Anima

Once

Un horrible sonido como si fuera estática comienza a llenar el espacio. Sé que en algún momento dejé caer el teléfono porque veo a mi madre agachándose para levantarlo. Habla con Nate un momento y después cuelga. Me arrastra lejos de donde están las personas buscando una señal de vida de mí.   

—Emma, respira —me toma de los hombros, sus radiantes ojos verdes me ven con preocupación.

—Lo tienen —susurro.

—Hay algunas cosas que lo conectan al caso, aún está bajo investigación.  

—¿Para qué me necesitan ahí? Sólo pónganlo en un lugar donde no vuelva a lastimar a nadie más.  

—Y así será, hija, sólo te están avisando. Quizá necesiten otra vez tu declaración. Nada más y por fin la pesadilla tendrá un cierre.

—Dios, no esperaba estoy y menos hoy —abrazo a mi madre.

—No tienes que pasar esto sola. Si quieres que vaya contigo, sólo tienes que decírmelo.

—Desde ya puedes estar segura que te voy a querer ahí, mamá. No quiero ir sola y quiero que seas tú.

—Así será —. Me toma unos minutos recomponerme, cuando lo hago levanto mi mirada, en mi visión se atraviesa el ceño fruncido de Therese. Se ve molesta, olvido mi propio dilema por un momento.

—Ahora vuelvo —aviso antes de caminar hacia la mujer—. ¿Qué pasa? —pregunto cuando estoy muy cerca de ella.

—La zorra manipuladora —sigo su línea de visión. Una guapa mujer rubia, con el cabello perfectamente levantado y con un traje negro que acentúa sus curvas busca a alguien por todos lados.  

—¿Amiga tuya? —digo sarcásticamente, haciéndome una idea de quién es.

—La ex de Bella —las líneas de expresión se marcan en mi frente.

—¿La que “todo el mundo conoce” según los chicos del campus?

—La misma que se acostó con media universidad mientras mi hija creía cada maldita palabra de su boca.  

—Deja que me encargue de eso—camino a paso apresurado, por su mirada sé que ya ubicó a mi novia. Antes de que comience a andar la tomo del brazo— Sobre mi maldito cadáver —gruño. Sorprendida voltea a verme, una leve sonrisa se dibuja en su cincelado rostro.  

—No moleste, señora, sólo quiero dar las condolencias a la que la está entreteniendo por las noches.

—¿Cómo te atreves a venir?

—Como dije, condolencias para alguien que amé mucho.

—Acostarse con cada persona que se te atraviese teniendo pareja no es una demostración de amor.

—Mentes cuadradas.

—Al menos la otra parte debe estar enterada.  

—Nunca podrías entenderlo, no es de tus tiempos—sonríe de nuevo—. Me asombra lo versátil que es en sus mujeres Isabella —me escanea de arriba para abajo—. Aunque no tiene mal gusto.

—No tengo tiempo para lo que sea que traes entre manos, sólo te advierto que de aquí no vas a pasar. Ni te acercarás a ella. Gente como tú sólo está buscando un pequeño momento para poder poner sus garras sobre su presa —sutilmente se suelta de mi agarre.  

—Cuando comience a sacar sus inseguridades, sus miedos, su falta de amor y todo el camión de basura que trae cargando, entenderás porque busqué el placer carnal. No soy una maldita terapeuta.  

—Estoy segura que si ella mostró todo eso es porque fue lo que evocaste de ella. Afortunadamente no tenías, ni tendrás una maldita idea de la clase de mujer que es.

—¡Qué lindo! La etapa platónica; los mensajes, los poemas, las citas y los motes cariñosos. Sólo da lo que necesita que le den, pero está vacía por dentro —la vuelvo a tomar bruscamente del brazo y la jalo a la entrada.

—Entonces lárgate. Aparentemente no hay nada bueno para ti aquí.  

—No puedes obligarme a irme, es un lugar público.

—Equivocada en ambas. Puedo obligarte a irte porque es el funeral de su padre y sólo la gente cercana puede estar aquí; puedo correrte porque se me antoja la regalada gana y principalmente porque la invitación no se extiende a zorras como tú —hay sorpresa en su rostro.

—Sólo necesito chasquear los dedos para que regrese a mí.

—Y antes de que puedas juntar tu dedo medio y el pulgar te hará falta más de la mitad de esa linda cabellera. Vete antes de que me vea obligada a hacer un escándalo.  

—No será la última vez que me veas.

—Por si no lo sabías, ella sólo perfeccionaba con lo que sabía que no era duradero para estar lista para su real, yo. Aquí estoy y no dejaré que individuos —la vi de abajo para arriba cómo lo hizo ella antes— como tú regresen a fastidiarle la existencia —hizo el intento de hablar—. Tu tiempo ha terminado, querida —un chiflido basta para detener un taxi—, y tu carruaje está listo. Vete a la mierda —le doy un suave empujón para que se largue.

No sé si toma el taxi o no, porque me regreso adentro. Veo rojo. No sé cómo puse ese filtro en mi visión, pero todo está en llamas. Mi sangre hierve y lo único que quiero es regresar, quitar a mordidas la cabellera de esa horrible mujer.  “Está vacía”, resuena por mi cabeza y su forma tan vil de decirlo.



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En el texto hay: chicaxchica, lgbt

Editado: 20.07.2020

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