Anhelando ser tuya.

♡D O S

Las pastillas que me recetó León fueron tan efectivas, que hoy no existía rastro alguno de dolor después de tantos días llenos de llanto y quejidos.

Programé mi cita para la extracción de muelas para dentro de dos semanas porque la agenda del dentista estaba muy apretada, claro que me ponía los nervios de punta el procedimiento, más que el hecho de que iban a sacarme las muelas, me aterraba el proceso de recuperación, pero al mismo tiempo, anhelaba que llegara el día para volverme a encontrar con él.

Mi alarma sonó a muy temprana hora, me gustaba iniciar mis días lo más temprano que pudiera para asistir al gimnasio, no me ejercitaba por necesidad porque por fortuna mi genética era buena y por más que comiera, no aumentaba de peso ni siquiera con las delicias que cocinaba a diario, me ejercitaba para descargar todo el estrés que implicaba ser estudiante universitaria, además de que tenía amigos en el gimnasio y me la pasaba muy bien conviviendo con ellos mientras compartíamos tiempo ocupando las máquinas de la misma área.

No pretendía ser fisicoculturista ni tener los músculos de Hércules, me gustaba darle forma a mi delgado cuerpo e iniciar el día de la mejor manera, al contrario de lo que se creía, iniciar el día haciendo ejercicios, te despertaba por completo y te daba la energía suficiente para hacer todas tus responsabilidades.

Al abrir los ojos después de que sonara la alarma, lo primero que hice fue elevar mi mirada al techo y sonreír tontamente al ver el globo con helio en forma de diente que me dio León y que reposaba en mi habitación, parecía una adolescente muriéndose de felicidad por un globo, pero es que para mí no era un simple globo, sino un detalle que nunca olvidaría.

Muy feliz por no presentar dolor en mis muelas, me puse de pie para tender mi cama e ir al sanitario a hacer mis necesidades fisiológicas, lavarme el rostro, los dientes y peinarme lo más decente que pudiera, no me duchaba hasta después de terminar mis ejercicios y justo antes de asistir a la universidad.

Humecté mi piel, peiné con gel mis alocadas y pobladas cejas y luego de ponerme mi atuendo deportivo, tomé mi bolsa, mis llaves y mi botella de agua para marcharme al gimnasio.

Mientras conducía al gimnasio, aparecían fragmentos en mi memoria de lo vivido ayer, ¿cómo era posible que en medio de tanto dolor hubiese obtenido algo tan bueno como conocer a León?

El hecho de conocerlo no significaba nada y estaba consciente de eso, pero si me esforzaba, podría lograr que pudiéramos conocernos más de manera personal, ¿cierto?

Tenía el presentimiento de que era un hombre muy serio, ya que algunas de mis palabras lograron sonrojarlo, por todos los demonios del infierno, ¡debíamos ser almas gemelas! Él parecía ser introvertido y yo extrovertida, éramos polos opuestos y esos se atraían, ¡aaah, qué emoción!

Me burlaba de mí misma, ya que ni siquiera sabía si estaba en una relación y ya me hacía ilusiones sobre lo que podía pasar entre nosotros, ¡era un caso perdido!

Entre tantas ensoñaciones y por el poco tránsito de autos al ser tan temprano, el camino se pasó muy rápido.

Saqué mi tarjeta de membresía y la deslicé por el lector digital para que se abriera la puerta y pudiera entrar.

Dejé mis pertenencias «a excepción de mi agua» en uno de los tantos casilleros y empecé a calentar, saludé a lo lejos a algunas conocidas y me concentré en que mi cuerpo entrara en calor.

No utilizaba audífonos porque la música que solían reproducir, era de mi agrado y eso se debía al buen gusto musical de Steven, un socio del gimnasio y entrenador, la mayoría de mujeres enloquecían ante su presencia, era muy guapo, no podía negarlo, pero no podía verlo como un atractivo hombre y buen amigo.

Mis amigas solían llenarme la cabeza de ideas respecto a que yo le interesaba, pero lo dudaba, era un coqueto por naturaleza, suponía que todas las atenciones que tenía conmigo, las tenía con el resto de las chicas a las que entrenaba.

Blanqueé mi mente y me concentré en hacer lo que debía; ¡mis ejercicios!

Fui a la máquina de abdominales y fruncí el ceño al encontrarme con un batido frutal justo en la máquina que utilizaba con regularidad, tenía una nota adhesiva, con curiosidad la leí y me sonrojé.

«Tienes la mala costumbre de iniciar sin desayunar, peque, tómate esta malteada, te aseguro que no está envenenada.

S

Giré a todos lados y pegué un respingo al encontrarme detrás de mí a Steven, justo a esto me refería; sí, era muy detallista conmigo, pero eso no significaba que no lo fuera con las demás o que estuviese interesado en mí «al menos eso quería creer».

—Buenos días —saludó.

—Hola, Steven —nos dimos un abrazo fugaz.

—¿Lo beberás, pequeña? —peguntó sonriente desviando su mirada hacia la bebida.

—Decir que no tiene veneno no me parece muy confiable —reí.

—¡Miranda! —se quejó y me divertí ante su reacción —puedo beber para que veas que no está envenenado.

—¿Tu plan principal es que ambos fallezcamos? —bromeé —muchas gracias por el detalle, no te hubieses molestado —le di un sorbo al refrescante batido frutal.




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