Ángeles Caídos – La Profecía del Primer Príncipe

Capítulo 4 – Lo que se aprende sobre los ángeles

Mientras manejaba, los pensamientos inundaban mi cabeza, miles de historias y fábulas que había escuchado sobre ellos durante mi tiempo de vida, me hacían crear diferentes escenarios de lo que este ataque podría desencadenar, supuestamente tenemos un trato de paz, a pesar de los desacuerdos y las malas relaciones que pudiéramos tener por nuestra distinta naturaleza, se evitaba la violencia.

Mi padre fue el encargado de agregar la cláusula de mantener la paz, pero el líder de los ángeles de luz agregó que el tratado sería abolido si una de las partes atacaba primero, seguro pensando que nosotros seríamos los primeros en hacerlo.

Al entrar a la casa me recibió un silencio que me resultaba perturbador, mientras los pedazos de la flecha se sentían fríos en mis puños, subí las escaleras lentamente mientras los primeros rayos del sol se colaban por los enormes vitrales de la casa, dejando que una infinidad de colores bañara toda la estancia, me permití disfrutar un segundo de esa vista que tanto me gusta.

Al llegar a mi alcoba coloque la saeta sobre mi mesa de noche y no podía dejar de mirarla, el collar en mi cuello daba pequeñas pulsaciones, al tocarlo sentí que la oscuridad me envolvió y llegue de nuevo al mismo cuarto de aquel sueño, pero esta vez estaba completamente iluminado.

—Volviste más rápido de lo que pensaba— Nyx me sonrió de forma sincera, pero sin dejar de extrapolar esa aura de poder y longevidad.

Hice una pequeña reverencia —Disculpe, no quería molestarle, el collar estaba titilando y al tocarlo termine aquí—

—¿Quién es este jovencito tan educado?—

Gire mi cabeza al escuchar una voz profunda y melodiosa, me tope con un hombre alto y con rostro marcado, con una figura esbelta, cabellos dorados y brillantes, pero lo más llamativo eran sus ojos color miel, llenos de fuerza y que parecían tener llamas danzando en sus pupilas.

—Es Artemis Darkspark, primer príncipe de los ángeles oscuros— dijo la diosa poniendo sus manos con suavidad sobre mis hombros —Artemis, este es Apolo, dios griego de la luz, la música, la profecía, la curación y la belleza—

Sentí mis ojos abrirse y mi mandíbula desencajarse, hice una reverencia de estas que me hicieron practicar mil veces en mis años de juventud —Un placer para mí conocerle señor—

Sentí su toque delicado agarrando mi barbilla y levantar mi rostro, haciendo que nuestras miradas se encontraran —No es necesaria tanta formalidad mi hermosa criatura— me sonrió con coquetería, haciendo que me sonrojara y de repente un fuerte manotazo hizo que me soltara el rostro.

—Pero ¡qué te pasa!— gritó ofendido

—Siempre es lo mismo contigo, no puedes ver una cara bonita y ya estás de coqueto, no puedes negar que Zeus es tu padre muchachito—

No daba crédito a lo que escuchaba, Nyx lo regañaba como a un niño pequeño, el antes coqueto hombre hizo un puchero y bajó los hombros con derrota.

—Llevo milenios solo, es el primer ser vivo que veo en años que no sea un olímpico—

Ella soltó un suspiro y le regaló una sonrisa de comprensión, que me dejó perplejo viniendo de la hija del Caos —Te entiendo, pero no tenemos tiempo para esas charlas, si el chico está aquí es por algo importante—

Ambos voltearon a verme —Disculpa mi joven amigo, me deje llevar un poco—

—Tranquilo, no pasa nada—

—¿Qué te trae a mi espacio?—

Le conté todo lo sucedido, noté como su mirada se iba oscureciendo mientras avanzaba, en cambio el hombre a su lado tenía una mirada más comprensiva y hasta empática, eso me ayudaba a entender la diferencia entre sus naturalezas.

—Sabíamos que podía ocurrir, al final del día es poco lo que se puede ocultar de los seguidores del Dios— comentó el dios del sol de forma despreocupada, ganándose una mala mirada de la mayor.

—Hablas demasiado Apolo—

—No estoy diciendo nada fuera de sitio, al final del día el chico es un ángel oscuro, por obvias razones su linaje y raza están ligadas con el Dios creador—

—Eso lo sé, pero hay muchas cosas que desconoce—

—Sigo aquí— dije levantando la mano como un niño de primaria.

Ambos suspiraron con derrota y al final la mujer tomó la palabra —Como sabes existe un Dios, el creador de todo y por ende, es el creador de nosotros los dioses olímpicos y casi todas las demás deidades que los humanos veneran o han venerado a lo largo de la historia, sin embargo, si Dios tiene algo es que respeta nuestro libre albedrío, incluido el de sus ángeles, por ende cuando los ángeles de la luz nos declararon la guerra por el estilo de vida desenfrenado de muchos dioses, él lo permitió y nunca le culparé, pues las cosas se estaban saliendo de control, lo malo fue que muchos como yo, que solo íbamos al olimpo de visita nos vimos afectados—.

Apolo bajo la cabeza, mientras yo trataba de procesar toda esta información, las cosas pueden llegar a ser más complicadas de lo que pensaba.

—Sin embargo, muchos de nosotros pudimos sobrevivir al decidir movernos a nuestros espacios alternos, algunos seguimos en contacto, pero otros se mantienen alejados de todos. Pero lo que ocurrió nos unió más y nos permitió dejar nuestras diferencias de lado—

—Apolo tiene razón, si alguien me hubiera dicho hace milenios atrás que sería amiga y permitiría que el dios del sol me visitara a sus anchas, lo hubiera tachado de loco— ella sonrió y el rubio le devolvió la sonrisa.

—Ahora lo que nos compete— moviendo la mano el rubio trajo la flecha a esta dimensión, comenzó a darle vueltas y a examinarla a profundidad —Es energía pura, sin embargo, tiene rastro que contaminan la luz de los ángeles, es posible que fuera una flecha robada—

—¿Quieres decir que no fueron los ángeles blancos los que me atacaron?—

—Ve más despacio, no estoy diciendo eso, los ángeles blancos necesitan autorización para utilizar cualquier parte de su arsenal de armas, cualquier munición o equipo tomado sin autorización se contamina con energía residual del individuo que lo agarro y de esa forma identifican quien fue el responsable—




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