Angelicales: Las Tres Noches

Capitulo 4 El Mundo Oculto

París, Francia                                                                                                                                                      

Las luces iluminaban las calles de París, tan sólo hace unas horas Nick estaba en Guatemala y ahora en París, una luz colgaba del techo forrado de tapiz, volteo la cabeza, pudo ver una mesa de noche que tenía a una lámpara y a la para su celular, todo era borroso, un gran dolor de cabeza no dejaba que se concentrara, parpadeo con fuerza a la espera de mejorar su vista; una figura estaba parada junto a él, al parecer Nick tenía un trapo húmedo en la frente , el agua que tenía el trapo refrescaba su frente del cual salía gotas de sudor helado, los cabellos del muchacho estaba mojados de sudor y de agua, la sensación de la humedad bajaba el dolor en la cabeza, pero no lo suficientemente, la cama en la que estaba daba un aire a cosas viejas, todo parecía del siglo pasado, la figura borrosa se acercó hablándole, no alcanzo a escuchar lo primero que dijo.

—... Cabeza, te sentirías mejor, es un brebaje de mi madre.

El joven no decía nada, apenas si sabía quién era, esa migraña nunca la había sentido, era diferente, era como que, si necesitaras dormir, pero para soñar, no por estar cansado, quería recordar algo, la puerta produjo un sonido al abrirse, otra figura se hizo presente, está ya era más familiar. Era Naria. Al parecer le dijo algo a la otra figura borrosa que estaba parada cerca de la cama, su visión comenzaba a volver, lo primero que vio fue a esa señorita de cabello rojo, se le veía un poco antinatural como un tinte de rojo oscuro, con sus labios asesinos, su piel que quizá bajo esa tenue luz, se inundaba de vida, esos ojos tan profundos que te llevan a el infinito y crees ver las estrellas reflejadas en su retina.

—Creo que ahora si esta consiente—decía el Ángel junto a él.

—Ve a la cocina y prepara algo—la voz se escuchaba distante, aunque estaban a la par de él.

—Claro, ahora voy—la figura angelical se retiró de la habitación y al parecer se llevó la luz con ella, o era quizá solo su dolor de cabeza el que le hacía sentir eso.

— ¿Cómo te siente? —pregunto cómo una madre lo aria.

—Con si me hubiera arrollado un tren, ¿qué paso? — apenas si meneaba la cabeza, al parecer el dolor se desplazaba por todo el cuerpo.

—Al parecer alguien quiere que no te enteres de lo que eres—la voz se escuchaba preocupada.

—Créeme, ni yo sé quién soy—con cada palabra un fuerte dolor se movía por todo el cuerpo, podía sentir sus latidos en el oído.

— ¿Por qué lo dices? —la mujer le retiro el trapo mojado que aun cargaba en su frente.

Ahora ella vestía un pantalón negro ajustado, una playera blanca, más una especie de capa con capucha, claro la capucha no la tenía puesta.

—No recuerdo mucho―decía aún con esa sensación de dolor, pero ahora con hambre por no haber comido aun—... No recuerdo más atrás de los 8 años.

—Eso tiene sentido― decía Naria—te conocí cuando tenías 10, apareciste hace 7 años. Pero bueno, ahora alístate, vas a salir de la cama. ¡vamos arriba! ― ¿Salir en esa condición?, era algo ridículo, pero necesitaba respuestas. —Sé que te duele el cuerpo y la cabeza, pero tengo la solución, te espero abajo.

Naria salió de la habitación con una honda de aire tras ella. Nick apenas se levantaba de la cama, no podía cambiarse de ropa, no tenía más, se dirigió a la puerta que tenía diseños del pasado, toma el pomo que era muy helado, se sentía ciertos roces por el óxido del pomo. La puerta se abrió vio el corredor que tenía una baranda de madera se veía la sala en la que había estado hace, saber cuánto tiempo, los mareos se hacían sentir acaba paso, llegando al otro extremo del pasillo una escalera de caracol de madera color café con baranda tallada con adornos y símbolos que el desconocía bajaba, desde la parte alta pudo ver el suelo con una alfombra persa. Al llegar al final de los escalones pudo ver los sillones y el refrigerador que vio al llegar por el portal. Por la ventana se veía la torre Eiffel iluminada con luces que la hacían ver como un gran árbol de navidad. Saco el teléfono para ver la hora, sabía que la hora que tenía era la de Guatemala, al parecer eran las 4 de la tarde en Guatemala, en pocas horas amanecería.




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