Animaladas

Capítulo 3: La desaparición

 

 

Arranca Àngels Aguilera López

 

 

Hoy, en la farmacia, todo seguía su curso normal. Los pacientes habituales en busca de su medicación, alguna que otra conversación sobre sus molestias y algún consejo o truquillo para sobrellevarlos. Entretenida enganchando cupones (si algún día me entero de quién fue el iluminado que pensó que llenar de cupones una hoja DIN A4 era una idea brillante…) oigo abrirse la puerta y al levantar la vista mis ojos se abren como platos.

 

     —¡Por favor, necesitamos ayuda!

 

Una gata blanca y negra con un porte propio de la realeza se acerca al mostrador. Sobre su lomo hay un ratoncito con un semblante triste y abrazado a una sartén abollada. Pero lo que realmente me deja sin respiración es un tiranosaurio Rex con un ataque de pánico llevando entre sus cortas manos una rana verde totalmente inconsciente (o eso esperaba yo) con un enorme chichón en la cabeza.

     —¡Por favor! ¿Puedes ayudarle? Solloza el dinosaurio.

 

Cierro la boca, que se me había quedado abierta, parpadeo y muevo la cabeza… ellos siguen ahí… No se han ido. ¡Madre mía! Ya sabía yo que leer tanto me iba a producir algún trastorno, como Don Quijote.

Miro a mis compañeros de trabajo y los veo en estado de shock. Vaaale… si ellos también los ven… Doy un par de palmadas y grito: 

     —¡Rápido, hay que bajar ese chichón!

 

Mientras mis compañeros le ponen una compresa de gel frío a la rana e intentan calmar al nervioso Rex, preparo un ungüento de árnica, centella y menta para bajar la inflamación. La gata se me acerca y le pregunto:

     —¿Qué ha pasado? ¡No deberíais estar aquí, Lady Lyla!

     —Sabes quienes somos, Áltamir tenía razón. Necesitamos encontrar a Víctor y a Vlad. Hace mucho que no sabemos nada de Husk y Smuzi. Tienen que ayudarnos a encontrarlos. 

     —Víctor y Vlad ya no viven en Reus ahora están en Torredembarra, un pueblo no muy lejos de aquí. ¿Y el chichón de Áltamir?

     —Ah! Eso… bueno… estábamos un poco perdidos y Bermúdez le dio un poco fuerte con la sartén… pero antes de caer inconsciente nos dijo dónde estabas y que podrías ponerte en contacto con ellos.

Áltamir abre los ojos y se toca el enorme chichón

     —Alberticius ¿puedes pasarme la sartén? Voy a explicarle a mi aprendiz la intensidad justa del sartenazo.

     —Fue... fue zin quereh, snif, snif, he tropezao snif...

Bermúdez sollozaba escondido entre los brazos de mi compañera y Alberticius escondía la sartén detrás de su enorme cuerpo.

     —¡Vaya! Nuestro Oráculo ya regresó de su viaje —dije haciendo esfuerzos por no reírme.

 

Miré a Lyla y unas carcajadas salieron de nuestra garganta. Áltamir se gira y con media sonrisa me dice.

     —¡Pero qué suerte la nuestra que aún no te hayas ido de aventuras! Ja, ja… ¿Vas a ponerme ese ungüento o esperas que me cure por arte de magia?

Con lágrimas todavía en los ojos me acerco y mientras se lo aplico le susurro: 

     —Tú y yo vamos a tener unas palabritas un día de estos.

 

 

 

Responde Víctor Fernández García

 

 

Torredembarra es una bonita localidad... Pequeña.

Muy pequeña, de hecho. Casi diminuta.

Quizá debido a ello, el hecho de que un gato se le hubiese extraviado tenía a Víctor sumido en un estado de gran preocupación y frustración. Y no se trataba de cualquier gato, ni en tamaño ni en barriga.

 

El rey Husk había desaparecido sin dejar rastro.

 

Era el único pensamiento que, recurrente, peinaba la psique del escritor.

Vlad Strange tampoco lo llevaba demasiado bien.

Rozando las ocho de la mañana, tanto Víctor como Vlad pisaban con más desgana que otra cosa la limpia arena de la playa en la que aterrizaba su poblado. El oleaje era tímido, como si el mar comprendiese lo lúgubre del momento y tratara de mimetizarse con él.

 

De repente, el rumor de algo intrínseco al oleaje captó la atención de la pareja.

     —¿Oyes eso? —Echándose una mano a la oreja, Víctor lanzó la pregunta a Vlad.

     —Qué ola más rara debe venir... —La respuesta de Vlad vino acompañada de su ceño frunciéndose.



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En el texto hay: fantasia, reinos, animales

Editado: 03.09.2023

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