El castillo estaba bastante movido, los guardias colocados en posiciones estratégicas, al vernos todos se detuvieron para hacernos una reverencia, mantuve mi rostro inexpresivo, siempre con la frente en alto y la postura perfecta, por el rabillo del ojo confirmé que Amunet les daba una sonrisa a todos los presentes, siempre ha sido buena para darle seguridad a nuestros súbditos.
Alesso me dio una mirada preocupada y le di una sonrisa a labio cerrado, bajo la cabeza en una reverencia abriendo la puerta para mi —Muchas gracias— me dirigí directo a la enfermería, al entrar la doctora y las enfermeras de turno se pusieron de pie.
—Su majestad— hicieron una reverencia bien practicada
—Pueden descansar—
—Gracias su alteza, el primer príncipe—
Coloque a Jessica en la camilla más cercana con cuidado y mire directo a la doctora —Por favor, cuídala bien, personalmente verifique que las heridas no tuvieran ni una pizca de veneno, con mi magia limpie los residuos de oscuridad de su piel y cerré las cortadas— al escuchar mis palabras, los ojos de las presentes se abrieron con sorpresa, aunque es algo de esperarse, no todos los días una persona era tratada directamente por los miembros de la realeza —Sin embargo, preferiría que un profesional en el área la revise a fondo—
La doctora inflo el pecho, podía ver la alegría en sus ojos —Es todo un honor para mí que confié en mí su majestad, me encargare personalmente—
—Se lo agradezco— me incline y le di un beso en la frente a Jess, haciendo que las mujeres presentes soltaran un suspiro —Volveré en aproximadamente una hora, si despierta favor avisarme, no importa lo que esté haciendo, déjenme saber— todas asintieron y salí directo a la sala de guerra.
El sonido de mis pisadas era lo único que llegaba a mis oídos mientras transitaba por los oscuros pasillos que llevaban a la cámara de guerra, los pensamientos fluían en mi mente como un torrente de un río embravecido, a escasos pasos de la puerta maciza de roble blanco, mi uniforme negro, lleno de medallas y condecoraciones militares vistió mi cuerpo, al sacar mis alas sentí las pequeñas cadenas chocar con mi espalda.
Las puertas se abrieron ante mí —Hace su entrada Artemis Darkspark, primer príncipe de los ángeles oscuros y general de las fuerzas angelicales— los pocos presentes se pusieron en pie, incluyendo a mi familia.
—Un placer verlo príncipe— dijeron el licántropo y el vampiro a la vez haciendo una reverencia leve.
—Gracias a ambos por atender a mi llamado— les di la mano a ambos hombres con formalidad y la aceptaron sin rechistar.
—Sus majestades— hice una reverencia en dirección a mis padres, a Serene, a la reina de las hadas y el rey elfo—Extendiendo mi más sincero agradecimiento hacia ustedes por venir con tan corto tiempo—
—Cada que el príncipe ha convocado, siempre ha sido por algo importante y relevante— expresó la reina de las hadas con formalidad y una sonrisa sincera, los demás solo asintieron a sus palabras.
—Gracias por la confianza su majestad— hice una reverencia —imagino que todos recibieron el informe— asintieron en confirmación.
—Nunca habíamos visto a los demonios alejarse tanto de su lugar de origen, alguien o algo debe estar ayudándoles cruzar las puertas del infierno— expuso mi madre
—Concuerdo con usted reina Zerafine, al final del día los ángeles de luz no permiten que se alejen de las puertas negras— le apoyó Serene
—Hay algo más que deben saber— todos me observaron —La noche de ayer sufrí un ataque directo— pude ver a mis padre tensarse —Se le iba a comunicar a sus majestades el día de hoy, pero por conflictos horarios no fue posible— dije mirando a mis padres y rogándole al cielo que no me tocara un sermón cuando los demás representantes se fueran.
—¿Qué clase de ataque?— el antiguo vampiro soltó con tono preocupado
Moví mi mano y apareció la flecha angelical, escuché como inhalaban con fuerza y sus caras se deformaban.
Mi padre se puso de pie, dio un golpe fuerte sobre la mesa que hizo la sala temblar con su poder —¡Cómo se atreven a atacar a mi propio hijo!— el lobo y el vampiro se encogieron de hombros al sentir la energía aplastante de mi padre.
—Mi rey, considero que es prudente escuchar todo lo que paso antes de llegar a conclusiones— le indico mi madre, él la observó y respiro profundo, cuando volvió a sentarse conté todo lo que ocurrió esa noche, obviando lo de mi encuentro con esos dos dioses griegos y atribuí ese conocimiento a escritos antiguos de la biblioteca de los ángeles oscuros.
—¿Me la permite?— sin pensarlo le pase el objeto a la reina de las hadas
—¿Puedes sentir algo?—
Ella miró directo a la reina de las brujas —Su energía de luz está perturbada, así que no es un acto de guerra, pues al parecer fue tomada sin permiso—
—De todas formas, aunque no nos guste, tendremos que reunirnos con los ángeles de luz, pues deben encontrar al responsable de atentar contra la vida del primer príncipe— expresó el consejero de los lobos.
—Concuerdo con usted, pero creo que el tema de los demonios es más importante— agregó.
Nos pasamos aproximadamente cuarenta minutos más hablando sobre lo que me pasó hoy, el cómo la humana que nos acompañaba se vio afectada, de donde salieron esas bestias, la manera en la que se ocultan a simple vista y se decidieron los roles que cada especie tendría en el proceso de investigación.
La reina de las brujas junto a los lobos, estarán a cargo averiguar las vías utilizadas por los demonios para llegar a ese lugar, los vampiros investigarán la sangre de estas criaturas, para descartar la posesión de cuerpos humanos y la reina de las hadas, junto al rey elfo purificaran el espacio en el que ocurrió la lucha, para eliminar cualquier residuo que los recolectores pasarán por alto.
—Nosotros nos enfocaremos en descubrir porque fueron tras esa chica y de paso investigar más sobre esa dichosa flecha— concluyó mi padre.