El nombre que recibí de mi madre demoníaca fue Slaanesss y ahora tengo 10 años infernales. Los primeros años estuve a su lado por obligación, pero el reino de Bell la consumió por completa y con la poca energía que tenía huyo a la zona de los abismos. Fue lo último que supe de ella porque me dejó trabajando como sirviente en una herrería.
Un día me aburrí de recibir golpes y maltratos, en esos años odié mi vida y a mi padre por haberme abandonado. Decidí ser fuerte y poderoso así como los grandes devoradores que llegaban por sus armas.
Nadie se atrevía a ofenderlos un día me puse de meta convertirme en uno. Robe un poco de carne, agua y un mapa. Camine buscando las montañas... fue la primera vez que pensé tal vez no regrese vivo... pero no creo que estar vivo sea lo que he vivido hasta hoy...
Al principio no fue fácil, derrame lágrimas de dolor y desesperación pero logre convertirme en un demonio fuerte y sin miedo a nada. Cuando me vi preparado para resistir lo que seguía, me inscribí para la formación militar demoníaco que entrenaba a futuras legiones de demonios.
Todos los comandantes te gritan. ¡Tenemos que ser sangrientos! ¡Viles! ¡El corazón no existe! ¡Somos demonios y siempre lo seremos! ¡No hay miedo! ¡No hay sentimientos no hay nada!
Los verdaderos devoradores llegaban a visitar a los nuevos y se sentaban contando historias de como era su vida:
-¡Un alma es tan deliciosa, tu ser se siente vibrar cuando esta dentro de tí!-
-¡En la tierra hay diferentes almas, entre más luche más sabor tendrá!...
-¡No te envicies demasiado con las almas, porque pueden llegar a perder la razón! ¡Sólo cómetela!
-¡Somos siervos de el gran Khor, debemos tener furia y fuego en nuestra alma para ser dignos.!-
-Un día iras a la tierra pero cuidado de esos angeles, la destrucción llama su atención, hay que ser cuidadosos, sigilosos, inteligentes... no solo hay fuerza... hay cabeza...
Los reinos infernales tuvieron disputas de poder y muchas guerras vivimos matando una y otra vez. Los regentes estuvieron felices de ver a los devoradores formarse con el fuego de las batallas.
-Snaless ¿Te quedarás en este reino? ¿Por qué no trabajamos juntos en la tierra? Tenemos pase para ir bajo las sombras de la noche... ¡Grandioso!
-Me gusta trabajar sólo, ya iré a la tierra con paciencia, me tomaré un descanso- Respondo cortante poniendo mi hacha en mi espalda.
-¡Eh! ¿A dónde vas?- Lo dejo hablando sólo y me dirijó al únco lugar donde puedo estar tranquilo.
Es un largo camino abandonando el quinto infierno. Comer almas no parece mala idea, ahora tengo fuerza y respeto entre mis hermanos. Soy sangriento y no es que me desagrade la idea de comer, pero tampoco es una motivación absoluta. Vivimos rodeados de sangre sería bueno un cambio, la tierra al menos me dará eso.
Las montañas siguen desoladas a pesar de los años, sin vida, aunque siempre encontramos cuerpos de demonios que huyen de otras zonas. Los ríos de lava son largos, pero todos terminan en el abismo. La mayoría se aleja porque temen a las bestias. Yo tengo mi propia cueva las montañas, unos gruñidos me sacan de mis pensamientos.
-¡Mis perros del infierno! ¿Qué tal están?¿Cazarón comida para mí?- Todos se acercan acariciando mis piernas.
Les acarició su regazo y me siento en una larga mesa de piedra, bebo mientas como un pedazo de carne y pan. La primera vez que vine de pequeño casi muero de frío, tuve suerte de toparme con una camada de perros Infernales. Estaban en una de las cuevas abandonadas, yo me quede con ellos para obtener calor y les compartí comida. Su madre nunca apareció, por suerte y después compartimos muchas aventuras de vida y muerte.
Desde entonces ellos cuidan nuestra casa. Siempre me acompañan para la caza y en otras ocasiones especiales van conmigo a mis expediciones.
-¿Han visto bestias?. Mis perros aullan indicando que sí. Primero cazaremos comida para la temporada, así no tendrán que salir mucho.
Cuando por fin conocí la tierra, me deslumbro el color y la vida que existe aquí. Un lugar muy extraño, es difícil no llamar la atención de los ángeles o vigilantes. Los antiguos devoradores no mentían, las almas son deliciosas. Soy un demonio y tenemos formas despreciables, nos ven con miedo. Sus almas son tan débiles y solubles.
-¡No! ¡Alejatee! ¡Por favor!-
Nos súplican pensando que tenía alguna vena de empatía, cuando ya han caído y no podrán salir jamás. Somos guerreros creados para no sentir nada... no podemos perdonar nada...
Los humanos son insectos interesantes, se multiplican muy rápido, aunque su vida es tan efímera. Sin embargo tienen tantas cosas. Crean ibros, musica, lenguas... poseen todo tipo de sentimientos. Algunos parecen tan ocupados que ni pasan en sus hogares, dedicando años a lo mismo ¿Cómo no se aburren?
Nosotros peinamos las zona y de acuerdo a como vemos el alma podemos identificar que tan fuerte son, jugamos con sus mentes... en sus sueños... hasta que se corrompen...
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Editado: 05.12.2021