Anhelo

11. Denmar

I'm drunk in the back of the car
And I cried like a baby coming home from the bar (oh)
Said, "I'm fine," but it wasn't true
I don't wanna keep secrets just to keep you.

El aire de esta noche, una caricia cálida, anunciaba la inminencia del verano. Mayo asomaba, inaugurando la temporada de turistas en Sorrento, el momento idóneo para recorrer sus senderos bajo un sol generoso y sin la amenaza de las lluvias.

Mientras mis pasos me llevaban, la cena con los Arévalo se desplegaba en mi memoria. Me habían desvelado las razones de su mudanza de Roma, su pasado, su presente. Había imaginado al señor Arévalo como un hombre arisco, tosco, incluso maleducado. Pero resultó ser un encanto, un ser humano excepcional. Un padre entregado, un esposo devoto. Su familia, un retrato de autenticidad y armonía, despertaba en mí una mezcla indescifrable de celos y alegría. Algo, en lo más profundo, se movía. Hablaban maravillas el uno del otro, y sobre todo, de William.
El enigmático William. Ni una palabra pronunció durante la cena. Solo ofrecía una sonrisa forzada cuando la conversación giraba en torno a él. Sus ojos marrones, un crisol de seguridad y timidez. Su espalda, imponente; sus brazos, esculpidos por el gimnasio. Todo en él me resultaba magnético. Irónico, sentir tal atracción por un desconocido del que solo sabía un nombre y un apellido, ni siquiera su edad. Sin embargo, también se abría la posibilidad de desvelar cada faceta suya, si él me lo permitía. Y si erigía un muro, saltaría. No podía desaprovechar la oportunidad de conocerlo.

A cada zancada, mi mente se enredaba en un sinfín de preguntas: ¿Qué estudiaría? ¿Qué haría? ¿Qué pensaría de mí en este instante? ¿Me recordaría? Pero la realidad me golpeó: un chico como él, tan genial, jamás se fijaría en alguien como yo, un chico que aspira a escapar de este pueblo, a dejar atrás el desprecio y las comparaciones. Él, sin inseguridades ni miedos aparentes, ¿por qué se fijaría en alguien atormentado por mil temores, por más que intentara ocultarlos?
Al llegar a casa, el ritual conocido se desató. Mamá en la sala, el mismo reproche de siempre, y yo, el mismo refugio en mi habitación, inmerso en la lectura. Pero esta vez, con un matiz distinto: una nueva idea, una nueva razón para pensar.



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En el texto hay: libros, amor lgbt

Editado: 16.06.2025

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