Angelus

Capítulo 4

Joel me esperaba afuera. Cruzamos el puente y caminamos lo que me pareció unas cuarenta cuadras hasta llegar a un paredón que rodeaba toda una manzana lejos de cualquier casa. En el camino Joel me hablaba lo cual me tranquilizaba un poco y me distraía del hecho de que me estuviera alejando tanto de la ciudad con un joven que apenas conocía y creía loco. Pero algo en su manera de expresarse me daba seguridad, asique continué. Mi intuición de que todo estaría bien era más fuerte que mis pensamientos y aplacaba el miedo.

-Esta mañana han expulsado a Braian de la escuela, su abuela está muy enojada con él, le ha gritado mucho desde que llego a la casa.

-¿Y porque lo han expulsado?- Pregunté eso aunque mi verdadera pregunta era ¿Cómo rayos él sabía eso si había estado toda la mañana conmigo en la orilla del río? ¿Tendría uno de esos teléfonos móviles para comunicarse?

-Le expulsaron porque llevo un arma y la saco en el recreo. Él quería asustarlos. Y término asustando a toda la escuela. Los directivos tomaron la decisión de no dejarlo entrar más a la institución. 

-Que horrible.

-Pero eso no es lo peor. Después de quitarle el arma, se la devolvieron a su abuela.

-¿Qué clase de arma?

-Es una pistola antigua, era de su abuelo, pero aún funciona, y aunque Braian no la cargo esta mañana para llevarla a la escuela. Ahora si lo ha hecho.

-¿Tiene el arma otra vez?

-Velo por ti misma.

Se acercó a la pared y me señalo un hueco en ella donde podía poner mi pie. Subí y pase una pierna para el otro lado y después la otra. Me sentía liviana, apenas me costó un mínimo esfuerzo acomodarme.

Cuando mire al frente vi un enorme campo de pastizales largos. No me equivocaba, el paredón rodeaba todo el campo descuidado. En medio de él había un árbol. Y apoyado sobre el tronco a la sombra había una figura. Pequeña. Seguramente de un niño. Me coloque una mano en la frente para que el sol no me encegueciera tanto y divise que el niño tenía un arma en la mano, y se apuntaba la cabeza.

-¡NO!- Grite sin pensarlo mientras caía al suelo. Corrí por los pastizales que me llegaban casi a la cintura, raspándome y tropezándome cada cuatro pasos. Era difícil nadar en ese mar de hierva espinosa.- ¡Espera!- Grite mientras me acercaba pero él no parecía oírme. Estaba envuelta en un manto de adrenalina y terror mientras sudaba a causa del agobiante calor. El niño no parecía oírme.

Entonces cuando estuve a su lado no supe que decir. Estaba de espaldas a mí, y con el cuerpo de lado sobre el árbol sostenía con firmeza el arma contra su sien. 

Recobre el aliento mientras pensaba. “¿Y si le digo algo se asusta y jala el gatillo?” “¿Y si no le digo nada y lo hace igual?” Era cuestión de segundos que lo hiciera asique tome coraje y dije:

-Caluroso día ¿No?- Algo trivial, conteniendo la respiración, intentando sonar lo más tranquila posible.

El niño se giró con una expresión de horror. Levantó una mano como para detenerme mientras con la otra se aferraba al arma y la presionaba con dureza en su cabeza. Estaba decidido a hacerlo. Lo supe por su expresión atormentada y sus ojos estallados en sangre. Su expresión no era la de un simple niño. Si no se volaba la cabeza de un disparo parecía que iba a estallar por si sola.

-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¡No intentes detenerme!

La situación era angustiante. Sentía tanta pena por él. Tan pequeño. Y sufriendo tanto. Tuve que apretar los puños para contenerme de correr a abrazarlo. Eso solo lo incitaría más. ¿Qué podía hacer? ¿Qué podía decir? Odie a Joel por esto. Lavándose las manos y dejándome sola, siquiera corrió tras de mí. ¿Y cómo estaba tan tranquilo sabiendo lo que ocurría del otro lado del paredón? ¿Y cómo lo sabía? ¿Acaso en algún momento el niño le llamo y le dijo lo que estaba a punto de hacer y dónde? No… Alguien que va a hacer algo como esto no lo dice a nadie. Solo lo hace. Podía sentir en cada fibra de mi ser lo que el sentía. La soledad y el desprecio que le causaba el abandono de sus padres. La impotencia y la angustia de ser acosado por sus compañeros de escuela. El terrible miedo que le causo ser visto como un monstro por sus compañeros y profesores. Más la amargura y los sentimientos de culpa cuando vio estallar a su abuela en gritos y terribles acusaciones de que era igual de lunático que el ingrato de su padre. 

Estaba hecho añicos, podía percibir su cansancio. Su desganó. Sus punzadas de dolor que provenían de un corazón roto y que el con su mente arrebatada como estaba intentaba proyectar algún buen recuerdo de su vida para que no doliera tanto, pero se le hacía imposible y el dolor con cada latido, más intenso. Supe que solo me quedaba ser sincera con él asique comencé a hablar.

-No sé explicarme como, Braian, pero entiendo tu dolor. Sé por lo que estás pasando. Y por lo terrible que has pasado. Sé que no hay palabras, que describan tu situación. Pero Braian. ¿Me creerías si te dijera que esta no es la solución?

El chico permaneció inmóvil. Aunque una ceja se enarco y supe que me creía. 

-No, no es la solución, eso lo sé.-Grito.- No hay solución y por eso esto.

-Braian. Apenas anoche yo… Intentaba hacer lo mismo que tú. Estaba en el puente. ¿Conoces el puente no?

Asintió con la cabeza y con la mano libre se quitó el sudor del rostro. Parecía impaciente. Quería que me fuera. Intente ser más breve.

-Alguien me recordó que yo era un soldado fuerte. Y que mis peores batallas ya habían pasado. Y lo mismo es para ti Braian. Eres un gran soldado. Has peleado batallas muy duras y has permanecido de pie. De pie Braian y sé que han sido unos terribles catorce años. Pero han sido solo eso. Catorce años. ¿Qué hay con los que restan? ¿Los tiraras a la basura sin pensar en que las cosas algún día puedan cambiar?

-Ya no quiero que cambien. Viví mucho tiempo esperando que cambien. Ahora solo quiero que terminen.-Su voz sonaba ronca y sonora. Desesperada y enojada.- Si no te vas. Juro que voy a dispararte.- Me apunto con el arma y yo permanecí inmóvil. A pesar de su agresiva mirada sabía que no iba a hacerlo. Como a sus compañeros de clase, solo pretendía asustarme.




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