Anima

Diez

Otro día más en que me veo en la necesidad de cubrir el turno de Isabella. Otro día más en el que ella está atrincherada en el hospital junto a su madre y a su padre. Han pasado casi diez días desde que la acompañé al hospital después de esa fatídica llamada por la noche. He ido todos los días después de la escuela y me he mudado momentáneamente a la casa de Abby que queda más cerca de las afueras de la ciudad y de la escuela de Nina. Quien ha pasado mucho tiempo con mi amiga; algunos días la veo por las noches todavía y otros sólo he podido darle el beso de buenas noches mientras duerme.

Esta locura está comenzando a pasarme factura; he dormido poco, el cansancio ha sido constante y de alguna forma u otra me siento como recién llegué aquí, con ese vacío en el pecho que se llena de tragedia y dolor. Isabella se apoya de mí, deja a su padre cuando yo estoy ahí y nada me llena más que sentirme útil para ella. Saber que por lo menos estoy haciendo algo para poder aligerar su carga, aunque sea un par de horas.

Corro por los pasillos, hoy fue día de exámenes y sé que llegaré más de una hora a lo acostumbrado. El sonido de mis tacones es amortiguado por las charlas de algunos de los alumnos que todavía siguen aquí. Apenas me detengo para no chocar con las personas que se ponen frente a mí.

—En serio que no tengo tiempo para ustedes.

—¿Se te hace tarde para ir a ver a tu noviecita?

—Eres un desperdicio de humano —mascullo suavemente para que ellos lo escuchen, pero para que no lo escuchen los alumnos que están a mi alrededor. Hago el intento por caminar, Sophie se pone en mi camino.  

—No tan rápido, cariño —mi espalda se yergue aún más cuando me preparo a enfrentarla.

—Ya le di una bofetada a él, créeme que no tendría problemas con hacerlo contigo también y en público —voltea a ver a su amigo con ojos entrecerrados. Creo que ha omitido esa parte.  

—Pronto todo el mundo lo sabrá… —comienza el chico con el ego hasta el cielo. Jalo a uno de los alumnos que están pasando.

—¿Qué demonios? —levanto una ceja— Perdón, doctora, ¿en qué puedo ayudarla?

—¿Qué piensas de la profesora Reed? —lo piensa un segundo.

—Que es muy buena maestra —niego.

—Que es caliente como el mismísimo puto infierno —contesta por él uno de los chicos que iba acompañándolo.  

—¿Qué dirían si fuera gay o si el mismo señor Lewis, aquí presente, lo fuera?

—Mientras no afecte mi calificación no me importa con quien comparte la cama —responde el chico que aún tengo agarrado del brazo. Lo suelto.

—Gracias —volteo al parcito de Artes—. Ahora, con toda la confianza del mundo, pueden irse a la mierda—. Casi corro al estacionamiento donde me esperan mi mejor amiga y mi hija. Antes de alcanzarlas los alumnos a los que tomé por sorpresa se acercan a mí.

—Si quiere podemos pincharles los neumáticos, tenemos ganas desde hace tiempo ya —niego divertida.  

—Lamento lo que pasó allá adentro, chicos, perdí la cabeza.

—La entendemos. También sabemos que la señorita Reed es gay, conocimos a su antigua novia. Creo que todo el pueblo la conoció —de pronto mis oídos comenzaron a zumbar.  

—Gracias por su oferta, la tendré muy en cuenta —sin decir más me abro paso al auto.  

—¿Buenas tardes? —saluda en tono sarcástico Abby.

—Exámenes, lo siento —volteo a la parte de atrás—. Hola, muffin.

—Hola, mami —su pequeña sonrisa hace que el mundo completo se ilumine.

El paseo en el auto es relativamente corto, tomando en cuenta que mi casi hermana maneja como una desquiciada. Mi hija ni se inmuta que la mayor parte del camino voy orando. Ella sabe lo que vengo a hacer a grandes rasgos y sabe que es algo que tiene que ver con Isabella. Se había mantenido al margen hasta ahora.

—Mamá estará aquí más tarde, ella me llevará de regreso.  

—¿Traes tu llave? —asiento— Quizá debiste pasar a cambiarte de ropa —veo mi falta gris y mi blusa de seda blanca, los tacones negros y unas discretas medias cierran el conjunto.  

—No hay tiempo, la ropa es lo de menos —aprieto su brazo en señal de agradecimiento—. ¿Puede esta hermosa niña darme un beso?

—¿Puedo ver a Isabella? —de inmediato me encuentro con los ojos cafés de mi amiga, se ve tan sorprendida como yo.

—No creo que sea algo prudente, mi amor —hace un pequeño puchero.

—La extraño mucho, sólo quiero abrazarla un momento.

—Está bien, un abrazo y es todo. No puedes permanecer mucho tiempo ahí dentro.

Bajamos las tres, aún siento que no es una buena idea, pero por otro lado creo que Isabella podría necesitar un poco de la energía que Nina irradia. Me adelanto para ir por ella. Veo su silueta sentada a lado de la cama de su padre y en segundos sus preciosos ojos están sobre los míos. Es ahora cuando me doy cuenta que Therese también está ahí. Le esbozo una sonrisa, mientras veo a mi novia salir de la habitación.

—Pensé que no vendrías —me acerco para dejar un beso sobre sus labios.



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En el texto hay: chicaxchica, lgbt

Editado: 20.07.2020

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