Todo es mental, lo único que pasaba por mi mente. Joder, estaba estúpidamente nervioso. Era extraño en mí, ya que mi habilidad era hablar en público, algo que dominaba a la perfección. Pero no era el caso en este momento.
A medida que mostraba la casa no podía parar de mirarlo. Tenía una forma de ser estúpidamente preciosa. Anhelaba ser digno de su mirada, lo anhelaba todo. Desde mi última relación, aprendí que no todos los hombres son iguales, como se acostumbraba a decir. No todos eran iguales, mi ex era un miserable, tenía una forma de ser que no me gustaba, pero nunca me tomé el tiempo de decirle "terminemos", no lo quería hacer sentir mal, porque pensaba que me amaba, era mi primer amor. Aunque ya sabía que los primeros amores no son para toda la vida, yo me mentalizaba de que sí lo era. Vivía rodeado de sus desprecios, su manera de despreciarme en público. Nuestra relación se basaba en pasar ratos "juntos" sin que nadie nos viera. No salíamos juntos en público, no hacíamos nada de lo que las parejas "normales" hacían, pero aún así me cegué que éramos una pareja "única, diferente". Yo siempre lo amé, lo dejé de hacer desde el momento en el que me di cuenta de que me estaba utilizando. Lo hacía en mis narices y nunca lo noté, me tachaba de estúpido a mí mismo. ¿Cómo era posible que le hiciera ensayos de temas los cuales él ni por cerca miraba en sus clases, y que se los hiciera en femenino? Nunca lo noté, hasta que me percaté de que eran para su pareja, o sea, para su verdadera pareja, ya que a ella no la ocultaba, salía al Mevak agarrados de la mano. Me dolió dejarlo, ya que sí lo amaba, pero solo me bastaba un libro de romance para olvidarlo y enamorarme de personajes literarios, ellos sí eran hombres de verdad, relativamente.
Deseaba ser amado por alguien que sí me lo mostrara, que sí me lo transmitiera por su manera de comportarse hacia mí, caminar juntos, agarrados de la mano, ignorando el qué dirán, siendo simplemente nosotros y nadie más, pero sabía que eso no pasaría, había perdido mi esperanza en los hombres, hasta que apareció él.
Wi-li-am. Tres sílabas, seis letras, una persona, un chico. Mi chico.