Hauntcraft, decidido a continuar su investigación en Anguil a pesar de las advertencias y los obstáculos, se encuentra con un inesperado operativo policial en el centro del pueblo. Sintiendo que su presencia es cada vez más indeseada, el protagonista busca una alternativa para ingresar al pueblo y continuar su búsqueda de respuestas.
Sus ojos se posan en una planta de silos cercana a la entrada de Anguil. Con cautela, se adentra en el terreno abandonado, ocultándose entre los escombros y las estructuras deterioradas. Mientras se desplaza sigilosamente, Hauntcraft se percata de varias casas abandonadas que rodean la planta de silos.
Un destello de esperanza ilumina su mente. ¿Podría haber algún rastro de vida en una de esas casas? Impulsado por la curiosidad, Hauntcraft elige una de ellas y se acerca lentamente. La casa, con su aspecto decadente y la maleza que lo rodea, parece haber sido olvidada por el tiempo.
A medida que se acerca a la puerta, siente una inexplicable sensación de intriga y peligro. Pero su determinación supera cualquier miedo que pueda surgir. Con mano temblorosa, empuja la puerta y se adentra en la oscuridad del interior.
A medida que explora cada habitación, el ambiente opresivo de la casa parece envolverlo. Los muebles polvorientos y las telarañas evidencian la falta de ocupantes durante mucho tiempo. Sin embargo, algo llama la atención de Hauntcraft en la sala principal.
Un retrato antiguo cuelga en la pared, revelando el rostro del hombre que alguna vez habitó esa casa. Manuel Posse Rodriguez, y bajo el cuadro la inscripción "Asumiendo su mandato en 1915". Hauntcraft se queda mirando el retrato, sintiendo una extraña conexión con la historia de ese hombre y su implicación en los misterios de Anguil.
Las preguntas se acumulan en la mente de Hauntcraft mientras examina la casa en busca de pistas que puedan arrojar luz sobre los secretos del pueblo. ¿Quién era Manuel Posse Rodriguez y sabría algo de los sucesos oscuros que acechaban Anguil? ¿Qué podría descubrir en las habitaciones abandonadas de su morada?
Dentro de la casa abandonada de Manuel Posse Rodriguez, Hauntcraft continúa su investigación en busca de respuestas que arrojen luz sobre los secretos ocultos de Anguil. Entre los escombros y polvo, encuentra una antigua carta que parece haber permanecido oculta durante décadas.
Con manos temblorosas, despliega el frágil pergamino y comienza a leer las palabras impregnadas de malicia y corrupción. La carta, escrita de puño y letra por Alberto Castex, revela el oscuro legado de los fundadores de Anguil. A medida que sus ojos recorren las líneas, un escalofrío recorre su espalda.
"Mi querido Manuel,
Te escribo para compartir un descubrimiento que cambiará nuestras vidas para siempre. He encontrado una pequeña tribu de indios salvajes en las cercanías de la capital. Estos seres primitivos no tienen derecho a estas tierras, son un obstáculo en nuestro camino hacia la grandeza. Debemos erradicarlos, despojarlos de su hogar y tomar el control absoluto de estos territorios.
Para llevar a cabo nuestra empresa, necesitaré una gran suma de dinero. Le he pedido a mi padre, Eduardo Castex, que financie nuestra causa. Estoy seguro de que no dudará en apoyarnos, ya que nuestros intereses son suyos.
Manuel, imagina el poder que obtendremos al deshacernos de estos nativos inferiores. Seremos los amos y señores de estas tierras, y nuestra grandeza será reconocida por todos. No te preocupes, mi amigo, pronto celebraremos nuestra victoria en la fundación de nuestra nueva utopía.
Tu fiel compañero, Alberto Castex"
Las palabras impregnadas de arrogancia y crueldad penetran en la mente de Hauntcraft. La carta revela una maquinación vil y despiadada, una conspiración para usurpar las tierras de los nativos y establecer un dominio basado en el sufrimiento y la opresión.
Hauntcraft se siente abrumado por la magnitud de la malicia que ha descubierto. La oscuridad que acecha a Anguil se entrelaza con los pecados y las injusticias cometidas por aquellos que fundaron el pueblo. La corrupción fluye en sus venas, y el eco de la tragedia resuena en cada rincón de la historia.
Hauntcraft exploró cada rincón de la antigua casa de Manuel Posse Rodríguez, pero no encontró ninguna pista adicional que pudiera guiarlo en su búsqueda. Con una sensación de frustración y desasosiego, el investigador abandonó la casa en busca de nuevas respuestas.
La noche había caído sobre Anguil, envolviendo el pueblo en un manto oscuro y misterioso. Las sombras se alargaban, danzando en las calles desiertas mientras el viento soplaba con un susurro inquietante. Hauntcraft caminaba con precaución, consciente de que la oscuridad escondía peligros desconocidos.En medio de la penumbra, su mirada se fijó en una figura distante.
Al principio, parecía ser una oveja solitaria, pero a medida que se acercaba, los detalles grotescos y distorsionados de la criatura se revelaron ante sus ojos horrorizados. Sus extremidades estaban retorcidas y deformadas, su piel cubierta de manchas pálidas y enfermizas.
Su mirada, desprovista de vida, parecía perforar el alma de Hauntcraft con una malicia innombrable.El corazón del investigador se aceleró mientras la bestia grotesca comenzó a perseguirlo incansablemente. Sus pasos resonaban en la noche silenciosa, cada vez más rápidos y desesperados. Pero a medida que el miedo amenazaba con apoderarse de Hauntcraft, un rayo de esperanza surgió en el horizonte oscuro.Llegó a una pequeña choza, cuya débil iluminación emanaba desde su interior. Hauntcraft entró apresuradamente, buscando refugio y protección contra la abominación que lo perseguía.
Allí, en la tenue luz, se encontró con una nativa de edad avanzada.La nativa se adelantó, su voz cargada de autoridad y sabiduría ancestral. Sus palabras resonaron en el aire, tejiendo una canción en mapudungun, el idioma de sus antepasados. Cada sílaba vibraba con un poder antiguo y misterioso, desafiando a la bestia deformada que amenazaba la seguridad de Hauntcraft. Con cada frase, la criatura retrocedía, incapaz de resistir el poder de la lengua ancestral.