Anhelando ser tuya.

♡C U A T R O

NARRADO POR LEÓN. 🦷🏀

Desperté cuando mi alarma sonó, me estiré aún acostado y lo primero que hacía todas las mañanas, era tender mi cama, creía que los hábitos eran muy importantes, especialmente si los hábitos significaban orden y limpieza en tu vida.

Iniciaba todas mis mañanas aseándome los dientes, duchándome y viendo noticias deportivas mientras desayunaba cereal en diferentes variantes, no era un desayuno saludable, pero era la única alternativa que tenían las personas que eran un fracaso en la cocina como yo.

Además de la odontología, una de mis mayores pasiones eran los deportes, especialmente el baloncesto, un deporte que al ser en equipo, requería de mucha confianza en tus compañeros, mis papás me inscribieron desde muy pequeño intentando que me convirtiera en un ser sociable, algo que nunca sucedió, pero debía agradecerle al baloncesto por haberme brindado a grandes amistades que seguían perdurando.

Durante toda mi vida fui «y seguía siendo» muy tímido y al contrario de lo que todos creían, consideraba que mi timidez no tenía una razón específica, mi timidez no se debió a algún trauma de la infancia, a algún suceso determinado de mi vida ni a ninguna mala experiencia, simplemente algunas personas nacían siendo innatamente extrovertidos y otros como yo, nacíamos siendo introvertidos por naturaleza.

En diversas ocasiones intenté ser tan social, despreocupado y energético como lo eran la mayoría de las personas a mi alrededor, pero nunca lo logré y llegó un punto en el que acepté que mi destino era vivir bajo las sombras, pues llamar la atención no me gustaba en lo absoluto.

No me gustaba alardear sobre mí mismo, me incomodaba ser el centro de atención, me sonrojaba ante los halagos, era imposible que iniciara una conversación con personas nuevas en mi entorno, no me gustaban las multitudes, las peleas ni el ruido en exceso, disfrutaba de mi soledad, era muy tranquilo, no confiaba en las personas con facilidad y no hablaba a menos que fuera necesario.

Con todo lo anterior no me refería a que era me era imposible salir al mundo exterior o a que me causara llanto entrar en contacto con las personas, simplemente no era un hombre efusivo que iba saludando, sonriendo y hablando con todas las personas que se atravesaran en su camino y al describirme, tampoco quería decir que era un ser totalmente aburrido, al contrario, me consideraba un hombre divertido siempre y cuando estuviese con las personas a las que amaba «mi familia» y con las que apreciaba «mis amigos».

Algunos creerían que al ser tímido, estudiaría una carrera que me mantuviese alejado del mundo, pero no era un tejón que disfrutase estar 24/7 dentro de su madriguera, además de que no permitiría que mi personalidad, me impidiera cumplir mis sueños, que siempre consistieron en ser un excelente cirujano dental.

A diario convivía con una importante cantidad de personas que frecuentaban mi consultorio, todos los días conocía a gente nueva con la que tenía que ser cortés, gente a la que tenía que explicarle los procedimientos que le haría y gente que necesitaba tenerme confianza para que las intervenciones no llegaran a ser traumáticas, así que aunque se creyera lo contrario, ser retraído no era sinónimo de ser un energúmeno total.

Nunca me sentí confuso respecto a lo que quería estudiar y a la profesión a la que quería dedicarle mi vida entera; desde muy pequeño supe que mi camino era el de la odontología.

Sin importar la rama, todas las ciencias de la salud, fueron creadas para ayudar a la población, para salvar vidas y para diagnosticar problemas que a larga, traerían consecuencias al paciente.

Sin importar la remuneración económica que obtenía al ayudar a los pacientes, lo que más me llenaba el corazón, era ser el responsable de que dejara de existir dolor en las muelas de un pequeño, era limpiar las caries de una mujer adicta al chocolate, era ser el culpable de que las sonrisas de los pacientes fueran más brillosas, alineadas y limpias, era enseñar buenos hábitos bucales, en conclusión, ayudar a la salud dental de los pacientes era mi remuneración principal, esa que ensanchaba el corazón.

Aprendí muchos procedimientos dentales a lo largo de mi carrera, me sentía muy apto y capacitado para realizar desde los procedimientos más sencillos, hasta los más complejos, por lo que al empezar mi pasantía un año antes de graduarme de la carrera, estuve trabajando en las principales ramas de la odontología; hice limpiezas dentales, limpié y rellené dientes con caries, puse implantes, aprendí a hacer carillas de resina y diseño de sonrisa, fabriqué retenedores y guardas dentales, puse brackets y realicé más de una cirugía, fue en ese momento en el que me di cuenta que no quería ser un odontólogo general, sino un cirujano maxilofacial.

Las cirugías dentales eran todo un arte, para realizar una intervención de ese tipo se requería de mucha valentía, paciencia, buen pulso, múltiples conocimientos tanto de odontología como de medicina y anatomía en general, amabilidad, resistencia mental, empatía y tranquilidad, para causarle paz al paciente y que no entrara en pánico bajo ninguna circunstancia.

Durante las pasantías además de percatarme de lo mucho que me apasionaban las cirugías, me di cuenta de que era muy bueno en ello y de que cumplía las características que se necesitaban para ser cirujano, por lo que decidí alargar la carrera y especializarme en esa rama, era obvio que graduarme me tomó más tiempo del planeado, pero valió totalmente la pena al encontrar el lugar al que pertenecía en la inmensa variedad de ramas de la odontología.




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