Al estar listo salí rápidamente y me tope con Amy justo en el pasillo, me sonrió y me agarro del brazo para irnos, decidimos utilizar mi vehículo pues sería una salida tranquila y teníamos el plan de volver juntos a casa, André nos caería en el restaurante porque había salido a hacerle unos recados a mamá.
—Te veo pensativo ¿Está todo bien?—
Puse mi mejor cara —Claro, solo estoy un poco cansado—
Sentía su mirada acusadora sobre mí, mientras mis ojos se enfocan en el camino —No sé porqué te empeñas en ocultar las cosas, soy tu hermana y te conozco por más tiempo del que puedo recordar—
Suspire —En ocasiones es necesario que lleve algunas cargas extra por ser el hermano mayor—
Resopló —Eso es estúpido, la familia está para ayudarte—
Sonreí —Lo sé hermanita y gracias por preocuparte, más tarde te enteraras de lo que paso, pero primero debo hablar con nuestro padre—
—Estoy segura que sabes lo que haces, así que esperaré pacientemente—
Llegamos al lugar, buscamos donde estacionarnos, salimos del coche y le di un fuerte abrazo —Gracias por tanto hermanita—
Me devolvió el abrazo con ánimo —Siempre aquí para ti hermanote—
Al entrar al lugar, nos recibió una estancia de color verde oscuro con detalles dorados ligeros alrededor, el host pregunto nuestros nombres y nos llevó a nuestra mesa, donde ya nos esperaban Scarlett, André y Jessica, esta última al verme se puso de pie y me abrazo con fuerza cuando estuve a su lado.
—Hola hermosa— sonreí embobado al verla
—Hola guapo—
—También estamos aquí Artemis— la voz de molestia fingida de Scarlett llegó a mis oídos, solté a Jessica, me acerqué a mi mejor amiga y le di un abrazo fuerte —Así está mejor— todos nos reímos.
Hablamos de la vida y de la fiesta del día anterior, pedimos unas cuantas entradas, nos tomamos unas mimosas y comimos, pasamos una tarde bastante amena la verdad, lo que hizo que los minutos se convirtieran en horas y el restaurante comenzó a quedarse cada vez más vacío, lo que a simple vista me parecía extraño para ser sábado, pues después de nosotros no vi entrar a nadie más, solo personas saliendo.
—Algo no está bien— susurro André
—¿A qué te refieres?— preguntó la castaña mientras mi hermana y mi mejor amiga se miraban entre ellas.
—Quizás son solo cosas mías— mi hermano intentó bajar la tensión que él mismo había creado.
La chica lo miró algo raro —Creo que deberíamos pedir la cuenta— solté, haciendo que todos fijaran su mirada en mí, pero nadie dijo nada más, llamé a la mesera, nos dio una sonrisa, asintió y a los pocos minutos me paso el recibo, cancele el costo y salimos del restaurante rumbo al estacionamiento.
El aire frío chocó contra mi cuerpo y los únicos vehículos en el parqueo eran los nuestros, tomé la mano de Jessica y comenzamos a caminar seguidos de mis hermanos y mi mejor amiga, de repente la chica a mi lado se paró de golpe y se puso pálida.
—¡Qué es eso!— grito a todo pulmón, todos miramos hacia donde señalaba, pero no vimos nada.
—Jess, ¿qué te pasa?—
—¡Cómo es que no lo pueden ver, está justo ahí!— intentó correr en otra dirección, pero mi agarre en su mano no se lo permitió.
—Jessica, debes calmarte— mi mejor amiga se acercó a ella
Antes que la chica la tocara, Jessica salió disparada hacia atrás y dio tres vueltas en el suelo, todos nos quedamos estupefactos, pero antes que pudiéramos hacer nada una fuerza la levantó, en el aire mientras ella gritaba a todo pulmón.
—¡Tenemos que hacer algo!— gritó Amunet con auténtica preocupación y me hizo reaccionar, corrí a toda velocidad hacia ella, pero un golpe en el estómago me hizo salir disparado haciendo que chocara contra la pared del otro lado del parqueo, me puse de pie rápidamente, extendí mis alas y arremetí más rápido que antes con toda la fuerza que tenía, aunque pensé que golpearía el aire al lado de Jess, sentí mi brazo impactar con algo duro, haciendo que una criatura horrenda se hiciera visible y gimiera de dolor.
—¡Maldito ángel!— escupió el ser despreciable con una voz que mezclaba el dolor, el desprecio y un gruñido gutural, su piel de color gris resaltaba por encima de todo, cinco cuernos rojos sobresalian de su cabeza, de su boca llena de colmillos la baba chorreaba mezclada con un líquido negro que debe ser su sangre después del golpe que le propine, intento atraparme con uno de sus cuatro brazos con garras, pero di un salto que me alejo mas de 30 pasos de la bestia, que se lanzo hacia mi, estire mi brazo hacia abajo y sus ocho ojos se abrieron con puro terror al ver aparecer mi espada estilo serafín.
—Te metiste con las personas equivocadas demonio— sonreí con sorna y de un solo tajo lo partí a la mitad, su cuerpo cayó destruido con un ruido sordo llenando el espacio con su sangre hedionda y oscura.
Al darme la vuelta note que Jessica aún flotaba y gritaba por el dolor, extendí mis alas para llegar rápido hacia ella y al ver que me acercaba otros cuatro demonios se hicieron visibles, pánico desplegado en sus ojos al ver mi espada desenvainada, el que la sostenía me la lanzó para intentar escapar, y la atrape en el aire, justo cuando intentaban huir un rayo cayó del cielo despejado convirtiendo a uno de los demonios en cenizas y vi a mi amiga con las manos extendidas, los otros dos fueron atravesados directamente en la cabeza por las dagas de mi hermana y el último, se enfrentaba a un duelo con André, que terminó cuando mi hermano le atravesó el pecho con su alabarda.
—¿Que hacen estos demonios tan lejos de las puertas del infierno?— soltó mi hermano
—Esto no es una buena señal— comento mi hermana envainando sus dagas
—¿Crees que tenga que ver con la profecía de tu madre?—
—Debemos hablar con nuestros padres ahora—
Antes de responder sentí como una mano apretaba mi pecho débilmente, al mirar abajo me encontré con los ojos aguados de Jess, la culpa golpeó mi corazón, me había olvidado que la tenía entre brazos, pero en mi defensa su cercanía se siente tan natural como respirar —¿Qué eran esas cosas? y ¿Qué son ustedes?— hizo esas dos preguntas apretando mi pecho suavemente antes de desmayarse y dejarme atónito.