11 años…
En una edad como esta salir de la escuela era ya una rutina, la campana sonaba justo a la hora señalada y todos se levantaban de sus asientos guardando sus cosas y despidiéndose los unos de los otros; de pie en la entrada de la escuela Ana miraba alrededor esperando encontrar la camioneta de su padre, a su lado e imperceptible a la vista Guayaba frunció el ceño, él tampoco podía ver al adulto, ni a su ángel guardián, Zircón; grande fue su sorpresa cuando escucho a lo lejos la voz de Johny, de pie cerca del niño, estaba Mango y al otro lado uno de los hermanos de su padre, Xavier era acompañado por un ángel guardián de un rango sorprendentemente alto, para un humano tan joven, el coronel de segundo grado era Océano.
- Ana – Johny volvió a gritar y agitar su mano en el aire llamando a su hermana.
Ana camino hacia ellos, pero aun lucia confundida mientras miraba alrededor, su tío se inclinó a su altura dejando un beso en la pequeña cabeza y tomando al mismo tiempo la rosada mochila, dio un saludo sencillo mientras les indicaba a los dos niños que lo siguieran y el miedo de Ana aumento cuando vio como no seguían el camino a su casa, sino a la casa de su abuela, entonces, donde estaba su padre, tomo la mano de Johny mientras seguía caminando y escuchaba como ambos mantenían una conversación sobre super héroes y comics.
- ¿Por qué vamos con la abuela? – pregunto Ana interrumpiéndolos.
- hay alguien esperándolos ahí – respondió Xavier simplemente.
- ¿y papá? – continuo Ana apretando ligeramente la mano de Johny.
- ya lo verán – Xavier abrió el portón principal y dejo entrar a los niños.
Ambos corrieron alegremente hacia la puerta cuando una mujer entrada en años la abrió, Guayaba y Mango asintieron hacia el ángel guardián de alto rango que acompañaba a la abuela de sus protegidos, Arena.
- ¿Dónde está papá? – volvió a preguntar Ana, mirando a su abuela.
- estoy aquí – la profunda voz llego desde el interior de la casa y ambos niños quedaron asombrados.
Corrieron adentro y abrazaron al hombre que descansaba en uno de los sofás, entre risas logro sentarse y acomodar a su lado a los dos infantes, que no lo soltaban, estaba feliz de verlos y un poco triste de no haber sido el quien los recogió de la escuela, había prometido que lo haría siempre; Ana se dio cuenta de que su padre no estaba vestido como siempre iba al trabajo, los pantalones de vestir y camisa de botones habían sido reemplazados por un cómodo pantalón de deporte y una playera holgada, estaba confundida con esto; a su espalda Guayaba noto que Zircón sonreía al ver la interacción entre el padre y sus pequeños, pero sus alas estaban encogidas, sus brazos tenían algunos rasguños y en su frente había un golpe.
- ¿Qué haces aquí? – a sus doce años Johny era bastante observador y sabía que algo andaba mal.
- tuve un pequeño accidente, razón por la cual me dieron el día libre en el trabajo – medianamente explico Vladimir mirando a sus hermanos y a su madre para que no dijeran nada más.
Estas palabras, dejaron en claro la razón de las heridas de Zircón, muy seguramente mantenía sus alas encogidas para que no le dolieran, pues era eso lo que más ocupaba un ángel guardián cuando trataba de proteger a su asignado; sin dudarlo Guayaba se acercó a él, con el entrenamiento había descubierto que al igual que Zafiro poseía poderes sanadores y ahora a falta del otro ángel guardián, debía ser el quien ayudara con las heridas del ángel de mayor rango, Zircón le sonrió y negó con la cabeza, esperaría hasta que volvieran a casa o se hiciera de noche para sanarse.
- ¿Qué es esto? – Ana se dio cuenta que el brazo con el que su padre la rodeaba tenía algunos rasguños y marcas de sangre seca.
El adulto suspiro derrotado mientras miraba su mano y explico lo que realmente había pasado; la camioneta que manejaba normalmente en su trabajo, se había salido del camino cuando en una de las curvas acelero de forma equivocada, el accidente en realidad no paso a más de unos pocos golpes y rasguños, pero dado que el auto termino con las cuatro llantas hacia arriba, se consideraba peligroso y le habían dado tiempo para que descansara, las marcas desaparecerían pronto; para cuando termino de hablar tanto Johny como Ana tenían lágrimas en los ojos y volvieron a abrazarlo con fuerza.
- ¿eso debía pasar? – Guayaba pregunto a Zircón con sus pensamientos.
- así es, estaba en su pergamino, era un accidente de bajo riesgo, tenía que suceder, pero no debía sufrir heridas – Zircón hablo, años atrás había sido él quien explicaba a Guayaba como interpretar sus órdenes en el pergamino.
- estas muy golpeado, creo que, aunque tu intervención fue buena, talvez te excediste un poco – Mango comento con una media sonrisa.
- no fue un accidente tan simple como él lo recuerda, pero sucedió – Zircón hizo una mueca cuando sus alas se movieron ligeramente.
- ¿Por qué no me dejas ayudarte? – Guayaba insistió volviendo a acercarse al mayor.
- por eso.
Zircón señalo a Ana que estaba ignorando toda la conversación de su familia, mientras miraba alrededor como si buscara algo, los ángeles en realidad no hacían un solo ruido mientras se comunicaban de aquella forma, todo eran simples pensamientos en el viento, pero la pequeña niña de once años, parecía sentir algo extraño a su alrededor; Zircón soltó una baja carcajada ante la expresión de asombro que ocupo el rostro de Guayaba al darse cuenta de esto, sabia de lo mucho que le había dolido al joven ángel que su protegida perdiera la habilidad de verlo y escucharlo y aunque esas eran las reglas, Zircón disfrutaba de ver la relación de los que, para él, eran dos niños.