Capítulo 2 Encuentro con el entrenador

Oleg miró a su alrededor y se dijo en voz baja:

- "Tengo que seguir adelante. No hay vuelta atrás. Esta es mi elección, no voy a renunciar a ella. Si decido hacerlo, lo haré, y pase lo que pase, pasará. Si tengo suerte, mañana vendré a entrenar, si no, seguiré con mi vida, sabiendo que vine, que no tuve miedo, que lo hice lo mejor que pude, y que tendré que buscar otra cosa en mi vida. Mucha gente quería hacer boxeo, pero pocos eran capaces de entrar en un gimnasio de boxeo. En primer lugar, el entrenador se fija en si el chico sabe boxear o no, si tiene capacidad para practicar este deporte o no.

En las primeras semanas, no todo el mundo puede ponerse los guantes y empezar a aprender a boxear. No es fácil levantar los brazos y mantener una postura, un bloqueo para que el adversario no pueda darte un puñetazo en la cara, o plantarle cara con los brazos por delante. Al no saber hacer nada, al principio muchos fallaban más de un puñetazo, recibían golpes en la cara, y más tarde, después de muchos entrenamientos, algunos aprendían a aguantar el golpe y se quedaban, mientras que otros no, y no venían más.

Durante los entrenamientos de boxeo, los chicos se ponían los guantes, se colocaban uno frente al otro y aprendían a boxear con golpes ligeros. Con el tiempo, sus movimientos y su defensa se fueron pareciendo cada vez más al boxeo. En el ring, nadie se salva, todos intentan golpear a su oponente lo más fuerte posible y ganar. Al principio, todo es fácil en el entrenamiento, pero con el tiempo, a medida que pasan los meses, se vuelve más difícil para todos, y hay muchos ejercicios adicionales. Al hacerlos por primera vez en su vida, los chicos desarrollan grupos musculares completamente diferentes, y no todos pueden acostumbrarse a ellos. Chicos de todas las edades entrenan ahora en el gimnasio de boxeo. Algunos llegaron hace un mes y ahora están practicando sus golpes en un saco de boxeo, y los hay que llevan muchos años entrenando. También los hay que ya han participado en competiciones, Algunos ganaron, pero cuanto más tiempo boxeas, más fuerte es tu oponente. Todo se hace para ganar. Nunca perdonan a nadie, sino que asestan fuertes golpes. Después, todo se oscurece ante tus ojos, te duele la cabeza durante mucho tiempo y tardas semanas en recuperarte.

Después de un año de entrenamiento, se celebran competiciones de varios niveles. En estas competiciones, los chicos entrenados, tras haber aprendido boxeo, suben al ring. Se enfrentan a distintos contrincantes: zurdos, boxeadores que practican un boxeo completamente distinto y representantes de otra escuela de boxeo.

Los chicos ganaban las competiciones de la ciudad y se iban a competir a Ucrania. Después de perder allí, volvían al gimnasio y entrenaban aún más duro, preparándose para la misma competición del año siguiente. Allí habrá chicos completamente diferentes, más fuertes y quizá incluso mejores que los ganadores anteriores. Y hacen todo lo posible para asegurarse de que nadie pueda vencerles, de que su velocidad sea mucho mejor que la de los demás. No es fácil con ellos en el primer asalto. Esta es una pelea de boxeadores de verdad, que el público está viendo, y todo el mundo está preocupado por este boxeador.

Oleg miró a su izquierda y vio una gran puerta blanca. La puerta estaba abierta y se oían puñetazos.

Los chicos estaban entrenando en el gimnasio, golpeando un saco de boxeo, y estos fuertes sonidos se oían en la calle.

Ahora no es fácil para Oleg, está preocupado, no sabe qué decirle al entrenador. Dónde empezar la conversación, qué decir las primeras palabras. Hablará con un hombre que ha recorrido un largo camino en el boxeo, que ha participado en muchas competiciones y ha conseguido muchas victorias. Pensar en esto hizo que Oleg se sintiera aún más avergonzado.

- Vendré tranquilamente a preguntarle al entrenador de boxeo si puedo venir a entrenar o no, y se acabó. Me orientaré en el acto. El camino siempre se abre para los que avanzan, y siempre estará cerrado para los que se quedan parados.

Oleg se dirigió al pasillo, cuyas paredes llevaban mucho tiempo sin pintar. Los sonidos del pasillo cesaron de repente. Sobresaltado, Oleg se detuvo, escuchó el silencio y esperó. Pasó un minuto y se oyó otro estruendo, seguido de otra serie. Eran las palmadas del entrenador, que empezaba la ronda con una palmada y la terminaba de la misma manera. Las palmadas se oían en todo el edificio. Inmediatamente les siguieron los sonidos de los puñetazos de un oso boxeador. Oleg ya no quería seguir adelante, tenía aún más miedo: el primer paso sería difícil, pero tenía que darlo.

Sentía que en la habitación le estaba ocurriendo algo completamente incomprensible. Le invadió una terrible excitación y sus manos empezaron a temblar. Oleg las apretó, se detuvo, miró al frente y siguió caminando. Todos estos sentimientos se fundieron en uno solo. Se dio cuenta de que si no se reponía y se recomponía ahora, fracasaría, y huiría silenciosamente de la habitación para que nadie le viera y no volver jamás. Nadie le dio consejos sobre cómo hablar con el entrenador o qué decir en el primer encuentro, pero él sabía que lo primero que tenía que hacer era saludarle y sonreír, y el entrenador diría el resto.

Oleg recuerda sus primeros pasos en el gimnasio de boxeo hasta el día de hoy, aunque hayan pasado cuatro años. Pero recuerda esas sensaciones como si hubiera empezado a boxear ayer, como si todos esos años en el gimnasio de boxeo, todos los acontecimientos importantes en su vida, donde participó en varios torneos, tanto ganando como perdiendo, no hubieran sucedido. Y todo gracias a su perseverancia y decisión, a las que no renunció cuando dio el primer paso. Y hoy Oleg sigue su propio camino. Se dedicaba constantemente al boxeo, al principio cada dos días, y luego, tras acostumbrarse a las cargas pesadas y al entrenamiento, empezó a entrenar todos los días. Era duro. Cuando volvía a casa, a veces no sentía su cuerpo, no quería otra cosa que tumbarse en la cama y cerrar los ojos para que todo volviera a suceder por la mañana.