1.7; SENTIMIENTOS
Isabela tira una almohada en dirección al su amigo y esté suelta un quejido que en realidad la hace reír.
—Levántate flojo.
—Por favor Luz, me duele la cabeza.
—Si, supuse eso así que te traje una pastilla —se acerca y espera a que él se incorpore para recibir el vaso con agua.
—No entiendo que es lo gracioso de esta broma.
—Supongo que esperaban que hicieras cosas tontas y no que lloraras y vomitaras.
—Qué vergüenza.
—Bueno, solo la chica te vio vomitar.
—Ah.
—Y ¿Estás bien?
—Eh si, ya sabes, supongo que eligieron un día equivocado para eso, pero estoy bien —sonríe—. Fuera del dolor de cabeza y del sermón que me espera en casa, todo en orden.
—¿Seguro?
—Si Isa, y mejor ya me voy.
—¿No desayunas conmigo?
—No, seguro mamá no quiere estar sola.
—Okey, quizá más tarde pase a verlos un rato.
—Ven a almorzar si quieres, eso va a estar bien.
—Okey, escríbeme.
—Vale, gracias.
—De nada, te quiero ¿Okey?
—Más Luz, más
***
—Buen día mamá.
—Cariño, ahí estás.
—Vine para desayunar juntos.
—Gracias cielo —sonríe— pero, sabes que primero tienes que hablar con tu padre.
—Ay mamá...
—Ya sabes cómo es él Max, no sé porque quisiste quedarte ayer en casa de Isabela.
—Me quede dormido mamá, lo juro.
—Háblalo con él.
—Okey.
Camina hasta la oficina de su padre y golpea la puerta para esperar que él le de permiso de entrar.
No tiene que repetir lo estricto que es y lo dramático que es para él que haya hecho algo así sin avisar, a pesar de que Isabela sea su vecina, en realidad nada importa.
—Pase.
—Señor permiso.
—Ah hijo, que bien que ya llegaste.
—Mamá me dijo que quería hablar conmigo.
—Si ¿Qué pasó anoche?
—M-me quedé dormido.
—Sabes que no nos gusta que pases la noche fuera.
—Si señor, claro que lo sé, lo siento mucho, de verdad.
—Mira, de todas formas, no creo que vayas al retiro.
—¿Qué? ¿P-por qué?
—Mira, tengo que hacer un par de documentos importantes y no puedo ir como guía este año, pensaba que podría, pero ya nos dimos cuenta que no.
—Pero señor, yo, ya les había dicho a mis amigos que iría.
—Max, por favor, ya hemos charlado muchas veces de esto.
—Y-yo lo sé, pero le prometo que voy a tener cuidado y comportarme, lo juro.
—No jures Max, no está bien jurar.
—Lo siento —suspira— ya lo entiendo.
—Mira, no lo hicimos para que te ilusiones en vano, de verdad.
—Lo sé señor, lo entiendo...
—Vamos a dejar que tu madre tomé la decisión final ¿Okey?
—¿De verdad?
—Si, pero va a ser la última palabra.
—Si señor, lo tengo claro.
—Okey.
***
Sabrina entra a la casa y se acerca a la cocina para servirse una taza de café.
—Brina, por Dios —él se aparece desde la habitación— ¿Dónde estabas? ¿Sabes qué hora es?
—¿La hora de que me dejes en paz?
—Podes por favor comportarte, por favor ¿Sabes lo preocupado que estaba? No me respondiste ni una llamada.
—Preocupante sería que si te contesté ¿No?
—¿Dónde estabas?
—Por ahí.
—¿Dormiste bien? ¿Estás bien?
—¿No me ves? ¿Estoy perfecta?
—¿Desayunaste?
—No, ahora me voy a tomar un café.
—Te preparo algo.
—No hace falta.
—Por favor ¿Sí?
Solo suspira y no sé niega más.
—¿Qué es lo que me querés decir? ¿Vas a tener un bebé o algo así? Porque no sé qué otra cosa podrías decirme después de lo del dichoso voluntariado.
—Brina... —pone la tostadora y saca la mermelada de la heladera.
—¿Qué?
—¿Podemos tener un día en paz? Ale no está bien.
—¿Y? Problema suyo.
—Solo te pido un poco de calma.
—Como si tuviera alguna opción.
Sirve su café y se sienta en la mesa mientras él unta un pan y se lo entrega.
—Ella y yo también vamos a ir al retiro —suelta.
—¿Qué?
—Vamos a ser los guías.
—No puede ser.
—Vas a ver qué nos va a hacer bien, a todos.
—¿Sabes que me haría bien? Que me dejes en paz de una vez por todas.
—Solamente quiero que dejes de vivir de esa forma.
—¿Y cuál es esa forma según vos?
—Autodestructiva Sabrina.
—Mira, si vos decidiste ponerte todo ese peso encima es cosa tuya, pero a mí déjame en paz, yo estoy bien.
***
—¿Entonces?
—Supongo que no voy a ir.
—Ay Max.
—Ya sabes cómo son, no pueden con la idea, no es su culpa.
—Pero no te dejan respirar.
—Estoy bien con eso ¿Okey? Tampoco quiero hacerlo un tema ahora.
—Bueno, pero te voy a extrañar.
—Y yo Luz, pero al menos uno de nosotros puede pasarla un poco mejor.
—Supongo nunca me había pasado, pero tengo tan pocas ganas de ir hoy.
—Por el chico de ayer.
—Si, me cae muy mal.
—Bueno, solo ignorarlo y ya, verás que se cansará de molestarte.
—Espero, y a ti también —solo lo mira de reojo esperando que responda algo, pero no pasa— ¿En qué andas pensando?
—¿Puedo hacerte una pregunta sin que te alteres?
—Ay...
—Bueno entonces no.
—Sabes que si amigo, lo que quieras.
—¿Por qué crees que no les gustó a las chicas?
—¿Qué?
—Ya, olvídalo, es un poco estúpido.
—No no no —frena y se para frente a él— ¿Por qué me preguntas eso? ¿Te gusta una chica?
—Yo no dije eso.
—Ay Max, te conozco más que a mí.
—Eso quisieras...
—¿Okey? —piensa un poco— ¿Quién es? ¿Clarita? Porque ella me parece agradable.
—No, solo somos amigos, y creo que ni eso.
—¿Claudia?
—¿Tienes algo con la C?
—¿Entonces quién? ¿Y por qué me lo pre...—parece que la conclusión en su cabeza le disgusta y lo mira esperando que él la adivine— ¿Sabrina?