La luna llena se encaminaba a llegar a su punto más alto en la noche del día de los muertos. Nick caminaba tomado de la mano de Lily, era la sexta avenida, conocido más como el paseo de la sexta en la ciudad capital de Guatemala.
El lugar estaba repleto, los edificios del centro histórico eran el paisaje del lugar, la avenida un lugar de dos vías con una vereda de cemento con banquetas y árboles en medio, los artistas ambulantes por todos lados, robots humanos, pintores, dibujantes, artesanos. Era alegría la que llenaba el lugar con esa atmósfera de risas, varios niños se cruzaban frente a ellos con el rostro pintado, de animales, personajes de caricatura entre otras cosas.
—Fascinante—dijo Nick al ver pasará a una niña con el rostro pintado de catrina.
—El libro de la vida―dijo Lily—me encantó esa película.
—A mí me gusto, pero más la hermosa catrina.
Lily le dio un buen golpe en el hombro con una sonrisa detrás del golpe, sádicamente dulce. Sus ojos parecían un azul del océano profundo, lleno de misterios, azules como el mar caribe, su sonrisa se alzaba como la luna llena, en su estado de súper luna, lo curioso es que esa noche la súper luna cruzaba el cielo amarillo de la ciudad. Había música y una marimba sonaba en la esquina, al pasar por ahí había unas señoras bailando y lo mejor, una pareja de ancianos bailando al son de luna de Xelajú.
—Es lindo—dijo Lily deteniéndose donde estaba la marimba.
— ¿Que es lindo? —preguntó Nick.
—Ellos y su química, amor, es eterno mientras dura, pero el de ellos rompió el límite del tiempo y se cumplirá el juramento, hasta que la muerte los separe.
—El amor es eterno mientras dura—dijo Nick, sus ojos cafés se fijaron en Lily, fijos en ella como si no existiera nada más—he escuchado eso en otro lado.
—Yo también—dijo Lily regresando la vista a los ancianos—no sería capaz de inventar algo tan profundo.
Siguieron caminado, Nick, Lily, ambos vivían en un orfanato cerca de la zona 1, era un edificio terrorífico, más antiguo que el viejo Arzú, decían en el orfanato que en las noches el lugar tenía vida propia y que por eso nadie salía de los dormitorios en las noches. Pero ellos retando a la muerte, se escaparon con la única intención de pasar tiempo juntos, claro que las relaciones están prohibidas, pero Nick tenía 17 y Lily 16, es una edad dura, más con esa regla, dejarían el orfanato hasta los 18 y la idea de ambos era simple, tener 18 y vivir lo más lejos de ese lugar.
—Tenemos que regresar antes de las 10—dijo Nick sin quitar la vista del frente, tenía tomada la mano de ella, sutil, delicada, suave, ella siendo de estatura igual que la de Nick, le llegaba a la altura de la nariz, alzó la vista para verlo—la patrulla de la loca pasara a esa hora.
La loca era una anciana de unos 60 años, siempre con una gran regla de madera en la mano, si pasaba por el dormitorio y no estabas, pasarían el mes siguiente trabajando en los baños con un par de marcas de la regla en la espalda.
—Aún es temprano, son las ocho, a las nueve nos iremos—dijo ella, su cabello volaba por el viento del mes de noviembre, un clima helado, delicioso, diciéndolo en un modo pervertidos.
Se detuvieron frente a un semáforo, el viento aún soplaba en la calle, los árboles de la acera del centro meneaban sus ramas como banderas, las nubes amarillas que surcaban el cielo nocturno se detenían como un reloj de cuerda sin cuerda.
—Es mágico—dijo Nick.
— ¿Que es mágico? —preguntó Lily.
—La noche—Nick no quitaba la vista del frente—mira a todos ellos moverse—en efecto, la multitud de personas que todas las noches llenaba la avenida parecía un mar de rostros, se movían en todas direcciones—el mundo es un caos en perfecto orden.
— ¿Lo es? —dijo Lily.
—Lo es—dijo Nick.
A un lado de ellos, a unos cuantos metros, por cierto, estaba un mago, hacia su juego de cartas en las que ponía a escoger a alguien una de ellas, la desaparecía y resultaba convirtiendo otra en una de ellas.
—Sabes que sería increíble—dijo Nick con un tono muy alegre, no se movía a pesar de que el semáforo estaba en verde para que pasaran las personas y los autos estáticos en el asfalto —... sería increíble que la magia existiera.
—Podría ser, pero a la vez, todo cambiaría—Lily bajo la vista.
— ¿Por qué lo haría? —preguntó Nick colocándose frente a Lily.