La elección
Despierto sobresaltada por el sonido de las campanas indicando que hoy es el gran día. Me levanto lánguidamente, pues aún estoy adormilada así que estrujo mis ojos y me dirijo al baño para espabilarme.
Tomo mi cepillo de dientes que se encuentra en el lavamanos, no tenemos pasta de dientes, los capitalistas nos privaron de usar esas cosas, incluyendo productos para el cabello, así que lo que usamos para lavarnos los dientes es bicarbonato de sodio y limón, para tener mejor aliento masticamos hojas de menta y usamos pasta de jabón para lavarnos el cabello.
De vez en cuando hacemos mascarillas de frutos y así podemos tener el pelo un poco sano.
-Valeria, debes estar presentable para la elección- Dice mi madre al ver que me puse el usual uniforme.
-Es lo mismo de cada año – digo asqueada- ¿Con que quieres que me vista cuando el closet de todos está lleno de uniformes blancos y negros?
-Te hice un vestido negro, úsalo.
Al decir eso sale de mi habitación, es lo mismo siempre, estar presentables para ir a nuestra muerte segura, aun sabiendo que no podemos usar ningún tipo de prenda colorida, solo los uniformes blancos y negros que constan de unos pantalones ajustados y camisetas, todos mis uniformes ya están desgastados y con manchas que dudo que puedan quitarse.
Esto para diferenciarnos de los ricos, los cuales pueden usar cualquier tipo de prenda sin importar el color.
Nos hemos convertido en sumisos ya que nos cansamos de luchar por la igualdad de clases, tal y como habían prometido los gobernadores.
Falsas promesas que ciegamente creímos.
Nadie conjeturó que cosas como estas iban a pasar, pues todos creímos que sería el fin de la pobreza, menos mi familia.
Ellos les advirtieron a todos de que algo malo pasaría, de que esa supuesta paz que nos estaban vendiendo traía consigo hambruna y desesperación, pero nadie les hizo caso, señalaban a mis padres diciendo que ya no estaban cuerdos y ahora les suplican que piensen en algo para salvarnos.
Indoctos.
-Tenemos un plan Valeria- dice mi padre al verme atravesar la sala con un pedazo de pan casero en mi mano.
Terminé poniéndome aquel vestido que hizo mi madre, un poco corto para mi gusto, pero al menos estoy usando algo diferente, solo espero que los “guardianes” no me obliguen a quitármelo frente a todos ya que no estoy rompiendo ninguna regla.
-¿Cuál es ese plan?- pregunto curiosa sentándome encima de la pequeña mesa para cuatro personas.
Mi padre siempre idea planes para que yo pueda entrar al Área e informarme de todo lo que hacen los capitalistas y así adelantarnos a sus jugadas, todos han sido planes fallidos, pero aún tengo esperanzas.
-Si no te eligen para el anillo de fuego…
Un plan muy bien elaborado que me ha dejado boquiabierta, si hago todo al pie de la letra no va a fallar, no esta vez.
Solo espero no ser elegida.
-¿Ya te contó el plan que tiene para las elecciones de hoy?- Pregunta mi madre entrando a la sala con mi hermana Valentina en brazos, tiene cinco años y mi madre aun piensa que es una bebé.
-Pues sí, pienso que esta interesante y muy bien desarrollado- respondo y luego miro a mi padre- Esta vez no pifiará.
-Se paso toda la anoche planificando cada detalle, al final terminé durmiendo primero, así que no sé hasta qué hora permaneció despierto, pero esas ojeras que tiene dan mucho de qué hablar- finaliza mi madre.
-Ya lo creo- Corroboro.
-Oigan, estoy aquí, no me he ido- protesta mi padre levantándose de la silla para ir al jardín, imagino que a recoger algunos frutos.
-¿Cómo estará la gente en América?- pregunto, viendo un mapa que tenemos colgado en la pared, más bien es una pregunta chistosa ya que no hay continentes.
-Sabes que los lideres eliminaron los continentes- responde mi madre cuyo nombre es Neferet, de origen griego.
Ciertamente, aun no entiendo por qué eliminaron los continentes y los países para ahora llamarlos Áreas, con esto la población sigue igual, no ha cambiado nada geológicamente.
Todo está dividido de la siguiente manera:
Lo que antes era continente americano se divide en dos Áreas, América central y del norte conforman el Área F.
América del Sur conforma el Área Z.
Oceanía, ahora llamada Área C.
Rusia y Europa condescienden el Área X.
África ahora es llamada Como Área A.
Y lo que queda de Asia como Área H.
Todo fue muy confuso hasta que nos acostumbramos, incluso nos dieron los nuevos mapas, todo esto indicando que el mundo ya no sería como antes.
-He escuchado que nuestro vecino, el joven Renee, tiene amigos que viven en el área, quizá puede ayudarnos para el plan de tu padre ¿No crees?- Dice mi madre mientras exprime unas naranjas.
-Puede ser, creo que funcionaría, pero… siento que no me convence del todo- Mi madre me mira para prestarme más atención, supongo- Sabes que las cosas no están nada bien, no podemos arriesgarnos a confiar.
-Lo sé.
Con eso damos con finalizada la conversación.
Pese a que sé que debo hacer algún deber en la casa, me siento en una silla de madera frente al ventanal que tenemos en la sala.
Pasados unos minutos llega mi madre con un vaso en la mano, imagino que contiene zumo de las naranjas que exprimía anteriormente.
-¿Has visto a Valentina?- pregunta mientras me pasa el vaso, a lo que niego con la cabeza respondiendo su pregunta y llevo el vaso a mi boca para degustar mi zumo.
En ese momento, el sonido de las campanas nos sobresalta, estas indican que debemos ir al gran salón, un espacio cerrado donde caben hasta cuatro mil personas, hay varios de estos alrededor de los suburbios, se les llama sectores.
Así que me levanto desganada de mi silla para seguir a mi madre quien ya se adelantó para buscar a Valentina, por lo que salgo primero de la casa para ver si encuentro a mi padre, a quien veo sentado debajo de un árbol comiendo cerezas. En cuanto nota mi presencia se levanta y se acerca a mí con una sonrisa ofreciéndome de lo que consumía hace unos segundos, aun sabiendo que soy alérgica.