Durante la guerra de ángeles y demonios, una gran brecha se produjo debido a la batalla, y muchos de ellos cayeron en ella. Los demonios aprovecharon el momento en que los ángeles caían y comenzaron a matarlos uno por uno. La brecha estaba entre el cielo, el infierno y la tierra, donde vivían unos seres llamados humanos. Los seres del cielo no vieron esperanza para ganar y decidieron huir, dejando atrás a todos los ángeles heridos. Todos los caídos que llegaron de la brecha, excepto los demonios, no se dieron cuenta de que uno de los ángeles caídos sobrevivió. A simple vista, no tenía alas ni armadura, solo era un simple humano. Los seres del infierno bajaron a la tierra por la brecha, para asegurarse que ninguno de ellos viviera.
Uno de los demonios, vio al ángel sin alas, lo cogió en brazos y se lo llevó lejos de aquel lugar. Cuando terminó su trayecto, aterrizó sobre un pueblo humano. Cogió un manto del suelo y envolvió al ángel con éste. Llegó a una pequeña casa, dejó a aquel ser a los pies de la entrada, llamó y se esfumó.
Al rato se abrió la puerta y apareció una mujer que, al ver a esa criatura inconsciente, avisó rápidamente a su marido y entre los dos lo llevaron adentro.
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Editado: 09.03.2018