Miguel estaba acostado a mi lado-esta vez con ropa-. Traté de no despertarlo. Lucía como un adorable niño en total tranquilidad y relajación. Entonces, él me mira atentamente y sonríe. -Buenos días, amor. ¿Cómo amaneciste? -Muy bien. ¿Cuándo viniste a mi cuarto? -En la noche, luego de entrenar. Randy me explicó lo sucedido y vine de inmediato para acá. Ya estabas descansando. -Miguel, yo estoy bien. Lo que pasó fue una tontería. -Tu nariz sangraba, Lucas. No es una tontería. -Miguel... -Te amo, Lucas. Yo voy a estar siempre cerca de ti. Te pido disculpas por parte de mi torpe hermano. -No fue nada, en serio. Randy no me vio llegar y yo no me fijé en quién salía. Por eso fue mi descuido. -¿Recuerdas cómo tú y yo nos conocimos? -Sí, Miguel. Pero no siento eso por tu hermano. Yo te amo a ti y a nadie más. -Eres muy tierno, Lucas. Espero que estés bien ahora. -Lo estoy. Y me sorprendí al verte vestido. -Bueno, a pesar de ser pareja, no quería dejar mi ropa tirada por ahí. Además, era lo más cómodo que tenía. -Oye, gracias por quedarte conmigo anoche.
-Lo importante era saber que estás bien y poderte abrazar.
-Miguel...
-Parecías un bebé durmiendo.
-Tú también. ¿Hasta qué hora te quedarás conmigo?
-No sé. No quiero arruinar el ambiente tratando de limitar el tiempo que podamos estar cerca.
-¿Por qué eres tan dulce?
-Porque te amo y porque con lo dulce que soy, yo puedo endulzar tus días. Haría lo que sea con tal de escucharte decirme: "te amo".
-¿Qué te parece hacerme una promesa?
-¿Qué quieres que te prometa?
-Prométeme que así sea que estés muy enojado o triste, no me prohíbas acompañarte.
-Jamás lo haré. Yo te prometo que no haré eso porque estaría evitando el remedio para tales circunstancias.
-De acuerdo. Entonces, yo te prometo que me entregaré a ti en cuerpo y alma.
-¿Quieres saber lo que pienso?
-Por supuesto que sí.
-Seamos compañeros especiales.
-¿No crees que es muy poco?
-Para nada. Si creyera eso, estaría diciendo que tú vales muy poco, y tú eres un tesoro invaluable, amor.
-Y tú eres una caja de sorpresas. Acarició mi cabeza con suavidad. Besó mi mejilla.
-Miguel...
-Dime, amor mio.
-¿Qué harás hoy?
-Nada planeado.
-Entonces, ¿qué te parece si me acompañas a una fiesta?
-Con mucho gusto, amor. ¿De quién es?
-De una prima con la que me llevo muy bien.
-Creo que me mencionaste de ella. ¿Cómo se llama?
-Milena. Cumplirá 13 años.
-Bueno, yo iré contigo. ¿Sabe ella que te gustan los chicos?
-Sí, y mucho más que eso. Y me ha pedido que te lleve para hablar contigo.
-De acuerdo. ¿A qué hora es?
-A las siete de la noche.
-Vendré a verte luego del entrenamiento.
-¿Tienes que ir a entrenar, Miguel?
-Sí, Lucas. Si quieres puedes venir.
-Está bien. Voy contigo.
Me besó en la boca.
-Debo alistarme.
-¿Ahora?
-Sí, amor. Después se hace tarde.
-Anda, Miguel.
-No tardaré mucho.
Miguel sale de mi habitación. Me levanto a mirar la hora.
-Mamá-la llamo varias veces mientras camino por la sala.
-¿Qué deseas?
-¿Puedo salir hoy?
La encuentro en su cuarto planchando unas camisas de mi padre.
-Sí, solo no tardes mucho.
-Hoy es la fiesta de Milena.
-Ve con cuidado, Lucas.
-Iré con Miguel.
-Tu hermana también quiere ir a la fiesta.
-Mamá, tú sabes que Milena no soporta la conducta infantil de Rosella.
Asentó la plancha y me miró con firmeza.
-No queremos que ella se quede sola aquí. Irán los dos o te prohíbo recibir visitas de tu novio.
-Ya, está bien, la llevaré. Pero si hace un escándalo no iré nunca más con ella a otro lado hasta que cambie.
-Hablaré con Rosella cuando regrese de la pijamada. Ahora déjame terminar de planchar.
Salí del dormitorio. Mi celular suena y corro a contestar.
-¿Hola?
-Hola, Lucas. Oye, ¿irás a la fiesta de Milena?
-Sí. ¿Vas a ir?
-Sí. Milena y yo somos amigos también. Rafael también irá.
-¿Al fin son pareja?
-Digamos que sí. Pero no niego que tenemos un gran sentimiento mutuo.
-Que tierno. Me alegro mucho por ti, Nigel.
-Gracias, Lucas. ¿Estás con Miguel?
-No. Él se está alistando para ir a entrenar.
-Entonces también nos veremos allá.
-¿Piensas estar con Rafael todo el día?
-Puede ser. Hablamos luego.
-Igualmente.
Colgó la llamada. Entré a la ducha y me puse a recordar lo que pasó en nuestras intimidades. Creo que eso me causó un ligero éxtasis que terminé de ducharme con más alegría.
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Editado: 01.01.2024