sin titubeos. Me siento un novato a punto de ser mandado a las primeras filas del enfrentamiento—. Una vez dentro comenzará la cuenta atrás de 10 minutos.

Reviso mi reloj en la muñeca izquierda y calculo el tiempo como se me ordena, está muy oscuro aquí abajo y eso me no me permite ser muy exacto con los números.

— ¡Avanza! —cuando le quise seguir el paso ella había desaparecido de mi vista, pero aún podía escuchar su estrepitosa voz a lo lejos.

— ¡Joder! Miro el puto reloj por un segundo y pierdo al conejo —farfullo frunciendo el ceño, entro con cautela por el gran hueco que hay en una pared agrietada y encuentro unas escaleras de mental en mal estado.

¡Ja! Esto es cómico, conejo y un hueco en la pared. Creo que Bunny me trajo a su madriguera.

Entre ruinas me muevo por la única dirección que diviso, el calor y la humedad entremezclados con el aire lo vuelven difícil de respirar. Es repugnante la cantidad de sustancias que recorren las tuberías oxidadas, el moho es de un color verde musgo y puede decirse que es lo más exótico que adorna este agujero pestilente.

Una vez al otro lado, me quedo pasmado observando el piso de cerámica gris y las paredes tapizadas de un rojo indistinguible por la oscuridad, estoy en una habitación alucinante y al parecer entré por el ropero.

— No te quedes ahí parado, el tiempo corre —esa voz dura y determinada, me amonesta devolviéndome a la realidad.

— ¿Quién te puso a cargo? —inquiero cruzando mis brazos y pongo la mejor cara de póquer que poseo.

— Pues claro que yo —alza una ceja sonriendo y sigue—, estás verde todavía Rexy —su voz de sargento se suaviza y eso me enfada. Maldita bipolar.

— Hablo enserio, no seguiré ordenes de alguien que no tiene ni una pizca de respeto —bufo cabreado.

— Cómo esperas que te tome enserio si ni siquiera tienes conocimientos básicos en tácticas de espionaje y combate. Por otro lado, dudo mucho que puedas ofrecerme un informe completo de la propiedad y su infraestructura —cada vez que suelta algo, me hace sentir incluso más inútil que ahora. Ella siempre encuentra un modo de pisotear mi ego—. Además, eres impulsivo hasta los huesos y no tengo intenciones de morir.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, angel de la guardia

Editado: 10.06.2020

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