Angela, mi primer amor

Capitulo 7

Le tendí la autorización para retirar huéspedes a la chica amable frente a mí y planté una sonrisa que debería ser igual de brillante de no ser por lo mal que me sentía anímicamente.

—¿No tendrás una lapicera? —preguntó Ivana, la nieta de Pablo y Ester, mientras sacudía la mano en el aire. Asentí y abrí el cajón donde tenía el celular y mis dulces para sacar una de las lapiceras que alguien dejó pedida por ahí—. Gracias.

Había aparecido ese sábado de visita en su horario habitual pero como el día no mejoraba decidió pagar algunas cosas e irse temprano para no importunar los horarios de sus abuelos. Era una mujer joven, quizás tendría mi edad o unos años más. Sabía por conversaciones que había estudiado diseño gráfico y trabajaba para una empresa de marketing muy conocida. Básicamente era ella la que mantenía el hospedaje de sus abuelos, pero tampoco parecía importarle porque casi siempre se veía amable y simpática. Excepto esa mañana que el cabello lo tenía atado en un moño encima de la cabeza y su rostro siempre maquillados con sombras y rubor parecía el de alguien que no duerme en varios días y no quiere perder el tiempo en ponerse lentes de contacto así que usa anteojos de marco grueso.

—¿Estás bien? —le pregunté cuando la oí suspirar más de lo habitual.

Ella me miró un momento, parecía querer decirme algo y por la manera en que sus ojos brillaron quería romper a llorar, pero no lo hizo sino que bajo la mirada sonriendo y asintió.

—Si, asuntos personales.

—¿Quieres contarme?

Soltó una mueca.

—No quiero cargarte con mis problemas, no son nada. —Se inclinó para comenzar a rellenar el formulario sobre el mueble de recepción y yo moví algunas cosas para que tenga espació suficiente. La miré un momento, su letra era delicada y redonda, parecía la letra de una bailarina. Escribió su nombre, el de sus abuelos y luego el asunto: Vacaciones.

Me aparté cuando ella me vio.

—¿Entonces… Irán de vacaciones a la casa de la playa? —pregunté tachando en la computadora con cruces los días que no iban a estar para que no haya inconvenientes con los médicos y enfermeros de turno.

—Si —dijo con el bolso en el hombro deslizandose cada vez que se movía para escribir en la hoja—. Serán tres días, no sé si se consideran vacaciones, pero mis hermanos y mis primos quieren que lo pasemos juntos antes de que tenga que irme.

—¿Te irás? —pregunté sorprendida y ella volvió a acomodar el bolso mientras sonreía.

—Si, tengo unas amigas en Europa que me invitaron a pasar una temporada allá y voy a probar suerte.

No deje de sonreír mientras la escuchaba y terminaba los trámites con el viejo malestar en el pecho y el estómago. Pensé en que yo apenas podía levantarme de la cama, en la idea de que un día algo podía ser diferente y en la ansiedad que eso me provocaba. Aunque… que afortunada que debía ser alguien que tiene amigos que la invitan a viajar, yo apenas tenía dos amigos y uno… Bien, uno era Mateo.

—¿Cuándo te irás? —pregunte levantándome para tomar el bolso que volvió a caerse de su hombro. Me sonrió agradecida.

—En unos meses, creo. Todavía no es nada seguro.

—Es una gran oportunidad —dije, sin dejar de sonreír insinuando que era tan grande que no debería perdérselo. Y ella rió.

—Lo sé pero…—Dudo, soltó una mueca y la sonrisa de repente desapareció—. Acabo de separarme y no estoy segura de que huir sea lo mejor. Yo todavía no sané, todavía… supongo que todavía lo amo pero es difícil.

Asentí dejando que por un momento ese amargor que nacía en mi estomago me borre la sonrisa y suspiré.

—Pero quizás es la oportunidad que necesitas para buscar algo nuevo.

—Si, no lo sé, todavía no es nada seguro. —Bajo la mirada y siguió llenando el formulario.

Me sentí mal por lo dije, ella no quería oír eso, quizás quería unas palabras de apoyo o algo que la saque de ese malestar que yo había sentido un mes atrás al cortar con Bautista. Que tonta. Debería haberle preguntado algo o cambiar de tema. Seguí mirándola fijamente, muy incómoda y avergonzada, esperando el momento para disculparme, cuando el timbre sonó y descolgué el altavoz sin ver a la cámara.

—Hola —dije mirando que Ivana sacaba el celular para ver algo y evitar por completo mi presencia.

—¡Buen día! —dijo una voz demasiado enérgica que me hizo abrir la cámara en la pantalla de la computadora para descubrir a la misma chica rubia con aros que visitó a la señora Buenas con Ángela. El corazón se me apretó. La busqué en la pantalla aterrada porque vuelva a parecer pero no estaba alrededor—. ¡Vengo a ver a la Señora Buenas!

—No está —dije de repente y sin pensar, llamando la atención de Ivana.

—¿Cómo no está? —preguntó la chica rubia en el altavoz con menos entusiasmo que antes—. Pero yo le dije que vendría hoy, ¿estás segura de que no está?

Revisé la ficha de la mujer. Era cierto, una tal Anabella tendría que venir hoy a esa hora para retirar a la señora Buenas porque iban a merendar. 

Mierda.

—¿Qué sucede? —preguntó Ivana con una mirada extrañada y yo negué con la cabeza.

—Nada. —Hablé al altavoz—. Esperé un momento por favor. —Y colgué con una respiración tan profunda que sentía que los músculos de los hombros se me iban a desarmar.

—¿Está todo bien? —preguntó la persona frente a mí y solo la miré un momento antes de asentir con una sonrisa amable y levantarme.

—Tengo que ir por la señora Buenas.

—Oh bueno, entonces yo me voy —comentó tomando el formulario y doblándolo en dos para guardarlo en el bolso—. Me lo llevo para traerlo en unos días— .Asentí sorprendida y la miré colocarse el abrigo con dificultad antes de acercarme a ayudar—. Gracias.

Me aparté con un sentimiento cálido en el vientre, algo en su sonrisa me hizo sonreír también.

—De nada. Espero que te vaya bien —solté y ella alzó la mano caminando hacia la puerta.



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En el texto hay: romance, secretos, lgtb

Editado: 18.08.2023

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