Ángel nocturno (serie "Delta 3", nº 2)

Una misteriosa dama

Base geoestacionaria polar Hemera, en Urano, sistema solar. La tripulación del Cisne Negro se tomaba un relajante descanso en un abierto y luminoso restaurante, mientras la nave estaba siendo reaprovisionada en una de los muelles, y Nova leía las fichas técnicas de los nuevos sistemas de armas recién adquiridos para la nave:
—¡Vaya...! Esta vez sí que compramos buenas cosas —exclamó entusiasmada—. Todas estas armas han sido robadas de los depósitos de la FDT y la AE seguramente.
Estoy deseosa de poder probar el nuevo cañón electromagnético que tenemos instalado, según las especificaciones, estoy segura de que puede atravesar hasta el casco de un crucero —comentó feliz.
—Deberías desear todo lo contrario, nunca hay garantías de salir con vida de una batalla —la corrigió Spica sin siquiera mirarla.
—¿Y a ti qué te ocurre?, ¿aún estás enojada porque nuestro capitán no te compró la expansión que querías para tus bancos de memoria? —le preguntó Nova en tono burlón.
—Sí, lo estoy...
—Oh, vamos, Spica; le pregunté al proveedor, y no tenían ninguno que fuera compatible con tu tecnología, tu diseño es muy de avanzada, eso lo sabes bien, no es nada fácil conseguirte repuestos ni expansiones tampoco —le recalcó Rigel.
—Bien... por lo pronto, ya estoy comprimiendo parte de mis datos, recuérdenlo cuando me demore en encontrar la información que me soliciten de manera urgente —agregó Spica molesta.
En ese momento una mujer se les acercó:
—Disculpe, ¿es usted el capitán Rigel?
—Sí —dijo Rigel volteando a verla.
Aquella era una bella joven que aparentaba tener poco menos de 25 años. Vestía de una manera un tanto antigua, clásica de hecho, y muy elegante, conjugaba gracia y estilo; destacaban en su atuendo sus botas altas, un par de largos guantes, que llegaban hasta sus codos, y una capa con una gran capucha, la cual apenas dejaba atisbar un poco de su ondulada cabellera.
—Me llamo Eris, y quisiera contratar sus servicios. Necesito ir hasta Sirio y no tengo transporte.
—Lo siento, pero mi nave no es de tipo interestelar, debo declinar.
—Podríamos usar la puerta de salto de Sedna. Estamos como a cincuenta horas de viaje a velocidad luz; desde la salida en Sirio serían apenas unas pocas horas más hasta la estación Artemisa, ese es mi destino final, ¿la conoce?
—¡Claro que la conozco!, Artemisa es una estación terrestre no orbital, la única dependencia de la Tierra en Sirio, he estado allí en el pasado... por cuestiones de negocios —aclaró desviando su mirada por un instante hacia Nova quien lo escuchaba seria, y continuó—.
Me encantaría acercarme a la puerta de Sedna, Eris, pero esa zona se encuentra vigilada, y muy de cerca, por la FDT... Lamentablemente hemos tenido, hace muy poco, ciertos roces con las autoridades de la Tierra que seguramente derivarían en nuestra inmediata detención —le aclaró Rigel.
—Entiendo... —dijo Eris, he hizo algo impensado: tomó con ambas manos la cabeza de Rigel y lo besó en la boca... fue un beso prolongado, Nova y Spica miraron la escena boquiabiertas hasta que terminó:
—Puedo pagar muy bien por el riesgo, capitán —insistió.
Rigel se quedó mirándola por un momento, algo estaba cambiando en su semblante...:
—De acuerdo, Eris, te llevaré —le dijo de manera inesperada.
—¿Sabes que la puerta de Sedna, del lado del sistema solar, se encuentra atestada por torretas centinela de la FDT muy peligrosas?; y todas están ubicadas en posiciones estratégicas... No pasaremos sin combatir —le advirtió Nova.
—¿No querías estrenar las nuevas armas del Cisne, acaso? —le preguntó Rigel retóricamente—.
Eris, te acompañaré para mostrarte la nave y ayudarte a subir tu equipaje.
—Que amable eres, Rigel... todo un caballero. Muchas gracias —contestó la extraña contratista, y así ambos se retiraron juntos.
—Vaya, sí que fue sospechoso el cambio de actitud de nuestro comandante —comentó Spica.
—Parece que esa tal Eris debe besar muuuy bien —acotó Nova de manera celosa—; solo espero que la paga que recibamos bien valga la pena.
Pocas horas después el Cisne Negro partió en su nueva misión.
En el puente de la nave las miradas de desconfianza y sospecha de la tripulación femenina para con la misteriosa pasajera y su capitán, ambos allí presentes, eran intensas e inevitables:
—Dime, Eris, ¿cuál es el motivo de este viaje tuyo? —le preguntó Nova.
—Es una cuestión de índole privado...
—Pregunto porque, si fuera algo peligroso, deberías de decírnoslo, ¿sabes?; así estaríamos mejor preparados para cualquier contingencia que pudiera surgir —agregó.
Eris, incómoda con la insistente Nova, miró de reojo a Rigel para que interviniese:
—¡Nova, sé más profesional!, concéntrate en lo tuyo y deja a nuestra pasajera en paz —exclamó este de inmediato y haciendo valer su autoridad de manera contundente.
—Va a ser mejor que me retire a mi habitación —dijo Eris—; aún tengo que desempacar.
La tensión en la nave se incrementaba a cada minuto y con cada frase... y el tiempo pasaba lentamente para todos.
Horas después, y en privado, Nova y Spica se encontraban reunidas de manera secreta en una de las bodegas de la nave:
—Sabes por qué estamos aquí, ¿verdad? —le preguntó Nova.
—Rigel, está actuando extraño... también lo noté.
—Dime lo que figure en tu base de datos sobre el control mental.
—Bueno, existen múltiples maneras de influir en como piensa la mente humana: desde la propaganda subliminal, ampliamente usada por los gobiernos a lo largo de toda la historia, hasta la utilización de sustancias químicas para inducir docilidad y obediencia en las personas; por otro lado, hay especies alienígenas telépatas que pueden hacerlo también; de hecho, y en teoría, podrían existir humanos modificados genéticamente con capacidades similares.
—La milicia de la Tierra ha estado trabajando mucho, y durante años ya, con implantes neuronales que incrementan ciertas funciones del cerebro, yo, por haber servido en la FDT, tengo algunos, aunque orientados al combate.
—¿Sospechas que Eris es una humana modificada?
—Tal vez lo sea... pero ¿por qué no me ha afectado a mí?
—¿Utilizará alguna clase de sustancia química, como una feromona por ejemplo?, las hembras las expelen frecuentemente para atraer al macho, así se aprovecharía de hecho de que Rigel es hombre.
—Es muy probable eso... ¡Hombres!, siempre son tan fáciles de manipular para nosotras...
Voy a tener que investigar a nuestra pasajera mucho más de cerca —concluyó.
Al segundo día del viaje y faltando ya muy poco para llegar a la puerta de salto, en el puente del Cisne Negro, Rigel analizaba junto a Spica la ruta que seguiría la nave al acercarse a los peligrosos drones centinela...
La puerta de salto de Sedna recibía ese nombre dada su cercanía a la órbita del lejano planeta transneptuniano así llamado.
Se trataba de un gran aro que permanecía fijo en un punto del espacio. Era de aproximadamente medio kilómetro de diámetro, y rodeaba a un agujero de gusano, un túnel en la trama tridimensional de la realidad que desembocaba en el sistema Sirio, y que permitía viajes casi instantáneos entre esas lejanas zonas del cosmos; si la anomalía espacial era generada por el aro o si simplemente la contenía, manteniéndola estable, se ignoraba completamente; muy poco se sabía de aquel misterioso objeto.
A pesar de haber sido investigado por años su tecnología era aún desconocida para la AE, así como también su procedencia.
Las teorías apuntaban a los seres apodados como los precursores, antiguas razas alienígenas consideradas como dioses en las leyendas de muchas especies.
Entre otras cosas, se les creía responsables por la dispersión de la vida a lo largo del universo, y esta puerta sería una de las vías utilizadas para ello.
La FDT había rodeado con unidades robóticas estacionarias, y muy fuertemente artilladas, el área circundante a este pasaje; la finalidad era el poder controlar el tránsito de todo tipo de naves a través de él, y así evitar el paso de criminales conocidos y sospechosos buscados, entre estos últimos se encontraban Rigel y su tripulación.
Mientras tanto, en la privacidad de sus aposentos, Eris utilizaba su huella digital para abrir la cerradura de un libro que siempre llevaba consigo, se trataba de su diario personal.
Este cuaderno ocultaba un avanzado dispositivo de comunicación el cual se encontraba disfrazado como su contratapa, su aspecto era como el de una computadora de tipo tableta.
Luego de introducir unos códigos mediante un teclado virtual apareció en la pantalla el rostro de una mujer, difuminado y oculto ex profeso mediante codificación digital, quien, sin preámbulo alguno y con su voz, igualmente deformada, le preguntó:
—¿Lo conseguiste?
—Por supuesto... —le dijo Eris sonriendo.
—No esperaba menos del ángel nocturno... Tu fama está bien justificada.
—Me encuentro en camino hacia la puerta de Sedna, contraté al Cisne Negro, como me lo sugeriste, para que me lleve hasta allí.
—¿La tripulación no sospechó nada?
—Eso no importaría... tengo al capitán, está bajo mi total control ya.
—Excelente, Eris, recibirás las coordenadas específicas en cuanto llegues a Sirio —le dijo su interlocutora y finalizó la comunicación.
En ese momento alguien llamó a la puerta de la habitación de Eris:
—Adelante —dijo ella... Era Nova quien se presentaba:
—Quería saber como estabas, Eris —le dijo, aunque en realidad su intención era averiguar algo más de la misteriosa pasajera.
—Me encuentro perfectamente, Nova; gracias, eres muy atenta.
—Pasaba por el pasillo y me pareció escuchar voces...
—Estaba haciendo anotaciones en mi diario, a veces murmuro cuando lo hago.
—¿Llevas un diario?, que interesante... y es de tipo libro —dijo al dirigir su atención hacia él—, con páginas de papel, como las que se usaron hasta el siglo XXI...
—Y es celulosa real, proveniente de madera, nada de un sustituto sintético —le aclaró Eris mientras aspiraba con profundidad el olor inconfundible del material.
—Hoy en día es casi imposible conseguir algo así —comentó Nova—; seguramente lo debes de cuidar mucho.
—Desde ya; este es mi bien más preciado, todos mis secretos, hasta los más íntimos, se encuentran escritos en él... Perderlo para mí significaría mi muerte, en sentido figurado, claro está.
En el tono de voz de ambas mujeres había un claro sesgo desafiante, confrontativo, la rivalidad entre ambas se apreciaba con facilidad.
—Bien, me retiro por ahora, Eris... y si necesitas algo recuerda que siempre estaré cerca.
—Lo sé, Nova... lo sé.
En ese instante la alarma de la nave se activó.
—¡Nova!, ven al puente de inmediato —dijo Rigel por el sistema de altavoces de la nave.
A los pocos segundos, ella se presentó:
—¿Qué sucede? —preguntó.
—Una objeto apareció en los sensores hace unos segundos, salió de la nada y volvió a desaparecer —le contestó Spica.
—¿Una nave con dispositivo de ocultamiento? Vamos a ver si este truco militar funciona —dijo colocándose en la consola táctica.
Acto seguido, disparó una ronda completa de cargas de explosión automática hacia todas direcciones cubriendo una amplia área de varios kilómetros en torno al Cisne Negro.
Las cargas detonaron cubriendo con metralla todo el espacio—.
Spica analiza el patrón de dispersión de las esquirlas —ordenó...
—¡La tengo, Nova! Puedo ver claramente que hay algo moviéndose por la anomalía que deja al desplazarse entre ellas. Te envío su ubicación y trayectoria.
—Ahora veremos de que se trata —dijo entonces Nova al tiempo que disparaba con láser hacia las coordenadas del invisible objeto.
El impacto fue directo y suficiente como para hacer que el camuflaje de aquella oculta nave fallara y apareciera claramente a la vista de todos:
—¿Qué es eso? —se preguntó Nova al no reconocer el aspecto externo del casco.
—La computadora no puede identificar su configuración, es de tipo desconocido; seguramente se trata de alguna clase de vehículo experimental —dijo Spica—... y debemos asumir que es hostil, ¡está lanzando varios interceptores pequeños! —advirtió.
—No los ataques Nova, concéntrate solo en la nave extraña —le ordenó Rigel—. Spica, ¿cuanto nos falta para llegar a la puerta de salto?
—Por la ruta segura que habíamos trazado, como treinta minutos, tomando un camino directo... menos de cinco.
—¡Házlo directo, entonces!
—Pero, las torretas centinela...
—Tendrán múltiples objetivos de que ocuparse, trata de anticiparte a ellas y, usando a estos nuevos drones que nos persiguen ahora como escudos, realiza las maniobras evasivas necesarias —le aclaró Rigel.
—Bien.
Así, el Cisne Negro, en medio de una confrontación contra un enemigo sin rostro, se adentró en una de las zonas mejor defendidas de todo el sistema solar...
—¿Qué está pasando, Nova?, veo que esa nave todavía nos persigue sin perdernos el rastro —le dijo Rigel en tono de reproche.
—No lo sé, ya hice blanco en ella varias veces y las armas de energía no la afectan, parece que absorbe los haces.
Cambiaré al cañón electromagnético... Vamos a comprobar si absorben una munición de tipo material —dijo... y en cuanto la carga alcanzó su máxima aceleración: disparó.
El proyectil salió a la velocidad de la luz y fue directo hacia el centro de la misteriosa nave, y continuó de largo.
—Pero... ¡¿qué pasó?!, la bala acaba de atravesarla como si fuera un holograma, pero no lo es, ¡está ahí!
—Esa nave debe de poder cambiar su estado físico de materia a energía —sugirió Rigel—, aunque nunca supe de ninguna que fuera capaz de hacer algo así.
Al mismo tiempo, Spica maniobraba entre los disparos de las torretas de la Fuerza de Defensa Terrestre que impactaban en los incontables drones que intentaban acercárseles.
—Utiliza las cargas explosivas otra vez, Nova... llénale el espacio tras nosotros de esquirlas —le indicó Rigel—. Si se desmaterializa otra vez al rematerializarse los escombros se incrustarán en su estructura y la dañarán de todos modos.
—Es una muy buena idea —evaluó Nova al tiempo que lanzaba un conjunto de explosivos programados para una dispersión estrecha, mismos que detonaron en cadena, llenando de metralla toda la ruta tras el Cisne Negro...
—¡Desapareció!... No, un momento, volvió a aparecer, está a estribor —dijo y la atacó nuevamente del mismo modo con otra ronda de cargas—.
Se esfumó otra vez... ¡¡Ahora se encuentra a babor!!
¡Está haciendo transposiciones!, salta instantáneamente de una ubicación a otra del espacio... ¡¿Qué clase de tecnología tiene esa maldita cosa?!
—¡Eso no importa ya! —exclamó Spica—, las torretas nos están ignorando completamente, parecen concentrarse ahora de manera exclusiva en esa nave; debe ser un objetivo de mayor interés para la FDT que nosotros; y le están dando una buena batalla, se está viendo obligada a alejarse...
Mientras tanto, en lo que a nosotros respecta, la puerta de salto ya está a la vista y al frente; prepárense, estamos por saltar en 3, 2, 1...
De ese modo, el Cisne Negro abandonó definitivamente el sistema solar y quedó muy lejos de aquella anónima y extremadamente avanzada nave que lo estuvo persiguiendo por algún desconocido motivo, sin embargo y a pesar de ello, sus peores problemas estaban recién a punto de revelarse...



#2220 en Ciencia ficción
#15052 en Otros
#4301 en Relatos cortos

En el texto hay: accion, aventura, suspenso

Editado: 07.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.