๑۩.Ángeles Caídos.۩๑

ஜ۩۞ஜ El ángel caído y la traidora ஜ۞۩ஜ

Lilith.

Acto I-Parte 5

El grito resonaba a través de la oscuridad. En un abrir y cerrar de ojos, el chico misterioso, ahora reconocido como Lucifer, me tomaba con firmeza como si estuviera dispuesto a protegerme a toda costa, aunque esto contrastaba con sus temblorosas manos; podía escuchar el latir acelerado de su corazón a través de su pecho.

Pero apenas unos segundos después, una fuerza celestial aún más poderosa me arrancó de su lado. Sentí su agarre desvanecerse y, sin pensarlo, cerré los ojos con miedo, como si pudiera escapar de la realidad. Escuché un fuerte golpe cargado de energía celestial que hizo soltar a Lucifer un gemido de dolor.

—¿Miguel? —susurré, atrapada en medio de este choque celestial.

La oscuridad parecía retroceder ante la presencia del Arcángel, cuya figura irradiaba una luz tranquilizadora. Sus alas doradas se extendían alrededor, llenas de determinación y poder.

—Tú, sucio demonio, no toques a Lilith —dijo con una voz que retumbaba como el trueno, cada palabra afirmaba su autoridad de arcángel.

Lucifer, a pesar de su aspecto demoníaco, no parecía sentir miedo ni impresión por la intervención de Miguel. Al contrario, su aura parecía una explosión de energía contenida, como si estuviera luchando por mantener bajo control una tormenta interior que amenazaba con desencadenarse en cualquier momento.

Cada músculo tenso de su cuerpo, a pesar de su apariencia relajada, reflejaba una ira feroz.

Miguel apretó los puños, tomándome de la cintura, aferrado a él sin dejar de prestarle atención al demonio.

—Esto no es un juego, Lucifer. No permitiré que te acerques a Lilith ni un solo paso más.

La tensión creció aún más, y yo me encontraba atrapada entre estos dos seres poderosos, sin saber qué hacer. El viento se arremolinaba a nuestro alrededor, como si la atmósfera misma respondiera a la hostilidad palpable entre ambos.

Miguel me abrazó con fuerza, y aunque sabía que Lucifer no me había causado daño, me sentía segura con él a mi lado. Su toque irradiaba un tipo diferente de calor, uno que conocía desde hacía mucho. Sentía su mirada sobre mí, como si temiera que me hubiera lastimado en el tiempo que pasé con Lucifer.

—Oh, Miguelito, siempre tan protector. Pero no te preocupes, no tenía intenciones de hacerle daño a tu pequeña protegida. Sabes que jamás lo haría. Solo quería charlar un poco con ella —dijo Lucifer, como si fuera la víctima, aunque cada palabra parecía molestar más a Miguel —. No te enojes, solo estoy de paso por aquí.

—Charlar, ¿dices? Lo tienes prohibido —frunció el ceño Miguel.

—Está bien, Miguelito, me retiro por ahora —concedí con un suspiro, dando un paso hacia atrás —. Pero esto no ha terminado. Habrá otro momento para nuestra charla, mi querida Lilith. Hasta pronto.

Sentí que Lucifer se alejaba y mi corazón latía con fuerza mientras intentaba comprender el repentino caos.

Su alma reflejaba una mezcla de alivio y preocupación, como si temiera que me hubiera lastimado de alguna manera en el tiempo que pasé con el demonio.

La voz cálida y tranquilizadora de Miguel rompió el silencio que se formó entre nosotros.

—Lilith, por el amor de Dios, cuando Micaela me dijo que te habías caído del cielo, me preocupé tanto que te busqué por todos los rincones del jardín. No vuelvas a salir sin mí —dijo con un tono alterado —. Tienes que ser más cuidadosa. ¿Qué hubiera hecho si algo malo te pasaba? —soltó un suspiro, nervioso —. Pero me alegra, verte a salvo. No podía soportar la idea.

La preocupación en su voz era evidente, y me conmovió sentir su cariño y protección en ese momento. Sin embargo, una sensación de culpa me corroía desde lo más profundo de mi ser. ¿Cómo pude estar a punto de abandonarlo de esa manera? Aquí estaba él, buscándome con preocupación en cada rincón, mientras yo me dejaba llevar por la curiosidad, sin considerar las consecuencias de mis acciones.

Mis ojos se inundaron de lágrimas que reflejaban el remordimiento y la gratitud al mismo tiempo. Me aferré a él con toda la fuerza que pude reunir, deseando poder transferirle el peso de mi arrepentimiento y agradecimiento en ese abrazo. Mis palabras salieron entrecortadas entre sollozos:

—Lo siento, Miguel. No debería haberte preocupado de esta manera. No mereces tener que lidiar conmigo —dije, incapaz de expresar el remordimiento que sentía.

El abrazo de Miguel continuaba brindándome consuelo, como si tratara de protegerme de mis propios temores y de la tormenta emocional que se agitaba dentro de mí. Sus manos acariciaban mi espalda, transmitiendo una calidez tranquilizadora que poco a poco me ayudaba a recuperar la compostura.

—Lilith, no te preocupes por mí. Estoy aquí para protegerte, pase lo que pase. No eres una carga —susurró Miguel, su voz resonando con un tono de tranquilidad que me reconfortaba más de lo que él podía imaginar.

—Es hora de regresar a donde perteneces —continuó hablando con amabilidad mientras sus alas se extendían majestuosamente detrás de él —. Me alegra que no estés herida.

Mis pensamientos se detuvieron en seco al escuchar su declaración. Sentí confusión y contradicción al mismo tiempo, la sensación de dolor en mi interior parecía haber desaparecido, como si las heridas que antes me atormentaban hubieran sido sanadas por alguna fuerza desconocida.

Me atrasé un poco con la actualización, pero tengo muy buenos motivos. Soy muy mala organizándome, es broma. También está el pequeño detalle de que estoy en parciales. Luego, empecé a trabajar, jeje. Así que Stefy, cansada y sin ganas de vivir ni tiempo.



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En el texto hay: humanos, angelesydemonios, romance

Editado: 14.01.2024

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