Angelus

Capítulo 12

Desperté sutilmente sintiéndome acogida en el abrazo cálido del amor de mi vida.

Me estire un poco y bostece. Sentí como Joel me apretaba más contra su cuerpo de manera instintiva, con esa reacción tan posesiva suya de no querer que me aleje nunca de él. Cuando estaba despierto lo hacía parecer más sutil porque su razón le decía que no podía privarme de mi espacio personal, pero ahora sumido en la inconsciencia de su sueño me tenía a tal punto piel a piel que parecía intentar que nuestros cuerpos se fundieran volviéndose un mismo elemento.

Me sonreí, no pude evitar que mi corazón se enterneciera, cuánto amaba a ese hombre, y sabía con certeza que él me amaba, cada célula de su cuerpo me lo hacía saber todos los días, hasta sus poros emanaban amor por mí en vez del típico sudor que nos hace humanos. Bueno, humanos, humanos no… ya hacía casi un milenio que habíamos abandonado nuestro estado mortal para dar un nuevo paso. Estábamos cada vez más cerca de pasar la eternidad juntos, como los Dioses en los que nos estábamos convirtiendo.

 

Entonces cuando me había decidido a seguir sintiendo su respiración apacible en mi pelo y el latir de su corazón en mi espalda un rato más llamaron a la puerta.

Si lectores… lamento informarles que esas interrupciones molestas del mundo aún estarán en la otra vida.

Joel abrió los ojos, no lo vi, pero lo supe, él no se sobresaltaba por nada. Era un hombre capaz de mantener la compostura aunque el cielo se estuviese cayendo, admiraba su templanza me hacía sentir tan afortunada de tenerlo. Quizás aún faltaba pero para mí él ya era un Dios. Tenía todas las cualidades de uno y aunque aún le faltaban pulir algunos defectos le amaba sus defectos, me hacían sentir que aún quedaban en los rasgos de la humanidad que una vez corrió por sus venas, sus defectos me recordaban el ángel ministrante del cual me enamore en la Tierra antes del gran final.

Se incorporó levemente sobre el antebrazo, beso mi sien y dijo:

-¿Estás haciéndote la dormida para que yo vaya a abrir la puerta verdad?

Solté una risa insostenible. Ya no podía conocer mis pensamientos como antes. Dios nos había dado privacidad luego de que Joel dejará de ser mi tutor aquel día. Pero aun así era lo bastante listo y me tenía muy estudiada por lo tanto era difícil mantener mi privacidad inviolable con él.

-Igual te amo lo mismo así toda perezosa… aunque te llenes de telarañas un día de estos, aun así te amaría.- decía mientras se vestía y calzaba.

-¡Joel!, Pensé que sería buena idea solo dejar que esperen un rato y listo.

-Annie, ¿Eres feliz?- Siempre que yo intentaba murmurar por tener que hacer algo Joel salía con el mismo discurso.

-Sí, sí, muy feliz.- contesté de mala gana.

-Entonces no tengo porque explicarte las importantes razones que tenemos para abrir esa puerta y salir un poquito de nuestra luna de miel.

-Lo sé amor, es que quisiera poder descansar un poco más, solo quiero eso, disfrutar contigo.

-No te he dado una hermosa Luna de miel de unos... ¿Cuántos? ¿Mil años?- se miró al espejo y peino un poco su negro pelo mientras se quitaba unas lagañas. Observé su reflejo en el espejo, esas ojeras violáceas y enormes que ensombrecían su piel blanca. Sus preciosos y profundos ojos negros aún me dejaban sin aliento, me llevaban al fondo del mar y ahí me abandonaban a mi suerte, con una patada en el vientre que me hacía estremecer, como me gustaba su rostro así con sus imperfecciones. Pensar que pronto ya no necesitaríamos tomarnos esos momentos tan humanos. Pronto nuestros cuerpos serían tan perfectos como el de nuestro Dios. Ojalá esos detalles que lo hace tan él no se vayan con lo que queda de su humanidad. Quizás debería preguntar sobre eso en mi próxima clase el domingo. Joel fijo sus ojos en los míos a través del reflejo en el espejo. - Deja de soñar despierta, vístete y mientras  haré pasar a las visitas, te espero, te amo.- Se acercó y me dio un beso leve en los labios. Un beso leve de Joel me hace saber que realmente para él es importante darnos prisa, porque de otra forma y para mí grata fortuna sus besos nunca son leves.

 

 

Llegue al comedor con el cabello largo trenzado y decorado con unas hebillas de flores pequeñas y blancas, y un vestido color beige. Note mientras me acercaba a darle la mano a nuestro presidente y su esposa que Joel no me quitaba los ojos de encima, no porque pudiera verlo sino porque simplemente lo supe. Al dirigirles una grata sonrisa mire a Joel y allí estaba su mirada de ángel sobre mí, un ángel que repentinamente parecía querer atormentarme con su mirada perdida totalmente en mí, me hacía gritar de nervios por dentro cuando adoptaba esa expresión de sentirse extasiado por mi belleza, me perturbaba que lo hiciera  frente a otros porque esa mirada provocativa instintivamente hacia nacer en mi un profundo deseo por el que no estoy segura si llegaba a disimularlo en mi rostro. ¿Y si me veía tan totalmente perdida como él se veía por mí? ¡Que frustrante! Decidí dejarlos solos con la excusa de preparar un refrigerio.

Nos habíamos acostumbrado a pasar tiempo solos, influyendo el uno en las energías del otro, atrayéndonos constantemente y no solo con los cinco a los que estábamos acostumbrados en la esfera mortal sino que al nuestros cerebros ser liberados de sus límites humanos a medida que  nos acercamos a su cien por ciento de capacidad más sentidos nos permitíamos sentir y además las experiencias que teníamos eran extraordinarias, nuestra Luna de Miel fue literalmente darle la vuelta al mundo en toda dirección, no hubo un solo centímetro de latitud y longitud que no recorrieran nuestros pasos. Así como cuando éramos Ángeles podíamos usar la traslación para llegar urgentemente a los sitios en donde se nos precisaba, ahora como seres resucitados con cuerpos inmortales y eternos habíamos adquirido el don de la tele transportación el cual era un poco más avanzado ya que nos permitía viajar como un cuerpo unificado y completo. Esto la verdad nos mantuvo muy emocionados y muy ocupados. Solo era planear destino tras destino y sin necesitar nada más que una maleta con ropa adecuada nos tomábamos de las manos o abrazados cerrábamos nuestros ojos visualizábamos el destino que habíamos elegido visitar y era magia pura, tardábamos solo un minuto en materializarnos nuevamente en el destino, las primeras veces fueron iguales de asombrosas que todas las demás ya que en los primeros segundos de la transportación podíamos empezar a sentir una brisa, cálida o fría dependiendo el lugar, los rayos del sol o la penumbra de la noche según el horario del destino, luego los primeros aromas, cuando elegíamos un sitio con océano se podía de inmediato escuchar las olas del mar al segundo de visualizarlo, tal vez porque a los dos se nos hacía muy fácil imaginar el mar, nuestros lugares favoritos eran las costas. Pasábamos de estar en la comodidad de nuestro hogar a escuchar el canto exótico de las aves silvestres en breves segundos y nos materializábamos frente a una hermosa cabaña en el amazonas sin perder más de un minuto, ni dinero, ni tiempo que nos corra.




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