1.2; PRIMERA IMPRESIÓN
Sabrina
Empujo a Guillermo con fuerza mientras él se resiste firmemente a continuar caminando, me da gracia. Aunque no puedo librarme de la tortura de estar aquí al menos tengo a alguien conocido y no tengo que soportar sola a toda esta gente extraña sola.
Para mi nada de esto es totalmente desconocido, ciertamente no, mis padres siempre fueron los guías de jóvenes cuando era más chica y la mayoría de las cosas que vamos a tener que hacer acá (como compartir sentimientos) son cosas que hice ya más de una vez. Pero Guillermo, él es un tema aparte, y eso va a ser divertido.
—Basta Sabrina, basta.
—Si yo entro vos también, no me podés dejar sola en esto.
—Ay Sabrina...
—Dale Guillermo, no seas basura, no me dejes sola.
—Bueno, ya entendí —deja de resistirse— además, es muy aburrido si me voy yo solo.
—Claro, fingí que no es porque todavía te gusto.
—Ahre.
—Si si, ahre.
—Disculpen —un hombre se detiene frente a nosotros— ¿Puedo ayudarlos?
—Si nos deja salir si —se ríe de su propia broma, aunque a el desconocido no le hace tanta gracia
—Estamos buscando a... —releo el mensaje en mi celular— ¿Fernández German?
—Es su día de suerte entonces porque lo tienen en frente —¿Suerte? ¿Quién dice? — ¿Vienen por el programa?
—Si.
—Bueno, acompáñenme así terminamos con los papeleos.
Caminamos tras él y a medida que avanzamos puedo ver más gente del lugar, consigo diferenciar a lo lejos uno de esos grupos de voluntariado reunido en circulo y eso es...
«Dios.»
Ni siquiera sé si pueda soportar esto mucho tiempo.
***
—Hijo —el mayor saluda a un chico alto que entra a la habitación donde estamos— Mira, ellos son los chicos de los que te hablé, pensé que como eran muy nuevos era mejor que estuvieran en tu grupo ¿no?
Solo obtiene un movimiento de cabeza como respuesta.
«Que incomodo»
—Son Sabrina, Xanti y Guillermo, chicos, él es Max.
Xanti, si, él también termino mal por hacerse el gracioso con la profesora de historia, pero como ya dije, al menos estamos todos juntos.
—Un gusto conocerlos —se acerca y extiende la mano para saludarnos, aunque Guillermo lo ignora completamente— bueno, si quieren podemos ir al patio así van conociendo a algunos de los chicos.
—Como de querer...
—Bueno —interviene— que vayan con vos hijo, pero no mencionen el programa hasta que estemos todos ¿entendido?
—Entendido señor.
Sé que no es agradable, pero tengo que aguantarme la risa ¿Quién habla así? Es raro.
Nos ponemos de pie y caminamos tras de él hasta llegar a la ronda que vi de camino acá.
—Por fin volviste.
—Mi padre necesitaba ayuda en algo.
—¿Y ellos?
—Ah, ellos son Guillermo, Sabrina y Xanti, chicos, ella es Isabela.
—Bienvenidos —también ofrece su mano y Guillermo acepta gustoso está vez, guau, que poco obvio de su parte.
—Ellos nos van a acompañar hoy.
—¿Son nuevos en la escuela? —¿en serio cree que tenemos pinta de ser como ellos?
—No, son de intercambio.
—¿De dónde?
—Mi padre me pidió que esperara a que él pueda hablar con todos.
—Es porque somos incorregibles —suelta Lu y ella lo ve aún más confundida— ya sabes, rebeldía nena.
«Por favor, que vergüenza ajena.»
—¿Qué?
—Eso, no sé porque tanto misterio larguirucho —Xanti suelta una carcajada ante eso— nos han enviado aquí desde la escuela porque tenemos un buen y largo historial de "mal comportamiento"
—No le digas así, su nombre es Max.
—Isabela —interviene— ya, mejor mostrémosle el colegio antes de que la directora llegue.
—Sí, mejor, no más charla innecesaria.
«Uy, que sensible»
***
—¿Tenemos que seguir caminando? —los dos chicos voltean a mirarnos y frenan.
—No, no si no quieren.
—Ignoren a Guillermo, es un dramitas —suelta Xanti— deberíamos seguir caminando.
—¿Sí?
—Mejor no Max, tu papá dijo que a las y treinta teníamos que estar todos formados.
—¿Formados? ¿Somos soldados?
—No es eso, quiere decir que tenemos que estar en el patio.
—Es igual.
—Mejor volvamos, y no hablemos.
—Podemos hablar —él la contradice— si quieren saber algo pueden preguntar.
—¿Qué hacen esas chicas de allá? —señala.
—Ah, ellas dan clases para chicos de lugares lejanos, ahora están preparando una, vengan, nos acerquemos.
Lo seguimos hasta donde hay un grupo de personas, que de lejos solo se veía de chicas, pero en realidad hay gente sentada en el suelo.
—Ey Maxi—veo que todo el mundo lo conoce— Hola.
—Hola.
—¿Quiénes son tus acompañantes?
—Ellos son nuevos, chicos, ella es Catalina, Catalina, ellos son Sabrina, Guillermo y Xanti.
—Hola —se acerca y extiende su mano para saludarnos— es un gusto.
—Pff, no digo lo mismo.
Casi me rio de eso, no de lo que Guillermo dice, más bien de la cara de ella, es como si no estuviesen acostumbrados a esto ¿Es que todos se tratan así de amables siempre? eso es asqueroso.
—Hola.
—Christina —se ríe de su repentino acercamiento.
—Quería saber si necesitan ayuda.
—No, pero te presento. Christina, Guillermo, Sabrina y Xanti, chicos, Christina.
—Hola —sonríe, pero no se acerca— bienvenidos.
—Gracias linda —no puedo creer que estos dos hasta acá quieran liarse con alguien.
Son chicas bien, creo que van a tener que casarse con ellas para conseguir si quiera un beso.
Se ríe otra vez cuando recibe esa respuesta y casi diría que esta roja, por favor, no es para tanto.