Anita

Capitulo 37. La carta inesperada

La casa de los padres de Jack estaba llena de movimiento: telas que llegaban, flores que se probaban en floreros y charlas que parecían nunca terminar. Ana trataba de disfrutar de cada momento, aunque la magnitud de la boda comenzaba a pesar en su corazón.

Esa tarde, mientras revisaba unas telas cerca de la ventana, la doncella entró con una carta en la mano.

—Señorita, esto llegó para usted.

Ana la tomó con curiosidad. No reconoció al instante la caligrafía, pero al abrir el sobre, su corazón dio un vuelco. Era de Salvador.

Sus ojos recorrieron las palabras con manos temblorosas:

"Ana, sé que tu vida ha tomado un rumbo distinto, y que tu corazón ahora late por otro. Sin embargo, no puedo callar lo que siento. Te amé y te amo aún, con una fuerza que ni el tiempo ni la distancia han apagado. Aunque sepa que tu elección es Jack, quiero que sepas que aquí estaré, esperando, por si alguna vez el destino decide darnos una última oportunidad."

Ana dejó caer la carta sobre su regazo, sintiendo cómo sus mejillas se encendían y su pecho se apretaba. No esperaba algo así. El recuerdo de Salvador —sus miradas, sus palabras, aquella cercanía que compartieron cuando estuvo separada de Jack— golpeó como un eco lejano, trayéndole culpa y confusión.

El crujido de la puerta la sacó de sus pensamientos. Jack apareció, sonriente, con un ramo de flores en la mano.

—Mira lo que escogí para las mesas del salón —dijo, acercándose. Pero su sonrisa se desvaneció al notar el rostro inquieto de Ana—. ¿Ana? ¿Qué sucede?

Ella apretó la carta entre sus manos, incapaz de decir una palabra.

Jack se sentó a su lado, tomó sus dedos con ternura y le acarició la mejilla.

—Sea lo que sea… —susurró— no dejes que nada te robe esta paz. Estoy aquí. Siempre voy a estar aquí.

Las lágrimas de Ana asomaron, y sin quererlo, se refugió en su pecho. Por un instante, todo el ruido de la casa desapareció, y solo quedó ese abrazo, cálido y firme, como una promesa silenciosa.

La carta aún ardía en sus manos, pero en ese momento, lo único real era Jack y la certeza de su amor.

Esa noche, después de la cena, Ana subió a su alcoba con la carta de Salvador todavía en las manos. El peso de aquellas palabras no le dejaba en paz. Caminaba de un lado a otro, con el corazón latiendo fuerte.

Sabía que debía responder. No era justo dejar esa puerta abierta, ni para ella ni para él. Se sentó en su escritorio, encendió la vela y, con la pluma temblando entre sus dedos, comenzó a escribir.

"Salvador,
He leído tu carta con mucha emoción, porque no puedo negar que en un momento difícil de mi vida tu compañía fue un bálsamo. Me diste cariño y ternura cuando más lo necesitaba, y eso quedará para siempre como un recuerdo valioso.

Sin embargo, debo serte sincera: mi corazón ya eligió. Jack es mi presente y mi futuro. Lo nuestro fue un instante, un suspiro hermoso, pero no más que eso. No quiero que me esperes, ni que tu vida quede atada a una ilusión.

Te deseo de corazón que encuentres a alguien que te ame con la fuerza y la entrega que mereces. Yo siempre recordaré con gratitud lo que compartimos, pero debo soltar el pasado para vivir plenamente el hoy."*

Ana dejó la pluma, con lágrimas silenciosas corriendo por sus mejillas. Releyó las líneas, respiró hondo y dobló la carta con cuidado.

Al cerrar el sobre, sintió un alivio extraño, como si hubiera cerrado también un capítulo de su vida. Caminó hasta la ventana, miró las estrellas y susurró:

—Gracias, Salvador… por lo bueno, por lo que fue. Pero ahora mi camino es con Jack.

En ese instante, escuchó un suave golpe en la puerta. Era Jack, que al verla con los ojos brillosos se acercó y le tomó las manos.

—Ya no llores, amor. Lo que pase afuera, yo lo cuidaré contigo.

Ana sonrió entre lágrimas y apoyó la frente contra la suya. Supo entonces que había hecho lo correcto: despedirse con sinceridad y quedarse con la certeza del amor verdadero que tenía frente a ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.