Annie de las Estrellas

21. LAKE, MAYA Y ANNIE (III)

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LAKE, MAYA Y ANNIE (III)

Gracias a la previsión de Lake, y su cuidado al conducir, la travesía de las chicas hasta el lago fue exitosa y sin contratiempos. Llegaron a su destino antes del mediodía, justo cómo lo habían planeado. Se estacionaron en uno de los lugares más próximos, y comenzaron al instante a bajar las cosas del vehículo.

El lago Misal era el cuerpo de agua más extenso de la región, de aguas cristalinas y calmadas. Estaba rodeado de bosques y algunas lomas, que en conjunto creaban un paisaje digno de cualquier postal. En la otra orilla había varias casas de campo, propiedad de familias adineradas, que por supuesto contaban con sus botes y muelles privados. Pero el lado contrario, justo en donde se encontraban las tres chicas, era un área extensa reservada por el condado justo para el uso recreativo de sus habitantes, donde habían incluso construido una playa artificial con arena. Había palapas, sillas, algunos puestos de comida y refrigerios, y por supuesto renta de botes y paseos.

Era, sin lugar a duda, un sitio predilecto para pasear durante las vacaciones de verano.

—Este lugar no ha cambiado mucho —comentó Maya, mientras todos avanzaban hacia la playa artificial, cargando consigo las maletas, la lonchera con los bocadillos que Lake había traído, sus toallas, y demás artículos para disfrutar su día.

—¿Hace mucho que no venías? —preguntó Lake, curiosa.

—Un par de años, quizás —indicó Maya, encogiéndose de hombros.

—Es muy bonito —comentó Annie al instante, sonriendo ampliamente mientras admiraba todo el paisaje.

Ya había algunas personas en el lugar, pero no demasiadas. Aún tenían gran parte de aquel sitio para ellas, y varias palapas desocupadas de las cuales elegir. Su opción final fue una cerca del agua, pero no mucho. Dejaron todas sus cosas a la sombra, y extendieron sus toallas sobre la arena.

—No tendremos mar, pero este lago es una buena playa, ¿no te parece? —comentó Lake con orgullo en su voz, mirando alegre hacia el agua—. Y cómo llegamos temprano, pudimos elegir un buen lugar.

—Te encanta recordarnos que llegamos temprano gracias a que te hicimos caso, ¿verdad? —comentó Maya con tono burlón, provocando, apropósito o no, que las mejillas de Lake se colorearan.

—Me lo agradecerás algún día —masculló Lake con ligera reproche—. ¿Nos metemos al agua antes de que llegue más gente?

—Seguro —secundó Annie con entusiasmo.

—¿Tu… “piel falsa” es aprueba de agua? —preguntó Maya con curiosidad.

—Por completo. También funciona como una capa protectora de mi piel real, así que tampoco debo preocuparme por exponerme al sol.

—Eso suena súper conveniente —dijo Lake con admiración—. Yo por el contrario, debo cubrirme bien de protector, o terminaré como un camarón.

—Camarón… creo que ya me dio un poco de hambre —pronunció Maya, tomándose su abdomen con ambas manos. Las tres chicas comenzaron a reír.

Max, por su lado, se quedó de pie a una prudente distancia, observándolas y sin intención aparente de querer compartir su risa.

Comenzaron entonces a retirarse sus prendas adicionales, quedándose únicamente con los trajes de baño que las traían debajo. El de Maya era uno sencillo de una pieza color negro, como casi toda su ropa, aunque con algunos detalles blancos. El de Lake era de color lila con holanes, de dos piezas, siendo la parte inferior un short con falda. Por su lado, el que Annie había conseguido para la ocasión era un traje de un bonito traje color cielo, de dos piezas, tipo bikini… un poco más pequeño de lo que Maya o Lake se habían imaginado, dejando gran parte de su piel (falsa) expuesta.

Lake y Maya no pudieron evitar centrar su atención, quizás más de la cuenta en su compañera extraterrestre, y la forma de su cuerpo que quedaba tan a la vista en ese momento. Y aunque ambas sabían de antemano que esa no era su apariencia real, era indudable que tenía al menos el aspecto de una mujer humana bastante atractiva. Y fue evidente, en especial para Max que seguía vigilando en la distancia, que ellas dos no fueron las únicas, pues inevitablemente las miradas de algunos otros curiosos alrededor se giraron hacia ella en ese momento.

—Wow —soltó Maya por reflejo tras unos momentos. Aquello captó la atención de Annie, que rápidamente volteó a mirarla con expresión curiosa—. No, lo siento —pronunció Maya nerviosa, agitando sus manos delante de ella—. Es que… bueno… tienes un muy lindo cuerpo.

—Te lo agradezco —pronunció Annie con entusiasmo, sonriendo de oreja a oreja.

—Sí, lo es, pero… —masculló Lake con tono confuso. Agitó un poco su cabeza, respiró hondo, dio un paso al frente, y soltó entonces lo que le cruzaba por la cabeza—. Lo siento, tengo que preguntarlo —susurró despacio—. ¿Qué tanto es “real” y qué tanto es…? Ya sabes, el disfraz.

Como si los papeles se hubieran cambiado por un instante, en esa ocasión fue Maya quien le dio a Lake una mirada de desaprobación por su comentario. Ésta simplemente se encogió de hombros; sabía que estaba siendo un poco imprudente con su pregunta, pero era algo que le había cruzado por la mente desde el día anterior, y no se había atrevido a preguntar.




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