Ángel [vancouver #1]

Capítulo 5. Química y Celulares

Elena.

— ¿Hoy por la noche? —. La pregunta sale de mis labios al momento de que ponemos pie en la cafetería de la Universidad de Atenas.

Gwren camina a mi lado con una sonrisa en su rostro mientras me comenta sobre la fiesta que se celebrará hoy en la noche en conmemoración a los 22 años de Nine. La verdad es que me siento emocionada por el simple hecho de que hoy en la noche acudiremos a una fiesta. Hace bastante tiempo que ambas no acudimos a una buena parranda.

— Sip —. Comenta ella al momento de que toma una rebanada de pastel junto a un montón de brownies de considerable tamaño y los coloca en su bandeja. Miro en su dirección y noto como su bolso empieza a correrse a su codo. Levanto la tira y la coloco en su lugar. Sonríe —. Nine cumple 22 y nos invitó a ti y a mí.

Coloco unas cuantas varitas de merluza en mi bandeja. Ambas caminamos hacia una mesa que se encuentra a lado de la zona donde sirven la comida que ofrecen en la cafetería.

— Vale. Iré con Ángel —. Sonríe y no puedo evitar bajar la mirada a mi comida —. El pobre ha estado muy serio desde lo de Jane.

— ¿cómo no? La tipa fue una zorra.

— Ja —. Sonrío nuevamente con picaría y llevo como impulso una mano hacía mi mentón —. Nunca te había visto tan enojada, tusfrano —. Pone los ojos en blanco.

— No es eso —. Creo notar el rubor en sus mejillas, sin embargo, es sólo una creencia —. ¿Qué te vas a poner?

— No tengo ni la más remota idea. ¿y tú?

— Nine me regaló un bonito vestido —. Se lleva una uva a la boca y traga —. Me voy a comprar un antifaz.

— ¿De antifaces? —. Asiente y señala la invitación.

Miro hacía la tarjeta y abro aquel cartoncillo negro que lleva mi nombre inscrito. Adentro, aparece una fotografía de Nine con una de sus sonrisas que la caracterizan, frente a la Torre Eiffel mientras lleva una boina y un suéter de rayas. No puedo evitar recordar a un mimo.

Leo un poco y en la parte principal de la nota, lleva una oración con bastante “estilo Nine”: si no llevas antifaz, no puedes pasar. Si es mejor que el mío… ni se te ocurra llevarlo.

Rio imaginariamente.

— Vale. Compraré uno para Ángel y uno para mí.

— ¿No vas a llevar a Sara?

— Mañana es su presentación de Chelo. Su amiga Savannah quiere que vaya mañana a su casa.

— Hola chicas —. La voz de otra chica nos llega a los tímpanos y como instinto miramos en aquella dirección. Unos perfectos rizos castaños peinados manera estratégica, unos ojos café deleitantes y unas gafas cuadradas que ayudan a su visión. Eillen Eleas Gi se sienta a lado de nosotras mientras coloca su bandeja en la mesa: sándwiches, zumo de naranja y una que otra galleta.

— Hola —. Alternamos nuestras voces Gwren y yo.

— ¿recuerdan la protección del ambiente en inglés? —. Comenta ella y ambas asentimos gustosas. Eillen me gusta, es agradable y a la vez irritante, podría ser una perfecta muestra de una polilla —. Hice varios carteles fomentando el cuidado, ¿pero saben, qué? ¡los tiraron! Son unos indeseables. Odio a los humanos.

— Pero tú eres humano —. Le recuerda Gwren con una clara muestra de diversión en sus palabras. Una sonrisa trata de escapar de mi boca.

— Por eso —. Bromea y las tres reímos.

Las tres seguimos comiendo y platicando con Eillen, no puedo evitar atragantarme una que otra vez con las bromas de la morena. A diferencia de ambas, por el cuerpo de Eillen corre toda sangre griega y su nombre lo dice: Eillen Eleas Gi. Miro su complexión: alta pero no como yo o siquiera Gwren, morena pero de un tono tan dulzón que incluso podría compararla con unas buenas nueces indias. Ojos grises opacos y curiosos. Boca grande con labios gruesos y sin duda, una cabellera oscura que asemeja una buena postal de tempestad en plena noche.

A Eillen Eleas Gi la conocemos desde semestres anteriores; si mi memoria no me falla, estoy casi segura que estudia arquitectura o quizá historia, sólo sé que se especializa en los grecorromanos.

Al sonido del toque, las tres nos despedimos y vamos a nuestras respectivas clases. Gwren se va hacía una dirección, mientras que Eillen corre hacía el aula de informática. Por mi parte, sólo compro una barrita de avena de la urde y camino tranquila hacía filosofía.

£££

Gwren.

Periodismo.

Sonrío y con mis cosas recién sacadas de mi taquilla, camino hacia la única hora que vale. Periodismo. Sin duda alguna, una de las cosas que me fanatizan demasiado son las buenas columnas —por lo cual estoy en la escolar —, reportajes y entrevistas que sacuden al mundo desde periódicos, revistas o televisores.

Por eso elegí periodismo.

Otra de las razones es por mi excitante sueño frustrado: trabajar en The New York Times realizando apartados sobre la buenas novelas categorizadas como best sellers mundiales; aunque también no estaría de más el realizar reportajes en National Geographic.

Miro mis Converse de esta mañana mientras doy pasos con mis libros aferrados al pecho. En cuanto admiro los pisos laminados, miro hacía la mesa que siempre comparto con Darren y lo busco con la mirada. Sin embargo, no lo encuentro como me agradaría. Sus agraciados y fuertes brazos, afectados un poco por el sol pero aún así lucen de maravilla con aquel “bronceado”, están sobre la mesa formando una imperfecta circunferencia que más podría ser un ovalo.

Su cabeza está recargada sobre ellos, improvisando una pequeña guarida para su rostro. Pareciera que está descansando; cualquiera lo creería. Todos menos yo. Un hueco se forma por un leve momento en mí y ese dolor abdominal que indica remordimiento me llega. Camino cautelosa hacía Darren Young, mi compinche, y dejando mis cosas sobre la mesa, me siento en el banco alto que está al lado del suyo.

Sin decir una palabra, coloco una mano en su espalda a la altura de sus omóplatos. Acaricio dulcemente la tela color azul cielo con el fin de reconfortarlo. Se remueve un poco, pese a ello, no reniega.



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En el texto hay: amigos, drama, amor

Editado: 11.10.2020

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