A la mañana siguiente, Miguel se veía diferente a la noche anterior. Ahora mostraba más energía y vigor. No sé cuánto tiempo estuve dormido, pero Miguel no dejaba de hacerme cosquillas. No pude contener más la risa. -Amor, detente. Ya estoy despierto. -Buenos días, mi príncipe dormilón -¿Qué hora es?
-Faltan quince minutos para las nueve.
-Miguel, ¿cómo es posible que tú...?
-Traté de no excederme con la bebida. Realmente hubiera sido terrible para mí.
-Me refería a poder levantarte tan enérgico.
-Bueno, los fines de semana me levanto a las siete de la mañana. Luego me baño, me visto y desayuno.
-¿Y no sales a algún lado?
-No siempre. Lucas, creo que deberías ir a tu casa. No quisiera que tus padres se atormenten por ti.
-Sí, está bien.
Era domingo por la mañana, y ese día fue bastante soleado. Estuvo despejado todo el día. Salí del departamento de Miguel no sin antes despedirme con un beso.
A las diez de la noche, le envié mensajes a Miguel antes de dormir. No me respondió. Supuse que estaba bastante ocupado o ya estaba dormido. Dejé el celular a un lado y me acosté temprano.
En la tarde, fui a realizar una tarea en casa de Nigel con otros compañeros. Luego, Iván me pidió hablar acerca de lo que pasa entre él y Joel. Al regresar a casa, tuve que ayudarle a mi padre para que pueda reparar la manija de la puerta de su cuarto. Ni un segundo de descanso tuve como para saludar a Miguel. Espero que no esté molesto conmigo.
El miércoles encontré a Miguel sentado en una banca del colegio. Me senté a su lado.
-Hola, Miguel.
-Hola...
-¿Qué tienes?
-Nada.
-Te noto un poco asustado.
-No es nada, Lucas.
-Miguel...
-Voy a estar bien. Confía en mí.
-De acuerdo. Si necesitas hablar conmigo, estaré esperándote.
-Gracias.
Sonó la campana. Miguel se levanta y dice:
-Debo ir al aula. Hablaremos en la noche.
-Que tengas un buen día.
Mientras lo veo alejarse, me pregunté varias veces qué es lo que lo tiene todo angustiado y temeroso. Me fui al aula con las ganas de hablar con él sobre su problema.
Cuando entré a la habitación de Miguel, no me esperaba encontrarlo jugar un videojuego con Lucero.
-Hola, Miguel.
-Ah, hola, Lucas.
-¿Todo está bien?
-Sí. Lucero y yo estamos jugando a las carreras.
-Ya me di cuenta.
-¿Qué tienes, Lucas?
-No es nada. Solo que no te había visto antes por aquí.
-Ah, bueno. Ya estamos en la última ronda y le estoy ganando a Miguel.
-Si no fuera por mí, estuvieras al final.
-Como tú digas.
Desde la sala, alguien llamaba a Miguel.
-Estoy en el cuarto, Randy.
Entró. Le preguntó:
-¿Acaso no piensas estar con tu hijo?
-¡Ahora no es el momento!
Me quedé mudo por varios segundos. Dejé la habitación sin mirar atrás.
Entendí que Miguel no quería que yo sepa que su hijo había nacido. Eso me hizo sentir mal de algún modo. Pero no lloré. No tendría sentido hacerlo. Espero que él sepa explicarlo.
Estábamos conversando en la sala de mi apartamento. Nigel me preguntó:
-¿Estás seguro de lo que dices, Lucas?
-Sí, Nigel. Miguel ya es padre y yo recién me entero.
-Pues eso es...extraño.
-Sí, pero igual debió contármelo.
-¿Realmente eso es lo que te preocupa?
-No. Ayer estaba jugando videojuegos con ella.
-¿Con Lucero? ¡Eso es demasiado extraño!
-Ni que lo digas. Por eso salí de ahí.
-¿Temes perderlo?
-¡Sí! Yo lo amo demasiado, Nigel. Y lo que pasó con ellos ya lo olvidé. Sin embargo, estaban tan amistosos como nunca.
-Eso no tiene nada de malo. Si los hubieras pillado besándose, eso sería alarmante.
-No creo que sea capaz de ser infiel.
-Bueno, sabes tan poco de Miguel que quizá pueda pasar.
-Aunque digas eso, estoy desanimado.
Nigel me rodeó con un brazo.
-Bueno, me tienes aquí para los momentos dulces y amargos.
-No es lo mismo. Miguel es quien me acelera el corazón y me calma la desesperación. El no tenerlo es como perder una parte esencial de mí.
-¿En verdad crees que no puedes estar bien sin tu novio?
-No lo sé. Yo lo extraño.
-Lucas, tienes que hacerle frente. Miguel sospechará y querrá convencerte de contarte lo que pasó.
-Pero no puedo. Me siento tan cobarde como para poder solucionar nuestras diferencias.
-Al menos podrías intentarlo.
-Lo haré en cuanto me escriba.
-¿En serio esperarás un mensaje suyo?
-Sí.
-Entiendo. ¿Quieres ir al cine?
-Sí. Gracias, Nigel.
-No me lo agradezcas, Lucas. Eres mi mejor amigo y haré lo posible para que no dejes de sonreír.
-Es muy generoso de tu parte.
-Lo sé. Vamos, Lucas.
-Vamos.
Durante toda la función, estuve pensando varias veces la falta de confianza que Miguel tuvo, lo cual me hace sentir mal. Creo que realmente no es conveniente obligarle a contarme todo lo que le pase. Quizá no necesita presión para hablarme. Yo esperaré a que él se anime. Después de todo, yo todavía lo amo y sé que él también me ama. Por ahora trataré de aprovechar la compañía de Nigel.
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Editado: 01.01.2024