El ring es el único lugar donde dos atletas deben encontrarse. Allí no hay nadie más. Un atleta está en un lado y el otro en la esquina opuesta, y cuando suena el gong, se juntan en el centro y muestran sus habilidades, todo lo que saben. En sus ojos hay sed de victoria. Esta es la forma de ser el primero, de derrotar al oponente. La voluntad de seguir adelante, el dolor y la sed de ganar, de no rendirse, de mantenerse en pie desde el primer hasta el último asalto. Todos quieren ganar, y todos hacen todo lo posible por ganar. Sólo los segundos deciden quién será el ganador, y este camino es un camino de dolor, sufrimiento, tormento y agotamiento. A los atletas les falta oxígeno, tienen sed de agua, y todos esperan que suene el gong, pero no sonará pronto. Todos quieren beber, parar o caer. En pocos segundos, todo el cuerpo se cansa, los brazos duelen y los dos atletas sienten dolor en todo el cuerpo. Se mantienen en pie gracias a su voluntad de ganar. Los boxeadores se rompen la cara, la sangre mana de las heridas, y siguen en pie, luchando por el derecho a ser el primero.
Los boxeadores se alejan, se acercan, golpean y vuelven a alejarse. No paran ni un segundo, y cada segundo es largo y duro. No es fácil boxear en el ring cuando no tienes fuerzas para ver quién es más fuerte y quién es mejor. Con cada asalto que pasa, ambos hombres se esfuerzan al máximo por demostrar lo que han aprendido a lo largo de los años yendo al gimnasio de boxeo, todas las noches y días trabajando en sí mismos, forjando su carácter y su fuerza de voluntad. El camino antes de un combate nunca es fácil, pero termina en el ring. En cada asalto, dos atletas se unen y siguen luchando por la victoria. Y este no es un destino fácil para los que en el boxeo trabajan cada día en el gimnasio. De dos atletas, siempre queda sólo uno. Al final del último asalto, después de que suene el gong, uno de los dos levantará la mano, y el otro deportista se pondrá al lado del juez y escuchará la victoria de su oponente, aceptando su derrota, y entonces todo el mundo sabrá quién es más fuerte y quién más débil. Y el combate no siempre termina en el último asalto. Puede terminar en cualquier momento después del primer gong. Llegar al último asalto no siempre es fácil y no todo el mundo puede hacerlo. Cada asalto es una prueba para dos, y nadie sabe cuándo terminará el combate. Nadie sabe nunca de antemano el resultado de un combate, y para todos, el combate sigue siendo tenso e imprevisible. No siempre gana el que al final consigue sobrevivir a todos los asaltos, a pesar del terrible dolor en todo el cuerpo, el que se mantiene en pie con un terrible dolor de cabeza, no se rinde y aguanta hasta el último, levantando las manos con cada gong que tiene delante. Y estos son los peores momentos en la batalla: enterarte de tu derrota. A menudo te rindes, no quieres hacer nada. Lo único que quieres hacer es darte la vuelta e irte, pero la fuerza de voluntad para ganar mantiene a todos en el ring. Siempre hay que seguir adelante. Avanzando paso a paso hacia el oponente, tienes que mantener las manos delante y seguir boxeando. No te detengas ante nada, sino ve hacia tu victoria. Defender, esquivar, contraatacar: así es un boxeador. Y todo esto sucede en un asalto varios cientos de veces, pero uno gana y el otro pierde, aunque ambos boxeen con todas sus fuerzas.
Nadie sabe cuándo terminará el primer asalto, y puede que no sea fácil y el combate dure los doce asaltos. Tampoco cuánto durará el siguiente asalto, si habrá alguno, o si alguien se lesionará y se detendrá el combate. La lucha nunca ha sido predecible, y cada uno tiene su propio destino especial en el ring. Y no se sabe quién ha experimentado cuánto dolor durante el combate. Y ninguno de los atletas lo dirá tampoco. Y siempre al final del combate, sólo uno levanta la mano en señal de victoria, y el otro pierde. Todos comprenden lo mucho que han avanzado, y también tienen que estar preparados para ello.
Todos los deportistas avanzan, viven momentos peligrosos, esquivan golpes directos y laterales, contraatacan y siguen boxeando, se mantienen en pie, miran al adversario directamente a los ojos, esperan su derrota y lo dan todo. Pero cuando llega ese momento, nadie lo sabe. Desde el principio del combate, esos momentos empiezan a existir en la mente de todos. A pesar de todas las dificultades, siempre hay que ganar, pero ¿quién ganará? El boxeo es valioso para los que boxean, que dedican todo su tiempo libre y su duro entrenamiento a ganar y les da la oportunidad de mostrarse a sí mismos y su carácter ante un gran público que observa a dos atletas. El boxeo fomenta la fuerza de voluntad y el deseo de ganar. Este deporte permite a los que son más fuertes por dentro demostrar todo lo que pueden boxeando con otro boxeador, revelando su espíritu invencible a todo el mundo. Para los espectadores, el ring es un lugar corriente, cercado con cuerdas, con colchones blandos en el suelo, donde dos personas se enfrentan para demostrar y mostrar a todos quién es más fuerte y quién más débil. Al mismo tiempo, para los boxeadores es un arte que les permite mostrar sus habilidades, que han aprendido y cultivado a lo largo de su vida deportiva y trabajado cada hora, cada día y, a veces, cada noche. Todos se prepararon lo mejor que pudieron. Lo dieron todo para ponerse detrás de las cuerdas y enfrentarse a su adversario. Durante el descanso, todos tienen la oportunidad de descansar, pensar y recuperarse, pero esto ocurre durante un minuto. Y la mayoría de las veces, no es suficiente. Quieres descansar un poco más, recuperarte, pero no hay más tiempo. Todo está cronometrado, y si no te da tiempo a golpear antes del gong, has fracasado. Un nuevo gong da comienzo a un nuevo asalto, y todo es diferente. Dos boxeadores se sitúan en el centro del cuadrilátero, y el combate continúa, y cada segundo puede ser el último. Ambos contrincantes tienen miedo, pero ninguno lo muestra, esconden su temor tras la máscara de un "boxeador malvado" que no se detiene ante ningún golpe. Todo sigue su curso hasta que las manos se rinden, hasta el mismo momento en que el cerebro aún puede decidir algo y las piernas aún pueden aguantar. El boxeador sigue adelante. Y cuando ya no hay más pensamientos, entonces la fuerza de voluntad sigue adelante, y aquí decide el tiempo: si hay mucho tiempo, entonces la fuerza de voluntad de cada uno durará tanto como la tenga el atleta. Superando las dificultades y el dolor en todo el cuerpo, la voluntad de vencer te ayuda a seguir adelante y llegar hasta el final.
Editado: 06.08.2025