El sonido de zapatos se escuchaba por todo el pasillo, el piso era madera color café aparentemente muy viejo, el techo en arco con muchas pinturas como las de una iglesia, pero de todas las culturas y religiones. Las paredes estaban cubiertas por un papel tapiz de color verde viejo, también tenía colgados marcos, pinturas de paisajes y de personas. Al fondo del pasillo una puerta grande como la de la tienda mágica, por el otro extremo del pasillo aparece por la esquina derecha, una señorita de unos 20 años, cabello negro ojos azules y piel blanca; llevaba pantalones negros ajustados, una blusa roja, además en su mano llevaba una pulsera con gemas rojas y diseños góticos.
Camino por todo el pasillo con carpetas en las manos, algunas tenían símbolos como la esvástica, el símbolo de los nefilim, el árbol de la vida, la rosa de los vientos y muchos más. Ella llego a la puerta, coloco su mano sobre un círculo que tenía la puerta, al rededor del círculo estaban muchas palabras escritas en árabe, mandarín, alemán, inglés antiguo, latín y muchos más idiomas, todos decían lo mismo "Noche oscura", todos los símbolos se iluminan cuando ella coloca la mano en el círculo. La puerta se abrió de par en par, detrás de la puerta era una biblioteca, libros por todos lados, grandes estantes que se elevaban hasta casi perder de vista el final. Camina por esos pasillos desolados, en algunos lugares había mesas con lámparas, era una biblioteca gigantesca. Tras varios minutos cruzando la biblioteca, ella llega a otra puerta igual que la anterior a diferencia de que esta no tenía letras, sino franjas de oro puro, las que unían la puerta para que esta no se separara, además, tenía Zafiros, perlas y rubíes incrustados. La puerta se abre cuando ella coloca la mano en ella, todas las grandes franjas de oro se enrollan una sobre otra abriendo paso a que las puertas se abran. Del otro lado de la puerta parecía un aula de escuela, pero ultra gótica, pupitres y una pizarra verde eran lo más común quizá, porque el resto era algo nunca antes visto, libros flotando en el aire abiertos, el suelo parecía ser el cielo, planetas, estrellas y el mismo sol se movía bajo sus pies. La señorita se sentó en uno de los pupitres, todos eran de color café con una gaveta para libros. Cuando se sentó una puerta se abre, eran dos estantes del tamaño de la pared los que hacían la función de puerta, por la "puerta" entra un ser algo raro, era Cerbero, lo curioso es que no daba absolutamente nada de miedo, un perro de tres cabezas con cola de serpiente que no da miedo, era algo raro, además no sería como su primo el que cuida la puerta del infierno, sino que esta era de orejas largas, con su pelaje de color café claro con blanco y en partes negro.
El animal entra y al ver a la señorita le comienza a hablar.
—Mídia, que gusto verte—su voz era un poco grave, tiernamente grave.
—Cerbero—dijo ella con entusiasmo y una gran sonrisa de oreja a oreja—por fin apareces.
—Estaba comiendo—le responde el jalando con su cola una silla acercándose a ella, coloca la silla cerca de ella, luego salta a la silla sentándose.
— ¿Me trajiste algo? —le dijo ella dándose la vuelta para tenerlo de frente.
—Pues solo todo mi amor—le respondió en un tono de burla.
—Yo decía comida—le replicó colocando su mano derecha sobre la cabeza del centro, esa era la que hablaba.
—Pues eso si no, porque me la terminé antes de llegar aquí y entonces no traje—hablo la cabeza del lado derecho.
—Sabes tengo hambre—le dijo ella dejándolo de acariciar.
—El hecho de que tengas hambre no quiere decir que me dejes de acariciar—le dijo el perro con sus tres cabezas a la vez.
—Sí que eres exigente—se lo dijo entre risas.
Las puertas se abren otra vez con un chirrido de puerta vieja. Cada vez que esa puerta se abre parecía un cliché de una novela de detectives en la época victoriana en una vieja mansión las afueras de la vieja London.
—Qué bueno que te veo—era un joven de unos 20 con el cabello hasta los hombros—es, tu hermana.
— ¿Que paso con mi hermana? —se puso de pie.
—Volvió a salir de la academia de la ciudad cero.
— ¿Escapó? —dijo un poco alterada.
—Sí, pero ya la encontraron, Mídia —se acercó un poco preocupado —estaba con un humano y en la tienda de una hechicera.
Mídia bajo la vita, enserio que estaba furiosa, pensó un par de segundos de seguro en ese momento conto del uno a un millo.
—Iré a hablar con ella—dijo empezando a caminar.
—Ya no está en Guatemala—la tomo del brazo para detenerla—ahora está aquí.