Ángeles y Demonios

Capítulo diecinueve  : Perdidos

  

Percephone ya había terminado, Lucia quedó impactada.

Más bien semi boca abierta.

Su historia era en pocas palabras, sorprendente y triste.

«Pobre Satana...ahora entiendo por que esta metida en esta situación y del porque me odia »

—Está muy mal que te eches atrás por ella.

—¿Acabas de leer mis pensamientos?

Percephone la mira como el principio, con firmeza.

—Lamentablemente si. Pero no me saca el hecho de ser humana. De todo modos las brujas también pueden morir.

—¿Y los demonios?— dice Lucia.

—¿Para que quieres saber?.

—Curiosidad—contesta Lucia como si le hubiesen retado.

—Está bien, pero esto queda entre nosotras. Nada es lo que se ve o se escucha. Los demonios al igual que los ángeles se les puede matar, pero con objetos antiguos que solo el mismo Dios y el Diablo crearon para que sus súbditos o siervos los sigan. Ya que desde aquel tiempo en que el mismo Lucifer traicionó a Dios, los ángeles empezaban a ser lo mismo que él, traicionar a su propio padre.

Noto a Lucia aún más sorprendida.

—¿Te quedó todo en la cabeza? —agregó Percephone haciéndole señas a Lucia en sus ojos.

—Todo...

—Está bien..., ahora me tengo que ir, pero antes...—se detuvo, tomó algo en el cuello de Lucia.

—¿Qué?.

—¿Quién te dio este collar? — dijo Percephone mostrando en frente de ella.

—Jake— dice Lucia.

—Ya veo— le vuelve a poner el collar en su lugar. La miro fijo y se despidió de Lucia.

«Ok...¿y ahora que hago?»

Mira para todas partes. Mientras caminaba de mala gana, parecía que hasta sus fuerzas se habían ido.

Decidió apoyarse sobre la pared de la casa de Isabell.

Seguía escuchando los murmullos. Tomó respiro y camino hasta ellos.

Percephone había llegado hasta la esquina de la acera. Miro hacia atrás y sacó un collar con una estrella de cinco puntas, hecha de plata y un cordón negro que la sostenía.

Lo alzó en el aire , este proyecto luz mostrado la misma imagen de la estrella.

De allí se hizo un portal . De la cual Percephone traspasó.

Piso otro lugar distanciando de todo.

—Satana, estas en problemas—dijo Percephone.

Era la mansión de los Williams, se encontraba Jacob y Satana tendidos en la cama.

Satana acariciaba el pecho de Jacob, y luego los abdominales bien trabajados.

Jacob empezó a reírse, le causaba cosquillas.

—Oye...—dijo en voz baja—¿Qué quieres, jugar con mi cuerpo?

—No exactamente...solo que siempre eres sorprendente—dijo Satana al apoyar su cabeza en el pecho de Jacob.

—Gracias...y ni hablar de ti—le acarició la cintura.

Ambos se abrazaron entre las sábanas, hasta que algo fulmino el momento.

Se apagaron las luces de la mansión.

—¿Qué le pasa a esta casa infernal? — dijo Satana por el repentino apagón.

—No importa, déjalo así.

—Me encanta tu ánimo —salió de la cama con una remera de Jacob.

Mientras ella se dirigía a la planta baja de la casa, se alumbraba con la luz del celular.

—Maldito generador, esta casa es una porquería.

En un momento casi se tropieza en las escaleras.

—¡Mierda!—exclamó.

Alzó su mirada y pudo divisar una sombra.

—¿Qué fue eso?...

Camino apoyada de la pared.

La misma sombra que sus ojos apenas pudieron ver, se encontraba detrás suyo.

Una mano se acercó hacia su boca, por detrás de ella.

Antes de que lo notará ya estaba desmayada.. Parpadeo tres veces antes de cerrarlos.

—Es una lástima que alguien tan joven, cometa errores en su vida— dijo Percephone.

Se arrodilló cerca de la cabeza de Satana. Y tomo el celular de la joven.

—¿Qué demonios te paso Satana?.

Notó que la pupila de Satana se encontraba dilatadas.

—¿Ahora eres un demonio....?

—Por qué ya lo llevaba en su sangre—interrumpió otra voz.

Percephone volteo.

Mientras que esto pasaba, Jacob se retorcía entre las sábanas.

—Demonios Satana ¿Qué estás siendo haciendo ahora?.

Al pisar apenas el piso. Jacob abrió los ojos con sorpresa.

Sintió un aroma diferente en el aire.

—Mmm...Percephone...¿Qué haces en Argentina? — dijo Jacob al caminar en las sombras—Pensé que nunca me verías el rostro, Percephone.

Estaba detrás de ella.

—Siempre te has comportado como un niño malo de la familia— dijo Percephone al darse vuelta.

—Cómo la oveja negra ¿No?.

—De eso no me refería. Eres su hijo....

—¡El tiene más hijos!,¡Soy uno entre muchos!

—Pero tú eres más fuerte que los demás.

—¿Y por que mi madre no intento matarme?...solo soy un monstruo.

—No lo eres—contesta Percephone al tocarle la mejilla con ternura.

—Si, lo soy. Mate a muchas personas y bebí su sangre. Comí y sacie mi sed, pero aún no consigo llenar este hueco.

Jacob apretó sus uñas a donde se encuentra su corazón .

—Ese dolor puede ser olvidado por otra cosas—dijo Percephone.

—¿Cómo cual?— miró cansado.

—Tratar de ser otra persona, intentar sobrellevar todo. Con tan sólo otro sentimiento, excepto el dolor.

—No puedo hacerlo...— tocó con sus manos su pecho— En este mundo miserable, conviven los humanos. Que con malicia nos hacen llamar demonios sabiendo que antes éramos ángeles. Pero que más da, de mierda son de la propia mierda morirán.

Jacob miro a Percephone con malicia y poniendo sus ojos en pura oscuridad.

Aquellos negros y penetrantes ojos hacían palpitar las luces que volvieron sin explicación alguna en la casa. Encendían y se apagaban con rapidez.

—Jacob, tranquilízate. Esto debe ser producto del pasado. No dejes que mande más tú demonio, sé también humano—llegó a tocar la pared con su espalda.

—Yo soy un demonio, mi parte humana se ha ido, yo hace mucho tiempo...— dijo Jacob al fruncir de sus manos, uñas afiladas y una sonrisa psicópata.




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