Anhelo Tus Besos

El Deseo De Protección.

Después del partido, Miguel y Rafael entraron a los vestidores. Nigel se me acercó para preguntarme:
-¿Miguel sigue molesto con su hermano?
-No lo sé. Pero no quiero recordarle ese incidente.
-No lo hagas. Podría enojarse demasiado.
-Lo sé. Es lo que menos quiero.
-Oye, ¿ese no es Iván?
-Supongo que sí.
Nigel acertó. Iván caminó hasta nosotros.
-Hola, chicos.
-Hola, Iván.
-Perdón si interrumpo la plática. Solamente quería saber si han visto pasar a Benjamín.
-No, no lo hemos visto.
-Nigel, no seas grosero.
-Lucas, no necesitas hacer eso. Si él me sigue odiando, pues yo no tengo derecho a nada.
-Creo que está en los vestidores con los demás.
-Muchas gracias, Lucas.
Iván sigue de largo.
-Lucas, ¿desde cuándo eres amigo de Iván?
-No somos amigos, pero tampoco enemigos.
-Ahora eres más amable con él. Eso es un poco extraño en ti.
-Sí, lo soy. Él ya se disculpó de lo que hizo en el campeonato que hubo en Honjagon.
-¿Fue cuando me acosté con Rafael?
-Supongo que sí. En fin: no vuelvas a tratarlo mal.
-Trataré de no hacerlo.
-Gracias, Nigel.
-Tú eres mi mejor amigo, Lucas. Yo te respeto y te quiero mucho. Por eso es que no quisiera que salgas herido nuevamente.
-Ya no sucederá otra vez. Miguel me cuida demasiado y tú también. Creo que sería difícil salir bien lastimado.
-Por un lado es mejor así. Tampoco quiero reprimirte.
-Entiendo tu preocupación por mí. Y eso te lo agradezco como no tienes idea.
-Bueno, vayamos a la fiesta con buen ánimo y no mencionemos esto otra vez.
-De acuerdo.
Nigel es un poco exagerado, pero sé que realmente me quiere y desea cuidarme de cualquier peligro.

A los diez minutos de esperarlo, Miguel sale.
-Felicidades, Miguel. Lo hicieron muy bien.
-Gracias, Lucas. Ahora mismo quisiera besarte.
-Yo también, pero no aquí.
-Lo sé. Te espero afuera.
-Ya te alcanzo.
Miguel se dirige a la salida.
-¿Miguel sabe que te llevas bien con Iván?
-Supongo que sí. Solo que no le da mucha importancia.
- Entiendo. Entonces lo toma con normalidad.
-Lo importante es que no le moleste.
-Eso mismo.
Rafael aparece.
-Ya estoy listo, Nigel.
-Entonces vamos.
-Bueno. Nos vemos más tarde, Lucas.
-Cuídate.
Ambos se van. Avanzo al punto donde me espera Miguel.
-¿Qué tienes, hermoso?
-No es nada.
-Puedes contarme lo que sea, Lucas. Quedará entre los dos.
-Eso lo tengo presente. Ahora mismo estoy feliz porque tenemos una relación muy estable y saludable.
-Yo también.
Caminamos juntos sin levantar muchas sospechas. Creo que noté a Miguel un poco más sensual con el cabello mojado. O tal vez creo que le queda muy bien. De todas formas, él es un buen muchacho y muy simpático.

Estuvimos en casa de Milena a las siete y quince de la noche. Ella nos recibió muy amablemente.
-Hola, Lucas. Me da gusto verte.
-Hola, Milena. Igualmente a mí. Este es Miguel.
-Hola.
-Hola. Bienvenidos sean. Pasen, por favor.
Entramos a la sala.
-Esto parece la entrada de una mansión.
-A veces creo que lo es.
-Oye, Lucas, debo ir a orinar. No me tardo.
-Bueno. La primera puerta de la izquierda.
Miguel avanza apresurado. Milena me preguntó:
-¿Dónde está tu novio, Lucas?
-En el baño. Espero que no te moleste.
-Para nada. Se nota que es agradable.
-Lo es. Por eso acepté ser su pareja.
-¿Cuántos años tiene?
-15 años.
-Pensé que ya era mayor de edad.
-Pues no lo es. Va a cuarto año de secundaria.
-De todas maneras, es bastante guapo y parece que hace ejercicio.
-Solo sé que entrena fútbol. De ahí no sé si está en un gimnasio.
Nigel y Rafael ingresaron.
-Hola, Milena, felicidades.
-Gracias, Nigel. ¿Quién es tu amigo?
-Es Rafael, mi novio.
-Bienvenidos sean los dos.
-Gracias.
Ambos parecían estar contentos. Me dirigí al baño y toqué la puerta.
-Está ocupado.
-¿Miguel?
-Ya salgo, Lucas.
-Te espero.
Se escuchó correr el agua. Miguel abre la puerta y sale.
-¿Qué pasó, amor?
-¿Te gustaría tomar algo?
-Sí. ¿Acaso tienen el ron al fairo?
-No creo. El padre de Milena no le permite tomar bebidas de ese tipo.
-¿Has probado la colada con chocolate?
-¿Chocolate? ¿Te gustan los energizantes?
-No mucho. Pero no me disgusta tomar uno de vez en cuando.
-Tomaré un whisky con limonada.
-¿En serio?
-Sí.
-Bueno, no importa. Me tocará cuidar de ti en caso de que te desmayes.
-Gracias, Miguel.
-De nada. Vamos por esas bebidas.
Sonrió. Me alegró en pocos segundos con tan radiante sonrisa.
 

A las once de la noche, decidimos dejar la fiesta.
-¿Por qué se van tan pronto?-preguntó Milena.
-Miguel no puede embriagarse demasiado ni amanecerse tanto-respondí.
-Entiendo. Gracias por haber venido, Lucas.
-De nada. Fue un placer.
Salimos de la casa. Tomamos un taxi porque caminar hubiera sido peligroso.
Por si se preguntan de mi hermana: ella había ido más temprano a la fiesta y se quedó durmiendo en la habitación de Milena. ¡Qué bueno que no tuve que lidiar con ella!
Miguel apretó mi mano. De seguro estaba pensando en mí.

Tuve que acompañar a Miguel a su cuarto. No estaba totalmente ebrio, pero parecía estar muy cansado.
-Lucas...
-Aquí estoy, Miguel.
-Quédate conmigo esta noche.
-No sé si deba.
-Hazlo por mí.
-Está bien. Me quedaré contigo.
-Gracias. Te amo.
-Y yo a ti.
Me quité los zapatos. Se acercó para besarme.
-Miguel...
-Estoy bien, Lucas. Yo soy quien debo cuidar de ti.
-Es muy lindo de tu parte, pero también debes preocuparte por tu salud.
-No es nada grave. Puedes dormir tranquilo conmigo.
Al estar acostado, él susurró lo siguiente en mi oído:
-Eres el niño más hermoso que me gusta. Fui muy afortunado en poder tenerte.
-Miguel, yo también quería que pasara lo de esa noche. Me sentía tan atraído hacia ti que no me importaba si nos encontraban desnudos porque sé que la hubiera pasado bien.
-Amor...esa noche no dejaba de pensarte. Me quedé fascinado contigo y por eso me atreví a declararte mis sentimientos.
-Eso lo recuerdo muy bien. Lo que pasó después de esa noche marcó el inicio de una lucha interna por aceptar lo que siento por ti.
-¿Tan difícil fue para ti decirme que te gusto?
-Sí. Pero más adelante ya no tenía dudas en hacerlo. Me transmitiste esa seguridad incluso en los momentos más difíciles.
-Tú también a mí. Por eso me aferro a tu mano, amor.
Lo besé. Él se rió suavemente.
-¿Qué es tan gracioso?
-No muestras asco por besar una boca alcoholizada.
-No me da asco.
-Te amo demasiado, Lucas.
-Igual yo. Descansa.
-Tú también descansa.
Esa noche dormimos en la misma cama. Ambos podemos cuidarnos sin tener dudas. Yo sé que él será mi protector y yo el suyo.




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