Annie de las Estrellas

13. ANNIE (III)

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ANNIE (III)

El vehículo oscuro salió del estacionamiento reservado del Majestic, con la joven dama sentada en la parte trasera del vehículo, y su acompañante al volante. A pesar del optimismo y buen ánimo que había demostrado hace un rato en el Salón Embajador, la joven dama miraba ahora pensativa por la ventanilla. Las facciones de aquel rostro que se alcanzaba ver en el reflejo de ésta, transmitía lo que los humanos de seguro describirían como “preocupación”; o quizás optaran en su lugar por “angustia”.

Los humanos tenían tantas palabras en sus diferentes idiomas que significaban conceptos parecidos, y a veces se le dificultaba identificar cuándo era correcto usar una u otra. A veces pensaba que ni siquiera ellos mismos lo tenían del todo claro.

¿Cómo resultó? —le preguntó su compañero desde el asiento delantero. Tras esa noche tan agitada, le resultó un tanto agradable poder desconectar un poco su identidad humana de Annie Ophel, y poder escuchar y hablar en su dialecto materno.

Siento que no confían en mí, en especial Lake —indicó la joven dama con indiscutible pesar—. Pero no puedo culparlas por sentirse de esa forma. Espero poder aliviar todas sus inquietudes mañana, o al menos la mayoría.

¿Está segura de que irán?

Muy segura.

¿Les dirá todo?

La joven dama titubeó un instante antes de responder.

Lo que pueda.

Su acompañante la miró fugazmente por el espejo retrovisor, pero de inmediato volvió a fijarse en el camino.

Está en un dilema complicado, señorita —indicó su acompañante—. No puede compartir con sus amigas todos los motivos que la han traído de regreso, y al mismo tiempo las mentiras u ocultar información harán que el vínculo que desea forjar con ellas se vuelva aún más difícil.

Lo sé…

Sin mencionar que no hay registro de que alguna vez se haya logrado formar tal vínculo tan significativo con un humano.

Estoy convencida de que eso es porque nunca nadie lo ha intentado en serio —declaró la joven dama, adoptando, al menos para ese punto, una actitud mucho más segura—. El Apelthard dice que cualquier ser vivo que alcance la cognición avanzada, está en sus capacidades el conectarse con el Flujo del Universo. Así que el vínculo de almas entre humanos y nosotros, debe ser posible.

En la teoría, quizás sí. Pero en todo el tiempo que su hermano ha estado observando a los humanos, no ha logrado comprobar que uno sólo de ellos pueda efectivamente acceder a dicha conexión. No es mi intención desalentarla, pero tiene que ser consciente de que la posibilidad de crear un vínculo de almas con estas dos humanas, podría ser más remota de lo que cree.

La joven dama miró de nuevo por la ventanilla, contemplando todos los pequeños edificios del centro de St. Lewrick por los que pasaban, los faroles, y las personas que caminaban tranquilamente por acera. Todo ese pueblo era siempre tan callado y tranquilo; justo como ella lo recordaba. Y sus personas, aunque todas distintas, tenían un cierto encanto particular que la joven dama no había vuelto a encontrar en ningún otro sitio de ese planeta. Sabía que bien podía tratarse de lo que los humanos llamaban “nostalgia”, y eso no le permitía ser del todo objetiva; y eso podía aplicarse también a lo que sentía hacia Lake y Maya.

Pero ni su acompañante ni su hermano podían entender lo que yacía en su interior. No habían sentido ni visto lo que ella hace diez años; ni siquiera lo que había percibido esa misma noche al tenerlas tan cerca. Esa conexión entre ellas tres era real, y necesitaba aferrarse a ello hasta el último momento.

Entonces tengo que hacer de alguna forma que esas posibilidades se vuelvan más favorables —declaró tras un rato, de nuevo con mayor firmeza y seguridad—. El fracaso no es una opción, y lo sabes bien. No puedo fallarles…

Aquello no era una afirmación vacía, sino una ferviente e inamovible resolución. Una que no necesitaba explicarse, pues ambos tenían muy claro por qué estaban ahí.

Su acompañante no dijo nada, y se limitó a sólo conducir de regreso a casa. Era evidente que la joven dama necesitaba tiempo para pensar.




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