La brisa fría golpeo mi rostro sin clemencia, mis pies se hundieron en el fango y el olor a madera podrida llenó mis fosas nasales, escuché las arcadas de la chica a mi lado y comencé a pasar mi mano con cuidado por su espalda, uno de los pocos efectos que puede tener el uso de portales en el cuerpo si no estás acostumbrado a utilizarlos son los mareos y las náuseas.
Ya con todo en orden, me dispuse reconocer el lugar en donde estamos, los árboles crecían en dirección a un pequeño espacio con agua que había en una esquina, el fango llegaba casi hasta mis rodillas, pero al mover los pies me di cuenta que su textura era bastante aguada, así que se me hacía fácil mover las piernas.
—Creo que si vamos a la izquierda encontraremos una forma de salir del pantano—
—Es a la derecha— enfoque mis ojos en la chica a mi lado, y la expresión de tristeza en sus ojos me estrujo el corazón —Ni la naturaleza se salvó de su ataque implacable sólo para destruirnos—
Antes de que pudiera responderle ella comenzó a caminar en dirección a unos arbustos, movió su mano y las plantas se apartaron despejando un camino entre los árboles, salimos del agua lodosa y caminamos por ese sendero estrecho en completo silencio, pero podía sentir la mezcla de emociones que emanaba de su cuerpo, su aura se había tornado turbia y podía sentir las fluctuaciones leves de su magia viajando por sus venas.
—Este lugar era un completo paraíso, donde llegamos era un lago precioso, visitado principalmente por ciervos blancos, unicornios y pegasos, los niños del aquelarre adoraban pasar tiempo en el bosque solo para verlos— una sonrisa nostálgica se apoderó de su rostro y su molestia se aplacaba mientras hablaba.
—Los ciervos blancos son mis favoritos, cerca del castillo hay una manada grande de ellos, sus cornamentas brillantes nunca dejan de asombrarme—
—Son mis favoritos también, en especial en primavera cuando sus astas se llenan de brotes y flores—
Nos miramos cómplices mientras sonreímos, pero me vi obligado a hacer la pregunta que atormentaba mi cabeza —¿Ella sigue ahí dentro?— solté un poco apenado
Me miro extraño, pero unos segundos después una expresión de entendimiento se hizo presente en su rostro —Artemis, soy casi por completo la misma chica que conociste, con las mismas vivencias, padres, amigos e intereses— hizo una pausa —Si bien es cierto que mi seguridad recibió una mejora, al mismo tiempo que todos los recuerdos de la reina de las brujas están a mi disposición, no soy esa a la que tu madre entreno, pero le guardo el mismo amor y respeto—
—Fue bastante extraño que supieras tanto de nosotros de repente—
Soltó una pequeña risa y se dio unos toquecitos con el dedo en la cabeza —Está todo disponible aquí, tengo el poder y el conocimiento que me pertenecen por herencia, pero sigo siendo la misma Jessica Maltes y creo que te lo demostré con ese beso que te di al despertar—
Sentí el rubor subiendo a mis mejillas —Fue bastante intenso— sonreí coqueto —No me molestaría repetirlo, mientras más pronto mejor—
—Tendrás que esperar guapo, ya llegamos— unos árboles se movieron dejándonos ver una pequeña colina, luego de subir unos cuantos pasos, frente a mis ojos aparecieron unas ruinas gigantescas, piedras de todos los tamaños yacían esparcidas por todas partes, unas pocas columnas aún se mantenían erguidas y orgullosas, pero lo más sorprendente era la enorme mancha negra que se vislumbraba sobre el piso de lo que parecía un gran salón.
—Bienvenido a lo que queda de la civilización de las brujas arcanas—
Bajamos despacio por la colina adentrándonos entre las ruinas, a pesar de que han pasado milenios, aún se podía apreciar la exquisitez de los tramados y decorados de las columnas y las pocas paredes que seguían en pie. Al llegar al centro del salón, justo encima de la mancha negra que opacaba la antigua belleza del lugar, pude sentir el pesar, el miedo y el dolor de las personas que se encontraban en este espacio al momento del ataque.
—Debió ser muy difícil estar aquí en el momento que ocurrió—
—Así es, a pesar de no haberlo vivido en carne propia, aun puedo sentir vestigios de la incertidumbre y la preocupación de crear una guerra de especies—
—Fueron muy altruistas al decidir desaparecer y no decidir por la guerra—
Ella se rió de forma amarga —Quizás lo fuimos, pero ahora si no tendremos piedad—
Seguimos caminando y luego de unos minutos nos detuvimos frente a una pared con murales borrosos que en su momento debieron destacar con colores sumamente vivos, múltiples imágenes de personas haciendo ofrendas al sol y a la luna, figuras con grandes alas descendiendo del cielo, esas mismas figuras al lado de otras más pequeñas pasando un orbe, pero de la siguiente imagen no quedaba mucho.
—En la última imagen se ve a los primeros arcanos practicar magia, ese mural era gigantesco y con magia iba marcando los momentos claves de nuestra historia, estas pocas memorias muestran la llegada de tu especie, quienes nos dieron los conocimientos de magia y nos enseñaron a utilizarla de manera apropiada— dijo nostálgica
—¿Por qué los ángeles blancos los atacaron de una forma tan implacable?—
—Para prevenir—
Mi expresión delató mi sorpresa y aunque abrí los labios, no supe qué decirle.
—Tranquilo, no tienes que consolarme, pero solo te diré que nos veían como una raza demasiado poderosa e impredecible para su gusto, a pesar que nunca hicimos nada para enemistarnos con ellos o ser una amenaza, si tenían algo seguro, nuestro poder era prácticamente ilimitado y teníamos claro que apoyaríamos ciegamente a los ángeles oscuros, tu madre fue y siempre será nuestra maestra, adicional a eso teníamos cierto contacto con algunos dioses griegos—
—Según me contó Nyx, para esa época ya tenían problemas con los celestiales—
—Así es, pero por lo general eran los dioses con asiento en el olimpo los mas problemáticos, pero con ellos no existe el gris, es blanco o negro, así que unos cuantos siglos después de que prácticamente acabaran con olimpos, nosotros nos convertimos en la mayor amenaza y por ende debíamos ser eliminados—