Ángeles Guardianes

17 AÑOS...

Cuando llego al mundo, Guayaba había estado bastante asustado, quería cumplir con su tarea como ángel guardián, experiencia o no, ya estaba en el campo de batalla, debía hacerlo bien, contar con la ayuda de los ángeles de mayor rango en la familia, solo hizo su tarea un poco más fácil, debía admitir que en verdad le había hecho falta el entrenamiento y cuando la vida de su protegida terminara el volvería y le patearía el trasero al ángel de asignaciones, no por ponerlo en aprietos, sino por hacerlo como una broma.

Aquella noche estaba de pie frente a Mango, el ángel le estaba mostrando como podía hacer que los movimientos de sus alas afectaran los movimientos de su protegido, ellos en realidad no podían tocar al humano pero, sus alas o la cercana sensación de sus plumas inevitablemente haría que se movieran; tenia problemas, Guayaba ni siquiera sabia que sus alas podían moverse de forma individual, había crecido pensando que se usaban solo para volar o como un escudo, aquí en la tierra había aprendido que también podía generar un escudo con la luz de sus alas.

- concéntrate – Mango le dio un golpe ligero en la nuca.

- no puedo – Guayaba se tensó, aun con todo lo aprendido, se sentía inútil,

- claro que puedes – Mango se acercó – piénsalo como una parte de ti, no solo las alas con las que vuelas, sino una extensión de tus manos.

- es que… no sucede nada – Guayaba movía sus manos, intentando que sus alas siguieran el movimiento.

- esto es más difícil.

Zircón se alejo del muro en el que había estado apoyado, se había decidido ha no participar en este entrenamiento, como ángel de mayor rango, quería ver que tanto sabia Mango sobre sus propias habilidades, pero por el cariño que le había tomado al joven ángel se decidió a ayudarlo.

- comienza así – Zircón movió su ala – concéntrate en la energía que existe en tus alas, mueve eso primero.

- ¿la energía? – Guayaba se veía confundido y Mango sonrió.

- lo mismo con lo que creas el escudo – Mango le susurro y Guayaba asintió feliz por la ayuda.

Cerro los ojos, tomo una respiración profunda y cuando volvió a abrirlos se concentró en eso, había aprendido que sus alas se movían con energía, aquí en la tierra esa energía generaba un escudo, si tan solo tomaba un poco… su ala se extendió y saludo de la misma forma que su mano lo estaba haciendo, pero brillaba demasiado y eso hizo que Zircón lo detuviera.

- muy bien – Zircon lo felicito y Guayaba brinco feliz.

- ahora inténtalo con un poco menos – Mango atrajo su atención.

- ¿menos? – Guayaba pregunto.

- menos energía – Mango señalo – aunque nuestro brillo solo puede ser visto por otros ángeles, podrías llamar la atención de algún humano sensible.

- ¿sensible a nosotros? – Guayaba estaba confundido.

- así es – Zircón asintió – recuerdas de lo que te hable algunos años atrás, aun hay humanos que pueden sentirnos.

- pero ella… - Guayaba negó, su protegida había sido uno de esos humanos, pero algunos años atrás lo había perdido del todo.

- ella lo tuvo por mucho tiempo mas de lo normal – Zircón asintió, entendiendo sus palabras.

- pero tenia que irse, no es una habilidad permanente – Mango hablo, pero lamento sus palabras al ver como Guayaba bajaba tristemente la cabeza.

- vuelve a intentar, guía la energía solo alrededor de tus alas – Zircón indico para atraer la atención de Guayaba.

- está bien – el menor asintió y alejando su mente de sus tristes recuerdos, se concentró con fuerza.

- míralo como una manta, solo te envuelve a ti – Zircon le indico cuando su brillo aumento de nuevo.

La luz centelleo y aumento hasta desaparecer, su ala solo se movió cuando su luz era mas fuerte y Guayaba maldijo su incapacidad de aprender algo nuevo, todo lo anterior, desde la forma de pelear hasta como desaparecer le habían parecido muy fáciles, pero esto se complicaba, con un suspiro extendió y movió sus alas, por alguna razón se sentía entumecido, la luz de una casa cercana se encendió y a lo lejos un gato gruño, al final si había llamado la atención.

- vamos a dejarlo aquí – Mango sacudió la cabeza con una risa.

- lo hare mejor mañana – Guayaba prometió, aunque no lo sentía realmente.

- pensare en otra forma de que lo entiendas – Zircón negó, aunque también sonreía por lo que el menor había logrado – hablare con Obsidiana, es un buen instructor en nuestro mundo, talvez tenga algún consejo.

- muchas gracias – Guayaba asintió emocionado.

Zircón asintió y después desapareció, hacia años que ya no detenían el tiempo para poder entrenar, ocupaban las horas nocturnas, simplemente ocultando los sonidos o cualquier ruido fuerte que pudieran ocasionar, sus voces no llamaban la atención y los otros ángeles que vivían cerca ya conocían su rutina, así que los ignoraban; Guayaba casi como una costumbre volvió a la casa caminando, subió las escaleras y entro en la habitación de Ana sin hacer ningún ruido.

Inmediatamente algo llamo su atención, el pergamino que normalmente aparecía frente a sus manos ahora descansaba en la almohada cerca de la cabeza de Ana, pero se miraba extraño, el lazo con el que estaba atado que normalmente era de color blanco, en este era de color rojo y se movió solo; para no perturbar el sueño de Ana, Guayaba lo llamo a sus manos con sus poderes, desprendió el lazo y leyó las únicas tres palabras que contenía que eran claramente de color rojo…



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En el texto hay: fantasia, reflexion, historias familiares

Editado: 03.11.2024

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