Angels like you

Capítulo 24

1.24; NO ME ARREPIENTO

Alejandra 
Me bebo el último trago de café que ya está casi totalmente frío, y me paso las manos por el pelo tratando de desenredarlo. 
No sirve, pero casi, CASI, me distrae de mis pensamientos por un segundo. 

—¿Dormiste? —su voz me espanta un poco. 
—Un poco, la verdad es que últimamente no duermo nada. 
—Sé lo difícil que es para vos amor —me abraza por detrás y eso me da una sensación de abrigo, agradezco que esté aquí— pero ya te dije, Max necesita tiempo, y ahora sí no querés no tenés que irte otra vez. 
—Pero tiene razón —odio admitirlo, pero soy una tonta por tenér tantas expectativas con respecto a este momento, él tiene todo el derecho de no entenderme y yo soy la que tiene que ser más empática. 
—Eso no importa ahora Ale, lo que importa es que pueden hablar e intentarlo, tienen tiempo todavía. 
—Sí, sé que tenés razón, solamente me da miedo. 
—Bueno, pero ahora no estás sola, nos tenés a mí y a Brina. 
—Lo sé... 
—¿Vas a hablar con él ahora? 
—Voy a fijarme si ya está levantado, lo mejor es que hablemos solos. 
—Okey, acordarte, tranquilidad. 

Volteo y me da un beso corto que me ayuda a no sentirme tan cobarde, él siempre consigue que no me sienta sola. Tomo una última respiración profunda y salgo de la cocina para caminar hasta el área de las cabañas con las manos temblándome bastante. 
Nadie me está obligando a nada, de esto tengo seguridad, pero estoy tan cómoda en este silencio, en esta vida nueva, que me cuesta hacerle frente a la pasada, por más egoísta que suene. 

Golpeo con delicadeza, un par de veces, y no obtengo respuesta alguna. 
Quizá es mejor hablar cuando ya este levantado, aunque me de miedo. 

Me doy media vuelta para regresar por donde vine y piso algo irregular, casi podría no percibirlo, pero cuando me agacho para corroborar lo que es, me encuentro con las llaves de la cabaña. 

¿Por qué está del lado de afuera? 

La tomo y no lo pienso dos veces, empujo la puerta y cuando se abre, no hay nadie dentro de la cabaña. 

No están. 

¿Se han ido? 

*** 

Sabrina se remueve un poco y cuando abre los ojos se encuentra con la sorpresa de que sigue sentada en el mismo sitio. Se han quedado dormidos. 

Mueve un poco sus manos totalmente frías y escucha a Max bostezar tras ella. 

—Buen día. 
—¿Qué? —la mira él también y se acerca un poco—tu piel esta... 

Ella misma se pasa una mano por la mejilla sin cuidado alguno y se reprocha después, debería haberlo pensado, ha sido mucho frio por un buen rato. 

—Si, la tuya también. 
—¿Qué hora es? —recién entonces parece estar totalmente despierto— ¿Qué hacemos acá todavía? ¿Qué hora es? —se pone de pie y busca su teléfono en sus bolsillos. 
—Max no... 
—Nos descubrieron. 
—Max. 
—No puede ser, seguro ya llamaron a mis padres, seguramente porque ya es tarde y....—lo interrumpe. 
—¡Max! 
—No tengo señal —no le presta atención— ¿Y si me llamaron y no respondí?¿Y si mamá intento llámame? 
—Cálmate Max. 
—No puede ser, ellos deben estar pensando cualquier cosa y... —la morena toma su teléfono y lo guarda en uno de sus bolsillos consiguiendo por fin su atención. 
—¿Qué haces? 
—Primero cálmate. 
—Dios mío, no sé porque hice esto, soy un idiota. 

—No es para tanto. 
—¡No lo entiendes! 
—No me grites. 
—Vale, l-lo siento. 
—Primero tenemos que buscar algo caliente que tomar, y calmarte. Después avisas que estas bien —se acerca un poco más— tranquilo, aún es muy temprano para que le hayan avisado a alguien, te lo juro, conozco a Teo. 
—Vale, lo siento. 
—Supongo que vamos a tener que tratar de llamar a los chicos. 
—¿Crees que volvieron solos? 
—Ni en pedo, menos Xanti, tienen que estar cerca —empieza a alejarse y él la sigue— tus orejas están rojas. 
—Si, si alguien no hubiese robado mi gorro estarían bien. 
—¿Qué? Este gorro es claramente mío. 
—Ajá ¿Quieres dejarme sin abrigo para que termine congelado o algo así? 
—Casi lo consigo, si no te hubiese devuelto esa campera no habría arruinado mi plan. 
—Lastima. 
—Lastima, pero, ¿para quién? 
—¿Tan temprano y ya volvimos al juego de las adivinanzas? 
—Lo dice el señor misterio. 
—Bueno, seguro que si volvimos —medio sonríe. 
—Perfecto —saca su teléfono y encuentra los mensajes de su hermano y su cuñada en la barra de notificaciones. 

Definitivamente los han descubierto, entonces, no hay ningún apuro por volver. 

...

Sabrina 

—Menos mal —entramos a una especie de cabaña con autos fuera, es un café de paso, y para nuestra suerte, hay calefacción. 
—Uff, sí. 
—Pero miren quien llego —no hace falta que lo busque entre la gente, sé que es Xanti— los tortolitos. 
—Sí, gracias por abandonarnos —Guillermo
—No empecemos tan temprano con los dramitas —me siento frente a ambos y tomo la carta que ellos ya deben haber mirado. 
—¿Qué le pasó a sus caras? 
—El frío ¿qué pidieron? 
—Todavía nada ¿Dónde estaban? 
—Por ahí. 
—¿Por ahí? —su tono podría avergonzarme, si me importara lo que dice, creo, que si Max no estuviese tan preocupado a él lo avergonzaría, pero está demasiado pendiente del entorno, como si fuesen a venir a buscarnos hasta aquí. 
—Guillermo, por favor, cálmate un poco. 
—Bueno listo, después no digas que no me importan. 
—Dramitas. 
—Listo dije. 
—Bueno, yo voy a pedir un chocolate ¿Ustedes? 
—Un café con leche, seguro. 
—Yo también quiero chocolate entonces. 
—¿Vos Max? 
—¿Tenemos que quedarnos más tiempo? 
—Max... 
—Si nos vamos ahora quizá no se hayan dado cuenta. 
—Sí lo hicieron —suelta Guillermo, ni siquiera tengo tiempo de mirarlo mal. 
—¿Qué? ¿Cómo sabes? 
—Porque Teo me llamo, me dijo que si no volvíamos le iban a avisar a los superiores porque los estábamos ignorando. 
— ¿"Estábamos"? 
—Dijo que Brina no respondió. 
—Me dijiste que no tenías señal. 
—Bueno, tampoco es para tanto. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.