Ángel [vancouver #1]

Capítulo 9. Lirios y Claveles

Elena.

Ángel no disimuló ni un poco su enojo, después del berrinche de levantarse de la mesa como toda una diva, simplemente cogió su abrigo y marchó de la casa sin siquiera despedirse. Gwren estaba patidifusa y ni qué decir de mí.

Tras quedarnos completamente solas en la casa con un silencio incómodo viajando entre nosotras, decidimos llamar a Darren quien es un experto en hacernos olvidar de preocupaciones. Al final de cuentas, yo no recordaba nada de la noche pasada y el misterio del paradero dela cita de mi mejor amiga únicamente lo podía resolver Ángel y si él se mostraba indispuesto, todo el asuntillo era una pérdida de tiempo.

Nos pasamos toda la mañana de tienda en tienda comprando vestidos — hago énfasis en el hecho de que nuestro “comprar” consiste más en probarse, ver los resultados y huir de las tiendas con un “gracias, vuelvo pronto” — y escuchando las sabías opiniones del joven Young quien se dedicaba más a elogiar mi silueta que el intento de coordinación fallida de Gwren al estilo Miss Universo.

Al llegar la tarde nuestra diversión se desvaneció con el hecho de que el señor popularidad innata tenía otra cita con sus demás amigos — no me culpen, soy una persona tan centrada en lo mío que mis celos incrementan al tener pocos amigos —. Gwren no pareció molestarse de llevarlo a su destino pero sí que dejó caer su máscara de porcelana que ocultaba su preocupación innata al momento que Darren abandonó su coche.

— ¿Te encuentras bien? — pregunto después de un rato, llevamos aproximadamente veinte minutos de abandonar el café al que acudió Darren y eso ha bastado para darme cuenta que Gwren no ha parado de jugar al pizzicato.

— No realmente — admite sin ataduras —. Estoy un poco rara desde la mañana — no aparta la mirada del camino y aun así noto la incomodidad en sus movimientos, conozco a Gwren desde hace un buen rato que parece casi imposible que algo se me escape de las manos —. Creo que debería de hablar con Ian, no recuerdo nada de anoche y por cómo se comportó tu hermano, siento que no fue nada alentador.

La mención de Ángel me lleva a ponerme en sus zapatos, si bien me pareció extraño que simplemente se limitara a hablar del tema, no cabe duda que el motivo por el que lo hizo va más allá de Gwren y de mí. Miro a la morena quien no deja de morder su labio inferior como tic nervioso, a ella realmente le gusta Ian y lo último que quiere es estropear las cosas por culpa de una borrachera y un hermano mal humorado que no sabe decir las cosas.

— Tal vez deberías intentar de nuevo — me encojo de hombros —. Quizá el hecho de que tú y él se han vuelto tan cercanos como para quedarse en la misma habitación facilite las cosas…

Gwren me mira, patidifusa.

— ¿Qué estás insinuando?

— Nada — mis mejillas se sonrojan un poco al darme cuenta de lo que estoy pensando e instintivamente me pongo a la defensiva —. Es solo que me pareció extraño que en lugar de quedarte conmigo, o en su defecto la habitación de Sara, durmieras con mi hermano.

— Te recuerdo que estaba borracha, no recuerdo nada de lo que pasó — dice, inmediatamente —. Además, estoy saliendo con Ian, eso dice muchas cosas — su rostro se desfiguró un poco al decir lo último —. Si es que aún quiere salir conmigo, claro.

— ¿Segura que no recuerdas nada? — insisto.

— ¡Por dios Elena! ¿Por qué te mentiría? — no suena alterada pero percibo esa mota de enfado en sus palabras. Vale, basta de tus paranoias, Elena.

Me abrazo a mí misma en un intento por verme menos irritada y no exactamente con Gwren, desde muy chica siempre tuve la idea de que mi hermano necesitaba una mujer que estuviese a su lado para alentarlo en cualquier cosa que se propusiese y al tiempo, en detenerlo si todo sonaba como un fracaso. Yo tengo conceptualizada esa imagen y el hecho de que mi mejor amiga se interpusiese como interferencia en ella me sacó de los cabales.

Esta mañana al despertar y encontrarla tumbada entre las sábanas de Ángel, simplemente me pareció lo más extraño del mundo, como si se tratase de una ley vigente que acaba de ser corrompida o el sucio secretillo más vil que hubiese podido descubrir. La sola idea de mi hermano y mi mejor amiga me da escalofríos.

Llámenme paranoica y hasta cierto punto exagerada pero tengo mis motivos, he leído muchas historias y siempre terminan fatal: un corazón roto, el fin de una amistad por incómodos acuerdos y lágrimas por parte de las personas que más amas en la vida sin la posibilidad de ponerte de parte de ninguno.

Una tragedia.

— No lo tomes personal, solo me pareció extraño, es todo — Gwren no dice una sola palabra, está tan concentrada en el camino al punto que comienzo a pensar que ni siquiera me escucha —. Lo siento.

— No importa — contesta al instante —. Te entiendo, de alguna extraña manera lo hago, si para ti fue extraño, imagínate para mí.

Después de ello nos sumergimos en la estación de la radio. En el transcurso a casa me permito divagar entre pensamientos, aún sigo con la espinita de lo sucedido la noche anterior entre Gwren y Ángel y aunque, realmente estoy al tanto de la presencia de un chico malo con pinta de fantoche de por medio, no puedo evitar sentirme intrigada por la evolución de la confianza entre los susodichos.

Sé que no debería importarme, al final de cuentas son sus vida pero no puedo evitar ponerme a la defensiva, si algo pasase entre ellos y terminase todo con un corazón afligido y canciones tristes a media noche, simplemente mi amistad con Gwren y mi relación de hermanos se irían de por medio. Y en lo que me concierne, vaya que estoy indispuesta a perder esos pedacitos de mi vida.

Gwren estaciona el auto frente a la casona — ruego a dios que Ángel no se enoje por haber tomado uno prestado de la bodega — y deja caer la cabeza sobre su asiento, desde hace días que se encuentra más que mortificada y el solo hecho de relacionarlo con mis teorías conspirativas me hace sentir la peor amiga del mundo.



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En el texto hay: amigos, drama, amor

Editado: 11.10.2020

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